Chascón y lapidario

Este sociólogo desfachatado, que hace dos años describió el derrumbe del modelo socioeconómico, ahora anima el verano con su tesis sobre la breve vida de la Nueva Mayoría e insiste en que Bachelet está en un punto de inflexión. Apasionado por la ópera y la lectura, ser padre, asegura, lo ha vuelto un poco más realista y útil. Pero solo un poco.




Paula 1166. Sábado 31 de enero de 2015.

Alberto Mayol Miranda (38) ha dicho que le habría gustado ser "un escritor drogadicto incapaz de salir de la lujuria", pero que fracasó en ese intento. Hoy, el sociólogo de la Universidad de Chile y licenciado en Estética de la Universidad Católica, es lo más cercano a un iconoclasta moderno. Un hereje chascón y rápido con las palabras, que viene machacando su mirada crítica desde su primer best seller, El derrumbe del modelo, al que siguieron los libros No al lucro, El Chile profundo y ahora La Nueva Mayoría y el fantasma de la Concertación (Ceibo Ediciones), donde sostiene que Michelle Bachelet está en un punto de inflexión: o resuelve llevar a cabo su programa de reformas o concede y "se somete a las fuerzas del destino fáctico del Chile militar y eclesial". El dilema de la Presidenta, anota en su ensayo, es "ser la mujer que cambió la historia o ser la mujer que administró el poder de los herederos de la dictadura".

¿Cuál es tu tesis respecto de la Nueva Mayoría?

La Concertación, desde el punto de vista del diseño de sociedad que propone, se define en su propio fracaso. Ellos no hicieron nada por construir lo que se propusieron al asumir el gobierno post dictadura: igualdad y democratización, que son las dos cosas en que menos avanzaron. Sí lo hicieron en modernización y crecimiento, los que a la derecha le interesaban. La Nueva Mayoría nace para superar ese fracaso, pero dentro de ese grupo los únicos que quieren hacer cambios estructurales son los miembros del bacheletismo, que no tienen ni la estructura ni la fuerza para lograrlo. Los demás, en particular la Democracia Cristiana, buscan mantener el statu quo, el modelo. Ellos son los que piden cambio de gabinete, son conservadores, mucho más que la derecha.

¿Quiénes encarnan el bacheletismo?

Un grupo pequeño integrado por el ministro Peñailillo, el resto del gabinete político, exceptuando a Ximena Rincón, que es democratacristiana, más Alberto Arenas, ministro de Hacienda, y los asesores del segundo piso.

En ese segundo piso habita Pedro Güell, al que Evelyn Matthei acusó de ser uno de los responsables del despeñadero al que, según ella, nos estaría llevando la Presidenta. ¿Es ese colega tuyo, ese sociólogo, tan influyente?

Él es bien importante. Fue Pedro Güell quien hizo el primer informe de desarrollo humano del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) en 1998. En ese informe plantea la tesis de que hay malestar en la modernización. Que él esté hoy en los equipos de Michelle Bachelet revela que la conciencia del malestar social que provoca el modelo está presente en sectores de la Nueva Mayoría. Y eso para la derecha es muy complicado porque ellos ya "concedieron" entregar al dictador, pero no su obra. Ese modelo de sociedad debe preservarse, porque produjo una gran modernización, aunque haya algunas expectativas que no se cumplen. Eso es lo que sostiene la derecha y los conservadores de la vieja Concertación.

Mientras despacha un espresso, Alberto resume la actual división ideológica de Chile en tres grupos: la derecha, que piensa que no hay malestar y sí modernización con el modelo; la Concertación, que reconoce que hay malestar y hay modernización, y los que, como él, creen que hay malestar y no hay modernización. "Esta tercera mirada no tiene ruta política; es más bien un deporte intelectual", sentencia.

A propósito de deporte intelectual, tus críticos afirman que tus análisis no plantean soluciones para Chile y las paradojas de su modelo económico, ¿qué les respondes?

En Chile tenemos un Estado que cuenta con un presupuesto de 60 mil millones de dólares anuales y me piden a mí, que soy un huevón endeudado, que tenga una respuesta para el crecimiento y el desarrollo del país. Francamente, me parece el colmo. O sea, ¿de qué estamos hablando? Siempre he estado dispuesto a hablar con los políticos. Cuando me ha llamado un político de cualquier partido, me he juntado con él, le he mostrado cifras, proyecciones, he colaborado.

