Tragamonedas: la batalla está que arde

¿Azar o destreza? Ese es el concepto central que enfrenta a la Asociación de Casinos con los dueños de locales de estas máquinas de barrio, y que en algunos casos ofrecen premios tan grandes como un automóvil.




Doce del día. Cerca de 20 personas juegan en las máquinas tragamonedas, rodeadas de luces de colores. Todos sentadas en sillas de cuero, dispuestas frente a cada artefacto. Al final de la sala, al medio de un arco de globos, hay un impecable automóvil amarillo. Y nuevo.

"Se va a sortear el 4 de julio", cuenta Gabriela, una entusiasta mujer, de 65 años, que cada día juega entre $ 5 mil y $ 10 mil. Si logra ganar $ 10 mil, obtiene un cupón que le permite concursar por el auto. "En dos semanas he metido tres cupones en el buzón", dice esperanzada.

Gabriela es parte de un fenómeno en crecimiento. Ella no juega en el Casino de Viña del Mar, ni en el de Coquimbo, ni en el de San Francisco de Mostazal. Ella juega allí, en su barrio, cerca de su casa, en un local ubicado en la esquina de avenida Independencia con Santos Dumont.

En Santiago, Maipú, Recoleta, Independencia y otras comunas de la capital es fácil encontrar situaciones similares. Locales con filas de máquinas, abiertos desde las 9.00 hasta pasadas las 21.00, y personas introduciendo monedas de $ 100, para ganar montos variables. No tienen videogames ni los viejos flippers. Sólo máquinas para introducir y ganar monedas de $ 100.

El asunto, sin embargo, esconde una batalla profunda, que ya se arrastra por más de cinco años, entre la Asociación Chilena de Casinos de Juego y los dueños de estos emergentes locales de entretenimiento. Una discusión entre lo legal y lo ilegal, al medio de la cual quedan los municipios, quienes entregan las patentes de funcionamiento o clausuran los establecimientos.

"Esta actividad ya no se vale sólo de los almacenes pequeños de barrio y de comunas periféricas, sino que está expandida por todo Chile. Y es ilegal", subraya Rodrigo Guiñez, gerente general de la Asociación Chilena de Casinos de Juego.

La entidad lleva meses interponiendo acciones judiciales. Se argumentan dos posibles transgresiones: juego clandestino o ilegal.

"El primero carece de todo tipo de patente o permiso, y el segundo tiene uno, pero que no lo autoriza para ejercer juegos de azar", destaca Juan Carlos Manríquez, abogado de la misma asociación. El profesional dice que en Chile las máquinas de juegos de azar son ilícitas, pero toleradas por el ordenamiento jurídico cuando están reguladas por un casino municipal originario o por casinos con licencia de juego.

El verdadero centro de la discusión es el azar. "Estos juegos de barrio lo son, pues se activan introduciendo una moneda, y lo que haga el jugador es irrelevante para el resultado. La máquina actúa y se determina por un algoritmo, que es una fórmula matemática, y que en el caso de las máquinas ilegales no está regulado y siempre va en perjuicio del jugador", argumenta Manríquez.

Guiñez, de la Asociación de Casinos, agrega que "se ha producido un aumento considerable de este tipo de salas de juego. Pero como ya es una verdadera industria, que funciona al margen de la ley, no existe una cifra oficial".

Del otro lado de la vereda, Sebastián Salazar es el vicepresidente de la Asociación Gremial de Fabricantes Importadores de Entretenimientos electrónicos (Fiden), entidad que representa a los locales que trabajan con estos tragamonedas en las diferentes comunas.

"Las máquinas que nosotros usamos no son de azar, sino de premio programado. Los juegos de casino tienen un sistema que se llama RNG (Randon Number Generator), según el cual cada vez que se aprieta el botón de inicio comienza un nuevo sorteo. Es decir, se juega completamente con el azar. Cada sorteo es independiente", esgrime.

