Patrimonio de Chiloé en riesgo

Varias iglesias de la isla presentan problemas que se arrastran desde hace tiempo, aumentando el riesgo de que sufran daños permanentes. Ello no solo afecta su rol social y espiritual, sino que además perjudica severamente el potencial turístico.



Ser un ejemplo especial de la arquitectura religiosa de Latinoamérica desarrollada totalmente en madera, y que reúne una importante tradición que se desarrolla desde el siglo XVII, de elementos aportados por los misioneros y de las técnicas indígenas, permitió que a partir del año 2000 16 iglesias de Chiloé hayan sido reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. Un hecho que da cuenta no solo del valor arquitectónico, sino también del significado que para las comunidades tienen en su desarrollo social y espiritual no únicamente estas iglesias, sino también otras decenas que hay en las islas del archipiélago.

Por ello es preocupante lo que se consigna en un reciente reportaje de este medio, en orden a que tras cuatro años desde que se incendió la Iglesia de San Francisco de Ancud- reconocida como Monumento Nacional- y en que las autoridades comprometieron esfuerzos y priorizaciones, generando expectativas de que se podía avanzar en su reconstrucción, aún no se concrete ningún proyecto, dando lugar al desencanto y la frustración. Sin embargo, el que existan otras iglesias en Chiloé que presentan problemas que se arrastran desde hace mucho tiempo -aumentando el riesgo de que sufran daños permanentes, lo que impide no solo que puedan cumplir con su importante función religiosa y social, sino también repercutiendo en el potencial de la actividad turística en la isla- , da cuenta de un problema al que se debe prestar especial atención si no queremos ver afectado este valioso patrimonio.

Es valorable para el país que se reconozca el patrimonio con sus diferentes categorías, tanto aquí como a nivel internacional, pero no basta eso y es fundamental poder disponer oportunamente los recursos que permitan avanzar no solo en su mantención, sino también en su recuperación cuando se enfrentan eventos mayores como el caso de incendios, e involucrar a las comunidades en las acciones que ello demande. De igual manera disponer de información acabada sobre cada uno de estos templos haciendo uso de medios tecnológicos que permiten facilitar no solo la apreciación de la construcción y su diseño, sino abordar de mejor manera los desafíos que la conservación y restauración de estas iglesias requiere.

Claramente son desafíos importantes, y que no solo están en Chiloé -basta ver iglesias que fueron quemadas en Santiago en el llamado estallido social y su actual estado ruinoso-, sino monumentos, lugares históricos, sitios arqueológicos, entre otros, en que el transcurso del tiempo dificulta más las recuperaciones posteriores. Por lo mismo revisar los procedimientos que hoy se están utilizando en la toma de decisiones por parte de las autoridades es fundamental, con las garantías y cuidados pertinentes para un trabajo de calidad, pero que permita agilizar los proyectos en relación al patrimonio, pues no pueden seguir pasando años sin que haya una definición.

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