El modelo de Islandia

ilustracion islandia

Existe un país donde dejó de estar de moda tomar trago entre los adolescentes y donde encontrar a un joven que fume tabaco o marihuana es algo excepcional. Ese lugar es Islandia y lo logró con un método que acaba de ser importado a seis comunas de Santiago.




El problema Islandés

Alarmadas. Así estaban hace exactamente 20 años las autoridades islandesas con las cifras juveniles sobre consumo de tabaco, alcohol y drogas, que los situaban en el primer lugar de abuso de sustancias de Europa. El asunto era serio: 42% de los jóvenes entre 14 y 16 años había tomado trago en los últimos 30 días, 23% fumaba tabaco a diario y 17% había probado al menos una vez marihuana. Una década después las cifras se habían reducido drásticamente. Hoy, el país nórdico exhibe porcentajes que no superan los dos dígitos: solo 5% de los jóvenes toma todos los días, 2% fuma tabaco y 6% marihuana. Mientras, la media europea es de 47%, 13% y 7% respectivamente. ¿Cómo es que este país, de poco más de 300 mil habitantes, logró cambiar los hábitos de sus adolescentes?

"Si yo fuera director de una empresa y estos datos fueran el balance de las ganancias, lo más probable es que me despedirían", bromea Jón Sigfússon, director del programa Youth in Iceland (Juventud en Islandia), experto en salud pública y cofundador del Centro Islándico para Investigación Social y Análisis (ICSRA). Se trata de un modelo de prevención que se basa en evidencia científica. "Es un enfoque mecánico de transformación de la sociedad con tres mensajes ridículamente simples, pero que garantizan el éxito: pasar al menos una hora al día con la familia, participar en alguna actividad organizada -idealmente deportiva-; y alinear un discurso claro, sin ambivalencias ni relativismos: no al tabaco, no al alcohol y no a las drogas antes de los 18 años. Nada de mensajes al estilo de 'prefiero que tomes desde chico para que después no te emborraches' o 'prefiero que tomes en la casa a que lo hagas fuera'", explica tajante. Y agrega: "Los jóvenes que cumplen con estos pilares tienen tan solo 1% de posibilidad de convertirse en consumidores".

Junto con la socióloga Inga Dóra Sigfúsdóttir, cofundadora de ICSRA -entidad encargada de suministrar los datos para concretar el modelo-, analizaron en qué fallaban los programas preventivos anteriores. "La mayoría estaba basado en educar sobre los efectos nocivos del alcohol y drogas -que claramente no surtían efecto-, pero se desconocía qué llevaba a los adolescentes a consumirlos", dice Sigfússon.

Para ello, elaboraron una detallada encuesta que aplicaron a jóvenes entre 14 y 16 años y que desde entonces se ha realizado cada 2 años hasta hoy. "¿Has probado alcohol alguna vez? Si es así, ¿cuándo fue la última vez que lo hiciste? ¿Cuánto tiempo pasas con tus padres? ¿Tienes una relación estrecha con ellos? ¿Qué haces después del colegio?", son algunas de las 70 preguntas del cuestionario que, entre otras, evalúa aspectos como suicidabilidad, depresión, angustia, relación con los pares, deserción escolar, sexualidad, violencia, delito. Un mapeo que permitió elaborar informes específicos para cada colegio y municipio y detectar los factores protectores y de riesgo a nivel local.

Con resultados en mano, un pilar del modelo fue coordinar a todas las entidades científicas y legislativas, así como autoridades a nivel local y nacional, y fuerzas de orden. "Detectamos que, aunque bien intencionados, cada organismo trabajaba de forma independiente. Lo que hicimos fue afinar a todos para trabajar como una sinfonía. Y eso no necesariamente es invertir recursos; es solo un esfuerzo de coordinación", explica el especialista.Entonces el panorama cambió. La mayoría de edad pasó de los 16 a los 18 años. Se penalizó la compra de tabaco para menores de 18 años y la de alcohol para los menores de 20. Y se prohibió la publicidad de ambas sustancias. De todas, una de las medidas que más ha llamado la atención es la que la prensa internacional ha llamado el "toque de queda infantil", que prohíbe a los adolescentes de entre 13 y 16 años andar solos por las calles después de las 8 y las 10 de la noche, respectivamente."Puede sonar a coerción o autoritarismo. Pues no lo es. Está comprobado que los factores ambientales son los más determinantes en un modelo de prevención. Lo que hemos logrado es garantizar que los jóvenes, por voluntad propia, le digan no al alcohol y a las drogas", concluye Sigfússon.

Tiempo con los hijos

"La pregunta no es: '¿Qué les pasa a los adolescentes?', sino: "¿Qué están haciendo mal los padres?", dijo en una entrevista a BBC Ólafur Ragnar Grímsson, ex presidente de Islandia, electo en 1996 y quien fue re elegido en su cargo por 20 años. Es uno de los promotores de Youth in Iceland y, a su juicio, los padres siempre culpan a las policías o a los gobiernos sobre el problema de las drogas. "La primera línea de defensa somos los padres", decía convencido. Desde sus inicios, el modelo se planteó llegar a ellos antes de que sus hijos comenzaran a beber y a probar drogas por primera vez.

Por ley se formaron organizaciones de padres en todos los colegios para reforzar los vínculos entre ambos y se creó Casa y Escuela, el organismo nacional que los agrupa y coordina. Visados por este último, los padres firman acuerdos que varían según la realidad de cada sector. Algunos pueden decidir, por ejemplo, que sus hijos no hagan fiestas sin supervisión de un adulto. Otros, en tanto, podrían definir el mismo horario de llegada para sus hijos después de algún panorama. Y se creó el Día de la Prevención, donde celebridades del deporte y la televisión envían mensajes sobre vida sana a niños y adolescentes.