¿Te han llamado los de izquierda y los de derecha?

Nunca me han llamado de la derecha, ni siquiera para debatir. Es que la gente de derecha es como traumatizada. Y, cuando critican mis cosas, ni siquiera las citan.

Enero estuvo marcado por la explosión del Caso Penta y el detalle de los mails con las  peticiones de financiamiento de manera irregular para sus campañas. ¿Cómo lees este tema?

El Caso Penta es la cristalización de la fractura entre lo social y lo político, es el arquetipo del abuso, que es la nueva dimensión que define la estructura del conflicto central en la sociedad. En este caso, esos correos marcarán la comprensión masiva de un hito grave y muy poco estético. El lucro y los políticos han quedado unidos simbólicamente. Y el poder político, luego de este caso, queda visiblemente puesto por debajo del económico.

"El caso Penta es el arquetipo del abuso... Esos correos marcarán la comprensión masiva de un hito grave y muy poco estético. El lucro y los políticos han quedado unidos simbólicamente".

Otro tema actual son las reformas educacional y laboral que propicia el gobierno. ¿Cuánto amenazan al modelo estas iniciativas?

Estas reformas afectan poco al modelo. Le generan más regulaciones, pero es el mismo modelo de siempre. La Nueva Mayoría nació fantaseando con un cambio de modelo, pero siempre tuvo claro que no lo haría. La Nueva Mayoría está parada en un lugar inexistente, pues no tiene claro qué sociedad quiere, sino qué reformas tiene que hacer para parecer menos neoliberal. Los grupos de derecha, la DC y los fácticos ven con preocupación las reformas, no porque sean radicales, sino porque temen que abran la puerta a genuinas transformaciones.

Mayol cree tan poco en los cambios hechos por los gobiernos de la Concertación que sostiene de manera tajante que, en estas tres décadas, Chile no ha superado la pobreza. "Solo hay menos pobres estadísticos. Un ejemplo: todos los pensionados de Chile están fuera de la línea de pobreza, pero el 50 por ciento de ellos recibe la pensión mínima, que son 80 mil pesos al mes, 5 mil pesos más que los 75 mil que marcan la línea de pobreza. ¿Se puede dejar de ser pobre por 5 mil pesos extra mensuales? La reducción de la pobreza es un evento estadístico cuyos resortes reales son cuestionables", sentencia con la misma rotundidad que hace más de tres años les habló a los empresarios en Enade.

15 MINUTOS DE FAMA

¿Cómo te convertiste en el niño-símbolo de la Enade 2011, escenario donde tu performance llamó mucho la atención?

Creo que alguien me vio en CNN, en una entrevista a propósito del movimiento estudiantil. Entonces no había mucho repertorio conceptual para analizar ese fenómeno, porque en Chile todos están esperando que pasen las cosas para poder diagnosticarlas, y yo ofrecí un diagnóstico. Lo que supe después es que había interés en tener a alguien vinculado al movimiento estudiantil, pero no querían a un líder estudiantil por el miedo típico que se politizara el evento. Buscaban a alguien más académico y me habían visto en televisión.

Mayol aceptó la invitación, decidido a usar estratégicamente sus 15 minutos de fama en el encuentro empresarial más importante del país. Tenía que hablar 20 minutos, pero estuvo 45 haciendo oídos sordos a las alarmas que le avisaban que su tiempo se había agotado y buscando las zonas iluminadas del escenario cuando le empezaron a cortar la luz.

¿Qué fue lo que pasó?

Cuando uno se dirige a un público que está en tu contra, lo primero es conseguir que te escuchen, que no se cierren. Y para eso hay que partir bien, agarrarlos con buenas imágenes, algo de humor y, sobre todo, hablarles en su idioma. Nada que ver decirles a los empresarios que la gente merece derechos sociales; eso no lo entienden. A ellos les interesa la eficiencia. De eso les hablé. Les demostré con datos que el concepto central del modelo económico, la eficiencia, no se cumplía. Les dije que en 2030, el 55 por ciento de los chilenos no van a llegar a las 80 lucas mensuales de pensión. ¿Eso es eficiente? Evidentemente, no. Les hice ver que los colegios de ellos, bonitos y caros, donde van sus hijos, en calidad de educación son peores que un colegio del campo en China. ¿Eso es eficiente? No. El sistema de isapres está diseñado para gente sana. Si te enfermas, estás frito. O sea, no es eficiente… Quedaron bien impactados.

