Amparo Noguera: “El daño que nos hacemos entre los seres humanos es permanente”

La actriz protagonizará en el festival Teatro a Mil “La persona deprimida”, un potente monólogo de David Foster Wallace sobre la depresión. En conversación con Paula, comenta sobre los retos de ponerse bajo la piel de esa personaje principal, los estereotipos sobre la enfermedad y la importancia que se le debe dar a la salud mental.




En 2019, Amparo Noguera fue a ver la obra “La persona deprimida” porque admiraba mucho el trabajo de su colega argentina María Onetto (fallecida en marzo de este año). Cuando salió, recuerda hoy, quedó sorprendida: “me impresionó muchísimo su actuación, el texto, la genialidad de la obra, del monólogo, la rapidez dramática que tiene”.

Nada hacía prever que cuatro años después estaría dando una entrevista justamente porque será la protagonista de la misma obra. “Jamás pensé que la iba a hacer yo. Si no no la hubiese visto, me hubiese quedado con mi interpretación, porque es muy difícil suceder a María Onetto”, dice hoy entre risas en la sede de la Fundación Teatro a Mil.

Dirigida por el argentino Daniel Veronese, “La persona deprimida” es un monólogo del escritor David Foster Wallace (conocido por sus libros La broma infinita y por el discurso Esto es agua) que tiene un humor negro muy claro y que ahonda en la relación de una persona con esa enfermedad con su analista y sus padres.

La persona deprimida se estrena el 11 de enero en el festival Teatro a Mil. Ocurre justo cuando en Chile las encuestas indican que una de las mayores preocupaciones de las personas es la salud mental y cuando el Termómetro de Salud Mental de la ACHS y la Universidad Católica identificaron que 20% de las mujeres presentan depresión, casi cuatro puntos más que en 2022 (entre los hombres, la cifra es de 6,8% hoy).

-¿Cómo ha sido a nivel personal, siendo mujer, interpretar una obra que habla de una enfermedad que muchas veces aqueja a las mujeres y sobre la cual hay tantos estereotipos?

-Quizás las mujeres con depresión podrían ser más tildadas de histéricas en estos tiempos, por una cosa machista. A un hombre no se le puede decir que “le llegó el periodo”. No sé, las mujeres son más atacadas desde ese lado. Pero la verdad es que yo como actriz no abordo la depresión desde el tema femenino, sino que desde el tema humano. De hecho, el título es La persona deprimida y no “la mujer deprimida” o “el hombre deprimido”.

-Derribas géneros.

-Totalmente, derribo géneros. Realmente el texto y la descripción de lo que le pasa a este personaje le puede pasar a un hombre o a una mujer por igual.

-¿Qué le pasa a este personaje que crees que es importante destacar porque podría ocurrir con cualquier ser humano?

-Hablando desde el personaje, no desde un enfermo depresivo: puede ser que haya un exceso de lucidez con respecto a la realidad. El personaje es capaz de leer o cree leer lo que los demás piensan sobre ella personalmente y con una inteligencia bastante grande al respecto, porque la mente funciona muy rápido. Va sacando cuentas y resultados muy rápido, pero no sé si esos resultados son correctos. De alguna manera el personaje tiene toda la razón, es muy posible lo que ella cree ver, pero uno también sabe que la vida no es así y que ella no es el centro del mundo. Al tener este exceso de lucidez se produce también un exceso de egolatría y de incapacidad de ponerse en el lugar del otro, porque al estar victimizada, el mundo gira alrededor suyo.

-¿Empatizas con la protagonista?

-Empatizo porque como actriz he tenido la obligación de empatizar, he tenido que ser capaz de decir ese texto pasándolo por mi cabeza y corazón con la misma paranoia que lo pasa el personaje. Además es un texto muy inteligente, muy gracioso, la gente se ríe mucho, el público se ríe con mucha culpa porque evidentemente te estás riendo de una persona que cae una y otra vez, que sufre, y entonces uno dice “cómo me voy a reír de esta persona que sufre”, pero uno se ríe porque dice “no es posible que vea las cosas de esta manera y que tenga este nivel de exigencia tan grande hacia los demás para con ella”.

-¿Qué te hace pensar eso?

-Sin duda que el daño que nos hacemos entre los seres humanos es permanente. Y el que la sociedad nos hace a cada uno de nosotros también. Yo creo que nunca para. El daño que te hace la gente que ha estado cerca tuyo, el daño que te hace la gente que más te ha querido, el daño que te pueden hacer tus padres sin querer dañarte, solamente con la obsesión de educarte y de querer pensar que te están entregando las mejores herramientas. Estamos sometidos a eso, esa es la maravilla de Foster Wallace, deja claro todo eso, solo que hay personas que lo resisten y otras que no. No hay ninguno de nosotros en esta tierra que no esté sometido a esta violencia permanente.

-¿En tu vida personal o laboral has tenido algún vínculo con la depresión? ¿Cómo es pasar de vivir este vínculo a llevarlo en primera persona como un personaje?

