Mujeres con autismo y la infantilización de su sexualidad

Hay una serie de mitos y estigmas a la hora de abordar la sexualidad en adultos con autismo, un tema del que se habla y se sabe poco. Constanza, de 20 años, cuenta su propia experiencia: “Piensan que porque a uno no le gusta el contacto físico inmediato, no sentimos nada más. Pero que no me gusten los abrazos no significa que no quiera entablar una relación, que no quiera explorar mi sexualidad”, dice.




Que todas las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tienen un interés sexual extremadamente bajo o extremadamente alto. Que no desean formar vínculos afectivos. Que no son capaces de entender o consentir en las relaciones sexuales. Que son incapaces de establecer límites o comunicarse de manera adecuada en este ámbito. Estos son algunos de los mitos y estigmas a los que se enfrentan las personas con TEA cuando se aborda la sexualidad, uno de los aspectos menos comprendidos y tratados de esta condición.

Como si la sociedad olvidara que el término “espectro” se utiliza dentro del autismo porque existe una amplia variación en el tipo y la intensidad de los síntomas, muchas de estas personas suelen sentirse encasilladas y pasadas por alto al hablar de lo afectivo.

A la falta de información se suman los preconceptos de un imaginario colectivo que asocia la sexualidad exclusivamente a estándares, cuerpos y orientaciones normativas, y que invisibiliza, por ejemplo, a las neurodivergencias. “Los estigmas y desafíos con respecto al autismo y la sexualidad son bastante amplios porque la gente no suele tener en cuenta que muchas veces a las personas dentro del espectro les cuesta un poco adquirir conocimiento social y al principio es complicado adaptarse”, explica Gonzalo Orellana, psicólogo de la Fundación TEA Chile.

Algo que no se toma en cuenta, detalla Orellana, porque dentro del espectro TEA hay personas con distintos perfiles sensoriales. “Se cree que la persona autista rechaza todo o acepta todo y no existe un punto medio”, dice. Pero eso cambiará con cada persona. Algunas de ellas buscan más sensaciones y están abiertas a explorar la sexualidad, pero también hay otras con un perfil más evitativo. “Tienen un mayor rechazo a las sensaciones, al contacto físico, por lo tanto el sexo se vuelve algo más complicado”, explica. “Pueden dar la impresión de que no están abiertos a explorar la sexualidad”, agrega.

Varios estudios señalan que alrededor del 60% de las personas dentro del espectro se encuentran en una orientación sexual no normativa, explica Orellana, y esto en algunas ocasiones agrava la falta de comprensión hacia su sexualidad. “Cuando se rechaza la forma en la que estas personas perciben el mundo, se les reprime en la exploración”, dice.

En primera persona

Constanza Careaga (20) fue diagnosticada con TEA a los 16 años. Esta es su perspectiva sobre la sexualidad:

“Me informaron que tenía un Trastorno del Espectro Autista (TEA) leve en plena adolescencia, justo cuando empecé a notar con mayor intensidad algunos síntomas: a veces me sentía abrumada con tanto ruido y me ahogaba entre tanta gente. Mi familia creía que yo era distinta, que era así porque me hicieron bullying en el colegio, por eso se demoraron tanto en llevarme a un terapeuta.

Durante el mismo período en que fui diagnosticada tuve mi primera relación seria. Mi experiencia con las relaciones afectivas y sexuales ha sido muy difícil. Para mí es complicado porque siento que no puedo estar mucho tiempo con una persona: me aburro. No puedo estar siempre viendo esa misma cara porque prefiero estar sola que acompañada. Lo mismo me pasa a la hora de chatear. Necesito mi espacio y siento que con las personas con las que he estado todo es muy invasivo o quieren estar todo el día hablando. Me colapsa mucho.

También es complicado físicamente. Sí me gustan los abrazos y esas cosas, pero depende de cuán conectada esté con esa otra persona. A muchas personas que tenemos TEA no nos gusta el contacto físico. En mi caso depende; tengo una amiga a la que sí me gusta darle abrazos porque me siento cómoda con ella. Pero tengo que conocer demasiado a una persona para llegar a ese punto.

Lo más difícil fue no solo el tema del contacto físico, sino también estar atenta a esa persona con la que quieres generar un vínculo. A veces estoy mucho en mi propio espacio e ignoro un poco al resto. No es porque quiera hacerlo a propósito, sino que me centro mucho en mis cosas. En su momento me costó mucho transmitirlo a esa persona, pero después lo superamos. Ahora es como mi mejor amiga y nos llevamos súper bien. Siempre fuimos amigas, la conozco desde que nací. Ahora veo que más que una relación amorosa, fue amistosa. Pero me sirvió demasiado para conocerme a mí misma.