"Nunca he tenido muchos amigos. Siempre he sido un solitario. Soy callado, casi no hablo. En el colegio tuve la astucia de relacionarme con los grupos agresivos, lo que me protegió del bullying. Me daba cuenta de que estaba en el límite de convertirme en víctima, por eso me acercaba a esos grupos".

¿Y cómo te sentiste tú?

Nunca había ido a la Enade, pero entendía el sentido ideológico del lugar, lo que se articula ahí, y sabía que podía decir cosas interesantes, al margen de la incomodidad del momento. Además, a mí me gustan los lugares donde formalmente uno está incómodo, creo que hacen bien. Sentí también que había incomodidad en ellos conmigo.

¿Te pasa seguido que no cuadras en los lugares?

Nunca he cuadrado mucho. Las fiestas para mí siempre han sido un infierno. Lo pasaba mal en los colegios. En el pregrado de la Chile fue uno de los lugares donde me sentí cómodo por primera vez y en el doctorado en España.

Allí hiciste amigos.

Nunca he tenido muchos amigos. Siempre he sido solitario. Puedes no creerme, nunca me creen, pero soy muy callado, casi no hablo. En el colegio tuve la astucia de relacionarme con los grupos agresivos. Eso me protegía del bullying, cuestión que es muy fuerte en Chile. Me daba cuenta de que estaba en el límite para convertirme en víctima, por eso estaba muy atento y me acercaba a esos grupos.

INÚTIL

Que Alberto sea el segundo hijo del periodista Manfredo Mayol, un comunicador ligado al gobierno de Pinochet y a la derecha, en particular a la UDI, es una circunstancia que hace más llamativo su reconocido izquierdismo.

¿Qué seas de izquierda podría ser por rebeldía filial?

Para nada. Mi papá es del Colo, yo de la U; él de derecha, yo de izquierda; y no hay drama. Tenemos un buen diálogo.

Algunos te acusan de cuico, de pije de izquierda.

Nací en La Cisterna y me eduqué en esa comuna. La única razón que podría explicar esos comentarios es que mi papá gana bastante bien como asesor de empresas. Es como Tironi, pero más pobre. No tiene patrimonio, porque se lo gasta todo, y yo no soy sujeto de herencia.

Alberto tenía 6 años cuando sus papás se separaron. Es el segundo de los cuatro hijos que tiene su padre. Se crió en la casa de su abuelo materno Alberto Miranda, un inmigrante español de quien heredó el nombre y el gusto por la lectura. Hizo su enseñanza básica en el Colegio Princess Anne de La Cisterna, "un lugar rarísimo, donde no eran de derecha ni de izquierda, sino ¡carreristas!", y luego pasó a Las Américas, en Providencia, un establecimiento de la masonería, que después fue comprado por los Parisi.

Durante dos años trabajó sin recibir sueldo a cambio. También tuvo por oficina una cocina en el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Pero opina que en un entorno donde todo funciona perfecto no se encuentra nada interesante. "La precariedad ayuda mucho al ser humano".

También confiesa que con su papá ha tenido etapas de cierto distanciamiento, no por rebeldía, sino por dejación. "Soy distante en general. Si no me llaman, no llamo".

¿Tienes relación con tus tres medios hermanos?

Me veo con ellos. Nos parecemos. Hay una cosa nerd en todos en la que me reconozco. Mi media hermana mayor trabaja en el mundo académico, la que viene después está en Ingeniería de la Chile. Son más o menos académicos, pero más realistas, más útiles que yo.

¿Te encuentras inútil?

Me considero más útil de lo que me gustaría. Valoro mucho el ocio y, para mí, mi trabajo es como ocio, porque me gusta mucho, y eso es raro. En Chile hay que sufrir, pasarlo mal en el trabajo, para que la gente valore lo que haces. En mi caso, si pasa un día en que no he trabajado me siento mal. Que en las vacaciones cierren la universidad, es de una crueldad absoluta conmigo.