-Es complicado, porque yo como actriz tengo que respetar un ritmo dramático de esa obra, una dirección de Daniel y una autoría de Foster Wallace. Es jodido, porque yo sé que en el público muchas veces la han visto personas que están en depresión, yo sé que estoy hablando frente a esas personas, pero yo como actriz no me puedo encargar de compadecerlas porque no sacaría la obra, yo solamente tengo que encarnar esa mente.

-Pero a la vez el teatro puede ser una manera de generar empatía…

-Sin dudas. La gente con depresión que ha ido a verla se identifica muchísimo con el personaje y yo digo “aquí me van a matar” porque la gente se ríe o porque entro en lugares mentales que uno dice “no, no puede ser, para, detente”. Las personas que han estado más involucradas o cerca de estar en una depresión no lo encuentran divertido, pero tampoco se enojan, encuentran que es exactamente eso...

Exponer el problema

Chile vive una profunda crisis de salud mental. Aumentos de licencias médicas, de situaciones de bullying escolar, de prevalencia de ansiedad y depresión, además del consumo de alcohol y de drogas son algunos de los indicadores que evidencian esa realidad. Por eso, el Gobierno ha instalado la salud mental como un tema prioritario: le destinó más de 19.000 millones de pesos adicionales para el presupuesto de 2023; desde el Minsal se elaboró el programa “Construyendo Salud Mental” y en la Región Metropolitana se ha instalado el Plan Regional para la Prevención del Suicidio.

Consciente de este contexto, Amparo Noguera espera que el público que vea La persona deprimida “empatice con la gente que sufre depresión, trate de entenderla y que no es algo que pueda estar en manos de la familia, ni amigos. No hay diálogo posible porque es una enfermedad y hay que tratarla como tal”.

Me he dado cuenta de que la gente que está con problemas de salud mental está metida en un dolor muy grande al que uno no puede llegar.

-¿En qué sentido?

-En el sentido que yo puedo acompañarla, puedo salir a caminar, puedo prestarle el hombro para que llore, pero no la voy a sacar de la depresión. Por lo tanto la salud mental en este país tiene que tener un lugar fundamental, como lo tiene la medicina general. Las personas tienen que entender que son enfermedades que se sanan, pero se sanan con sistemas médicos, no se sanan con cariño, desgraciadamente.

-¿Qué rol tiene la obra en ese sentido?

-El teatro, como dice Hamlet, no sé si arregla el mundo o hace milagros, pero sí divide a la gente entre personas que entienden algo y otras que no entienden nada. Quizás mi aporte como actriz haciendo La persona deprimida sea recordar que la depresión es una mente a la que no se puede acceder solo desde el afecto, se tiene que atender clínicamente y que este país debe tener la obligación de apoyar la salud mental. Todos tenemos depresión. Yo creo que todos los que salimos a caminar o a tomarnos un helado es para de alguna manera sanarnos, todos los que hacemos deporte en la mañana es para tratar de darnos energía, todos los que vamos a una fiesta a tomarnos unos tragos con un amigo es para tratar de desconectar y aliviar nuestro día a día. Todos buscamos la manera de sobrevivir.

-¿Crees que tu sensibilidad hacia las personas con depresión u otros problemas de salud mental ha cambiado con esta obra?

-Sí. Me doy cuenta de que la gente que está con problemas de salud mental está metida en un dolor muy grande al que uno no puede llegar. También he entendido a las personas que rodean a aquellas personas que están con problemas de salud mental que también necesitan, a su vez, otra ayuda. Además, es más extraño que sanar una enfermedad física donde tú puedes dar un remedio y hay un resultado o donde tú entiendes por qué hay una infección, acá no entiendes por qué. Uno empieza a confesar y decir “tú eres linda, estás con tu vestido precioso, tienes un trabajo, tienes alumnos, conseguiste una entrevista” y nada de eso va a llegar al otro. La profundidad es enorme.

-Te has vuelto más empática, entonces…

-Yo creo que sí, que La persona depresiva ha hecho lo suyo en mí. Y creo que lo ha hecho junto con un cambio social importante.

-¿Qué destacas del cambio social?

- Por ejemplo, esta cosa del “no bullying”, del respeto hacia una mujer o hacia un compañero de trabajo, del no pasar ciertos límites. Por eso también la obra tiene mucho sentido ahora, porque está acompañada de un contexto en el cual se entiende más el dolor del otro. Toda esa mezcla de cosas no sé si me ha hecho ser más empática, pero sí a reconocer cuando no lo estoy siendo, por lo menos. El teatro, en general, nos vuelve empáticos.

La obra “La persona deprimida” tendrá funciones los días 11, 16, 17, 18, 19 y 21 de enero en Santiago, Til-Til y Casablanca en el marco del Festival Internacional Teatro a Mil presentado por Escondida | BHP y Fundación Teatro a Mil. Toda la información está disponible aquí.

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