Nadie te habla de estos temas, menos de sexualidad. Siento que algunas personas tratan a quienes tenemos TEA como si fuéramos niños pequeños, hay una gran infantilización hacia nosotros. Creen, por ejemplo, que por tener esto uno no quiere entablar relaciones afectivas o sexuales. Piensan que porque a uno no le gusta el contacto físico inmediato, no sentimos nada más. Pero que no me gusten los abrazos no significa que no quiera entablar una relación, que no quiera explorar.

Sabemos perfectamente lo que está pasando, solo que necesitamos, como todo el mundo, una guía. No tuve a nadie que me guiara en educación sexual durante mi adolescencia; todo lo que aprendí fue a través de una amiga. Falta mucha guía e información para nosotros, alguien que te pueda ayudar. Yo lo encontré en personas cercanas, en amigos que están dentro del espectro; a esas personas son las que les pregunto mis cosas.

Se cree que las personas con TEA no necesitamos afecto o vivir nuestra sexualidad. Yo a veces sí necesito cariño y cercanía, como todas las personas. Se les olvida que somos seres sociables. También que somos capaces de tener relaciones, solo que necesitamos mucha comunicación. Es muy importante, sobre todo que la otra persona tome en cuenta que su pareja tiene TEA. Con todas las personas con las que he establecido algún tipo de lazo, siempre les he dicho que yo tengo esto, pero no sé si siempre entienden.

En lo sexual hay cosas que no me gustan, pero como a cualquier persona. Mi tema va más que nada por el contacto físico. Obvio que lo intento, pero es algo que va más allá de ti. No significa que no quieras expresarle cariño a esa persona, sino que no te sientes cómoda. Me ha pasado que me he sentido poco comprendida y eso provoca peleas.

También necesitamos que la gente sea muy directa con nosotros. Por eso nos cuesta captar esas fases de coqueteos llenas de indirectas y mensajes ocultos. Me resulta difícil captarlo porque lo veo todo muy literal. Cuesta entenderlo y además te confunde. Por eso, cuando estoy conociendo a alguien, siempre les cuento que tengo TEA. Creo que deberíamos normalizarlo, ya que no somos todos iguales y no hay ningún problema con eso. A veces te entienden, o dicen que te entienden, pero en la práctica no es así.

Ahora me siento más cómoda hablando de esto porque antes era un tema para mí, ya que era un poco insegura conmigo misma. Creo que mi única preocupación sigue siendo cómo reacciona la otra persona al expresar que tengo TEA y con las cosas que no me siento cómoda.

Es complicado hacerse entender en este tema porque en muchos otros ámbitos que parecen más sencillo tampoco te entienden. Por ejemplo, con la música y los ruidos fuertes que pueden molestar a cualquier persona, en una persona TEA es peor. Creo que hay que tener más consciencia.

No me gusta mucho salir ni ir a fiestas. Me molestan los ruidos fuertes, la música fuerte o los espacios con mucha gente y que son cerrados. Me cuestan los lugares que no tienen ventanas o son oscuros. Sí me gusta, eso sí, estar encerrada en mi pieza, es como un lugar seguro. También me gusta caminar, pero dependiendo del lugar, es mejor cuando no hay mucha gente.

Es por eso que a la mayoría de mis amigos los conocí online, a través de algún videojuego o de una persona que ya conocía. En el colegio socializar nunca se me dio bien. Trataba de camuflarme, aparentaba. Después me di cuenta que estaba en un círculo pero en verdad esas personas nunca fueron mis amigos, me costó mucho lo social. Me empecé a interesar en otras personas mucho después, cuando ya mis compañeros ya estaban en pareja.

Falta mucha información. He visto muchos videos en redes sociales de personas autistas y siempre hay alguien que comenta: ‘ahora todos tienen TEA’. Creo que en general falta información, que se sepa y se hable más. Necesitamos espacio, por ejemplo. No puedo estar siempre pegada a la otra persona. Con la sexualidad es lo mismo. Más que nada creo que sería bueno saber más de cómo somos al estar en una relación. Somos como cualquier otra persona, pero tenemos otras necesidades.”

*Constanza Careaga tiene 20 años y es estudiante de técnico veterinario

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