Tanto le gusta lo que hace, que durante dos años no recibió ni un peso por su trabajo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Chile. "A cada rato me ponían problemas. Me quitaron la oficina seis veces, me borraron el computador. Nunca supe si los que la dirigían eran los responsables de ese trato o simplemente eran blandos con los que me boicoteaban".

Insólito. ¿Cómo pudiste estar dos años sin que te pagaran?

Con muchas deudas. Todavía las tengo. Las guardo con mucho cariño. La verdad es que no me importaba mucho. Estaba escribiendo, pasándolo bien, investigando cosas interesantes. Podía no tener un peso en la cuenta, pero estaba haciendo lo que quería y me gustaba.

EL FUNCIONARIO ATÍPICO

Ahora trabaja en la Universidad de Santiago, donde se reúne Oikos, su equipo multidisciplinario. "Oikos significa hogar y es la base de la palabra economía. Somos unos diez y no hay organigrama, porque el esquema típico de los grupos de investigación es muy jerárquico y no sirve. Nosotros podemos hacer cosas más interesantes, rápidas y mejores, al ser un grupo acotado y flexible. No dependemos del financiamiento porque vivimos en la irrealidad. En la Usach me tratan bien, tenemos oficina, computadores y hasta aire acondicionado. Un lujo, comparado con los ocho años en que tuve un equipo de estudios trabajando en una cocina del Instituto de Asuntos Públicos de la Chile.

¡Qué precariedad!

Es indispensable un poco de precariedad para encontrar algo valioso… Creo imposible hacer ningún hallazgo interesante en un entorno donde todo funciona perfecto. La precariedad ayuda mucho al ser humano.

Digamos que el hambre es un estado creativo.

Sí, eso es muy Baudelaire. Tiendo a creer que sí, y el hambre también es una cuestión espiritual. De hecho esta es una sociedad con muy poca hambre. Estoy bien complicado con lo que veo en los estudiantes. Aunque hoy luchan por algo importante, igual han ido aceptando el modelo, que es muy pragmático, basado en el qué vamos a comer mañana. Me han tocado alumnos que dicen "profe, usted está hablando de algo que a mí no me sirve en lo que voy a trabajar mañana". Como profesor, esas actitudes deprimen.

Alberto Mayol dice que siempre tuvo una fuerte vocación intelectual, la que atribuye a su papá, a su abuelo y a su tío materno Alberto Miranda (ambos se llamaban igual). Escogió Sociología, aunque primero pensó en ser filólogo, lo que es coherente con su amor por las palabras.

¿Qué haces más: leer o escribir?

Escribo mucho, pero leo mucho más. Leo dos novelas por semana. Y desde hace años participo de un programa en la radio Universidad de Chile donde comentamos libros. Lo dan a las 9 de la noche los sábados, un horario en que nadie escucha. Siempre ando trayendo libros de Arthur Miller. Me encanta como escribe.

¿Es cierto que te fascina la ópera?

Hoy ya no puedo estar abonado al Teatro Municipal, pero lo estuve cuando fui jefe de investigaciones del Banco Estado y podía darme ese lujo. El problema de la ópera es que comprar los laterales no sirve, hay que pagar entradas caras para disfrutar de la obra frontalmente. Me metí en esto a partir de la música clásica. De Mozart pasé a sus óperas y me vi seducido por las puestas en escena.

Con tu look oscuro y tu pelo largo habría pensado que te gustaba el rock pesado.

Ni una posibilidad. No entiendo la música contemporánea, la forma de construir las melodías, las armonías, la letra, que suele carecer de función poética.

Por el abono al Municipal añora su época de prosperidad cuando era "el funcionario más atípico del Banco Estado". Dice: "Fue mi etapa de gustos sofisticados: en música y libros se iba todo mi sueldo. ¡Ah!, y también compré a crédito una casa en Ñuñoa, que me quedaba al lado de la U. Ahora trabajo en la Usach, en Estación Central; o sea, quedé súper mal. La vida siempre guarda esas ironías".

Reconoce que hoy no se puede permitir el desinterés material que lo llevó a trabajar un par de años sin sueldo ni excederse en los gastos. Esto porque desde hace un año y seis meses existe Alessandro, el hijo que nació de su relación con Claudia, una cientista política nacida en Venezuela.

¿Te cambió la vida ser padre?

Claro que me la cambió. Yo soy malo para la realidad y un hijo es como toda la realidad junta.·

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