Débora Solís, Directora APROFA: “Los Derechos Humanos no son neutrales y los sexuales y reproductivos no son la excepción”




Débora Solís es profesora de Educación Diferencial por formación pero hace años su carrera tomó otro rumbo. Uno que la llevó a convertirse en Psicóloga Social y Educativa para luego continuar especializándose en Género, Salud Sexual y Salud Reproductiva.

Hoy es Directora Ejecutiva de APROFA, ONG chilena dedicada a la promoción y defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las personas. La organización ofrece atención de salud sexual con perspectiva de género y otro de sus focos de trabajo es la educación en salud sexual integral (EIS) y cómo esta impacta, sobre todo, la vida de las mujeres. Esa es precisamente una de las consignas que más apasiona a Débora, quien ha enfocado su carrera en promover y trabajar participando en en diseño de políticas públicas EIS.

Y el impulso que la ha movido en la misma dirección en estos últimos años es lograr que la salud sexual y reproductiva deje ser un lujo que solo algunos pueden permitirse. “La desigualdad de acceso es aberrante, lo veo cada día. Pocas personas tienen la posibilidad de informarse y decidir, mientras que a una gran mayoría le toca asumir o llevar lo que se puede”, comenta Débora. “Entonces cuando una está en este lado, trabaja para que lleguemos a ser un país más justo y esto último es impresionantemente movilizador”.

¿Por qué te parece que es relevante que se retome la discusión sobre Educación Sexual?

Tengo la convicción de que no hay mejores o peores momentos para la implementación de la Educación Integral de la Sexualidad, sino más bien, un imperativo ético que no hemos sabido cumplir como país. Es un derecho humano según la declaración de las Naciones Unidas y Chile definitivamente está al debe en este aspecto.

Pero también porque la sexualidad es un aspecto central del ser humano, y por tanto es necesario avanzar en vincular las temáticas que forman parte de una misma persona. Es fundamental que la política mire interdisciplinariamente estos temas. Se trata de avanzar en dignidad para que las personas, independientemente de su edad, puedan recibir información que les permita vivir de mejor manera, y que las y los cuidadores tengan herramientas para acompañar mejor esos procesos. Hay que comenzar a despejar mitos e imprecisiones que han marcado la vida de tantas generaciones y que solo con información y educación se puede cambiar.

¿De qué forma te gustaría ver plasmada la educación sexual en la nueva Constitución?

Me gustaría verla como un Derecho Humano garantizado para todas las personas que hoy viven en nuestro país. Eso es lo único que posibilitará salir de la discrecionalidad que existe hoy en día y que deja a la gran mayoría sin acceso a información y que muchas veces expone a la perpetuación de informaciones erróneas.

No contar con las herramientas necesarias te hace vulnerable a situaciones de violencia y permite que se generen un montón de instancias cuyas consecuencias vemos actualmente: prácticas sexuales sin uso de métodos de prevención o anticonceptivos, que se reflejan en las altas cifras de infecciones de transmisión sexual existentes, la prevalencia del VIH, etc. También me gustaría ver la educación sexual asumida por la comunidad educativa donde todos los actores de esta comunidad estén involucrados: asistentes de la educación, docentes, equipos psicosociales y directivos y directivas de manera cohesionada y trabajando por un fin común.

¿Crees que se puede discutir de forma inclusiva un tema que repercute de forma particular sobre la mujer?

Uno de los aprendizajes importantes en esta materia es dejar de decir que estos temas son únicamente preocupación de niñas o mujeres en general, para trasladarlo hacia un tema de todas las personas independientemente de sus orientaciones, identidad, sexo, género, etc. Relacionarlo solo a las mujeres nos hace asociar la sexualidad únicamente con la reproducción y eso nos hace retroceder enormemente como país. Por el contrario, es fundamental vincular a todas las personas y todos los aspectos de la vida para así lograr mejoras sustantivas en las relaciones sociales.

Existe importante evidencia acumulada que da cuenta que para vivir una vida sexual plena y segura no solo hay que saber, también es determinante el lugar donde habitamos, los recorridos que hacemos, el acceso a la salud, a la recreación, el establecimiento educativo al que se asiste, es decir, el ser humano y su contexto.

¿Qué es lo más gratificante para ti de dedicarte a trabajar en estos temas?

Trabajar en la defensa de la salud sexual y reproductiva es muy gratificante, sobre todo cuando puedes comprobar a través de testimonios la importancia que tiene para las personas que estas temáticas se visibilicen y sobre todo, se les permita acceder en la práctica, o en el cotidiano a tener salud sexual y reproductiva. Estar en contacto con muchas personas que buscan orientación y acompañamiento y que encuentran un apoyo especializado que les posibilite realizar mejoras en sus vidas. Es un trabajo que cada día te abre nuevos desafíos y que le da sentido no solo a la vida de quienes trabajamos en esto, sino que nos hace hacer comunidad para cuidarnos y resistir a las adversidades.

¿Por qué generar una política de Educación Sexual todavía es un tema que polariza tanto las opiniones en Chile?

Claramente trabajar en temas asociados a la sexualidad genera cosas, a veces positivas a veces negativas. Nuestro país ha tenido importantes avances en los últimos años en diferentes áreas, sin embargo una de sus principales deudas también está en la ausencia de políticas públicas que garanticen el acceso a derechos sexuales y derechos reproductivos de todas las personas. Y esto no es una casualidad. Se trata de derechos que generan controversia, básicamente por lo que implica su ejercicio. Son derechos que otorgan libertad de vivir la vida reproductiva. Entonces, decidir acerca de tener o no tener hijos o hijas, cuántos tener, con quién tenerlos, con qué espaciamiento, cómo prevenir, etc. Se mete en temas delicados para ciertos sectores de la sociedad. Más aún cuando también estos derechos te posibilitan optar acerca de la vida sexual sin que necesariamente esté vinculada a la vida reproductiva. Entonces podemos hablar de consentimiento, de placer, de decisiones libres, etc. Los sesgos personales y creencias muchas veces impactan a los puestos de poder tanto legislativos como gubernamentales, dejando de lado el objetivo primordial que es impactar en el bien general de la población. En ese sentido, por ejemplo, acceder a información correcta para tomar decisiones, se ve dificultado por la predominancia de mitos y estereotipos asociados a la sexualidad. Y se dejan de lado los argumentos con base científica que finalmente son los que debiesen prevalecer.

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