Columna de Gabriel Osorio y Cristóbal Osorio: Eliminar la dieta de los expresidentes, una discusión mezquina y errada



Por estos días se discute una reforma constitucional para eliminar la dieta de los expresidentes.

Los ocho diputados que promueven la medida, casi todos opositores, dicen que es un gasto “exuberante” en el contexto de “delincuencia, pobreza, escasez, inflación u otros” y frente a “montos insuficientes que se les entregan a nuestros ancianos y personas de la tercera edad por medio de nuestro sistema previsional”. Asimismo, califican la dieta como una “pensión vitalicia” que constituye un “privilegio”.

La propuesta habla en un tono galuchero, pero junta -de un modo superfluo- las dificultades del país, la necesidad de realizar una reforma profunda a las pensiones -cuyo gasto es de otro orden de magnitud-, con un cambio que solo tiene el propósito de afectar al Presidente Gabriel Boric, sobre quien recae la artillería, dado el largo tiempo en que recibiría la dieta, pues cuando pase a ser expresidente tendrá solo 40 años.

Más allá de su mezquindad, el principal error de esta propuesta es que tiene un carácter ad hominem, y nunca el Congreso debe legislar para casos particulares, pues las personas pasan, y las leyes (y más las normas constitucionales) quedan.

Así y todo, vale la pena discutir. Y en nuestro parecer, este elemento del ordenamiento jurídico es necesario, incluso antes de decidir si es justo.

Este elemento es necesario pues Chile tiene como vértice de su vida política al Presidente de la República, por lo que la dieta lo libera de la pregunta por su vida material, eliminando estímulos para que tome decisiones contrarias al interés público al dejar La Moneda.

Se trata entonces de una valla entre lo público y lo privado, que desestimula que los expresidentes pasen a conformar los equipos de los grandes conglomerados o del lobby, o que actúen en política exterior defendiendo intereses que no son los del país.

De ahí que este “privilegio” está tan presente en los ordenamientos jurídicos de la mayoría de los países democráticos, tanto presidencialistas, como Estados Unidos, semipresidencialistas, como Francia, o parlamentarios, como Alemania y su canciller.

Además, es mala idea legislar ad hominem, porque así fue cómo se instituyó esta dieta en la discusión parlamentaria de 1999 y 2000, lo que sí vale la pena discutir retrospectivamente.

Si bien se dijo que la dieta se instituía pensando en Patricio Aylwin, en realidad, se legisló en consideración a Augusto Pinochet, quien volvía de su detención en Londres, presionado para renunciar al cargo de senador vitalicio, a quien se le ofreció la salida “honorable” de adquirir el rango nuevo de expresidente.

Eso le permitió a Pinochet no solo conservar su dieta (y staff), sino que también un fuero vitalicio. Algo de lo que nada se ha hablado ahora, y que no tiene ninguna justificación.

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