Las utilizadas por su sector, en cambio, serían "en apariencia similares, pero no tienen RNG. O sea, la placa o programa tecnológico con que están hechas ya viene con el patrón de premios establecido. En promedio, las que hay en Chile permiten 10 mil jugadas por máquina". Por lo tanto, según añade, el premio no es azaroso, sino cíclico. Siempre está en la misma jugada.

La Fiden pide que se reconozca la existencia de estas máquinas. "Queremos que se nos regule, se nos cobre el IVA y se nos grave con un impuesto específico de 5%, que iría directamente a los municipios", reclama Salazar.

Algunos locales de juegos también han buscado asesoría jurídica, como la cadena "Benjavier", de Maipú. El abogado Héctor Mella los representa y también asegura que no son de azar.

"Esta cadena, como otras, es absolutamente legal. No existe ningún peritaje científico en Chile que acredite que estas máquinas son de azar. Al contrario. Nos hemos cansado de demostrar, en diferentes juicios, que son juegos de habilidades y destrezas, en donde en jugador detiene con el botón las figuras o números en determinado momento para ganar. Y tenemos estudios y pericias judiciales que así lo demuestran".

Katherine Lecaros, administradora de los citados juegos "Benjavier", de Maipú, cuenta que ellos han entregado premios superiores a un millón de pesos y cubren lo que consideran una nueva necesidad social: "Aquí viene mucha gente mayor, personas solas, gente que juega porque quiere momentos de entretención y no puede ir a los casinos grandes", destaca. También recalca que "nosotros damos boleta, facturamos, pagamos IVA, tenemos personal contratado, con sus cotizaciones al día, y mantenemos los locales limpios y agradables. Somos totalmente transparentes y legales". Los comerciantes vecinos los respaldan y dicen que su público es "tranquilo".

En esta comuna, cerca de la Plaza de Maipú, hay más de 15 locales. El edil, Christian Vittori, dice que el problema es justamente su volumen y proliferación. "Tenemos locales que no están autorizados y otros que se encubren bajo el rubro de 'comercializadoras'. Pero estamos en una disyuntiva. No sabemos si prohibirlos o regularlos", señala.

La comuna de Santiago, hasta hace algunos meses, tenía varios locales de máquinas funcionando. Por ejemplo, en el subterráneo del edificio Santiago Centro. La mayoría, no obstante, fueron clausurados.

En este municipio son tajantes. Informan que "el plano regulador no permite la instalación de juegos de azar. Son ilegales. Sólo se autorizará la explotación de máquinas cuyos resultados dependan exclusivamente de la habilidad o destreza del jugador. Y éstas deberán ser acreditadas con un informe de certificación ISO".

Aseguran que no se han otorgado nuevos permisos. Que actualmente existen sólo seis patentes funcionando, "entregadas hace años y por otras administraciones". Y advierten que no serán renovados.

En Independencia, el alcalde Gonzalo Durán cuenta que cuando él llegó, en 2012, estos locales tenían una patente irregular. Se les pidió a los dueños acreditar que las máquinas eran de destreza y se les cobró un derecho por concepto de fiscalización y sello, que corresponde a 5 UTM semestrales ($ 200 mil aprox.) por cada máquina instalada. En promedio, cada local tiene 60 aparatos.

"Lo hicimos para desincentivar su uso, pero desaparecieron las máquinas de barrio y aparecieron grandes agrupaciones", reconoce el edil.

Recoleta, en tanto, hace poco más de un mes confiscó más de 200 máquinas tragamonedas en el sector de La Vega Central. Destacan que en la comuna había 120 patentes, que no han sido renovadas.

"Las máquinas generan un impacto social brutal. Familias que se han vuelto ludópatas, que han vendido cosas de la casa y niños que se meten en la droga para obtener recursos y poder jugar", sostiene el alcalde Daniel Jadue.

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