Además, se instó a los padres, simplemente, a estar con sus hijos, por sobre dedicarles "tiempo de calidad" esporádicamente. Se propuso una hora diaria. Hoy, los islandeses pasan hasta 4 horas al día en familia y la mayoría ha adoptado una norma familiar de no mirar el celular mientras están juntos.

La última medida fue convocar a todos los padres y cualquier adulto responsable del cuidado de un adolescente a asistir a charlas gratuitas de habilidades parentales correctas, promoviendo el modelo autorizativo: firmeza con cariño; advertencia con consecuencia, pero con respeto. "Sucede que muchos padres amenazan y no cumplen las consecuencias, entonces pierden el poder. Los hijos deben saber que la familia es una jerarquía con participación y que las normas las ponen los padres", explica Mariano Montenegro, siquiatra de la Universidad de Chile, ex director de Senda, actual consultor internacional en prevención de drogas y uno de los impulsores del método islandés en Chile. Según explica, el modelo autorizativo tiene tres ejes: "El primero es amor, que se refiere a las formas de estar cerca de los hijos con cariño, confianza, respeto y reconocimiento y que se deben reforzar a diario; luego está la monitorización, que es saber qué hacen los hijos y finalmente disciplina positiva, que son normas y límites claros. Es ejercer una autoridad cariñosa, sin confundir con autoritarismo. Este aspecto les cuesta mucho a los padres modernos, pues creen que poner normas es anticuado. Craso error", explica el siquiatra.

El uso del tiempo libre

En 1998, cuando comenzó Youth in Iceland, los investigadores detectaron que la ecuación de padres trabajólicos y ausentes y la escasa oferta de actividades extracurriculares post colegio, detonaba en los adolescentes una gran cantidad de tiempo libre que desperdiciaban fumando y tomando en las plazas, principalmente los viernes por la tarde. Hoy, las plazas están vacías, incluso los viernes. En su lugar, los jóvenes invierten su tiempo libre en la infinidad de actividades que les ofrece su municipio, especialmente deportes de todo tipo.

Basándose en los estudios que hablan de que el origen de las adicciones está en la química cerebral y que el sustituto natural de las drogas es el ejercicio, pues libera endorfinas que dan una sensación de bienestar similar a estar drogado, los islandeses aumentaron el financiamiento estatal de los clubes deportivos, pero también de las escuelas de arte, danza y música. "La finalidad era ofrecer a los jóvenes otras alternativas para sentirse parte de un grupo y de sentirse a gusto con otra cosa que no fuese consumiendo drogas y alcohol", dice Sigfússon. Las familias que tenían menos ingresos recibieron una subvención estatal para participar en ellas. Por ejemplo, en Reikiavik, la capital donde vive una tercera parte de la población del país, se implementó una Tarjeta de Ocio, con US$ 330 mensuales por hijo para pagar actividades recreativas.

Modelo a la chilena

Justo cuando los islandeses obtenían bajas positivas en sus índices de consumo, por estas latitudes sucedía la situación inversa. Hoy, 6% de los estudiantes chilenos de 8° a 4° medio fuma a diario, 35,6% ha consumido alcohol en los últimos 30 días y uno de cada 3 ha probado marihuana, según el Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar del Senda (2015). "No existen, hasta ahora, datos tan específicos sobre los hábitos de consumo en los jóvenes. Los datos que hay son solo a nivel regional, por eso este modelo brindará detalles de la realidad de cada municipio", dice el doctor Humberto Soriano, presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría quien, representando a otras sociedades científicas, convocó en 2017 al equipo islandés a Chile para explicar el proyecto. Su preocupación es el alza en el consumo de marihuana, que pasó de 7,9% de jóvenes escolares que en 2001 la fumaban al mes, a 20,1% que lo hacían en 2015, según Senda. "Esto se debe principalmente a la trivialización con respecto a su consumo, pues el debate instalado en la prensa, apunta a su inocuidad y legalización, lo que genera en los jóvenes la noción de que es mejor fumar marihuana que tomar alcohol, con el argumento de que es natural, por ejemplo", dice Soriano. Y añade: "Su consumo persistente antes de los 18 años, disminuye el CI entre 6 y 8 puntos menos de manera irreversible".

En enero pasado se firmó un compromiso -el primero en América- para implementar el modelo durante los próximos 5 años en 6 comunas de Santiago: Colina, Lo Barnechea, Renca, Melipilla, Peñalolén y Las Condes. Y se evalúa que pronto se sume Punta Arenas. De esta forma, en junio de este año se aplicará la encuesta a todos los alumnos de segundo medio de recintos municipales, subvencionados y particulares. Son más de 8 mil estudiantes que la responderán para obtener una radiografía de ellos. La idea es replicarla cada 2 años y, al quinto, evaluar los resultados. "Es una metodología participativa y comunitaria, que se adapta a todas las realidades, precisamente por eso se implementa de abajo hacia arriba, pues los primeros cambios se experimentan a nivel local beneficiando a los sectores más vulnerables", dice el siquiatra Carlos Ibáñez, jefe de la Unidad de Adicciones de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile, organismo que actuará como asesor técnico de todo el proceso, en conjunto con el ICSRA.

"En Islandia, la coordinación entre ciudadanía y Estado ha permitido un eficaz modelo que redujo el consumo de tabaco y alcohol en los jóvenes. Y, de paso, unió a las familias y ha permitido que los jóvenes sean sanos en todos los sentidos. Puede que exista recelo de muchas personas en los lugares donde se implementará pero, ¿acaso sus beneficios no superan con creces sus costos?", se pregunta el doctor Montenegro.

A nivel planetario

Tras el comprobado éxito islandés, en 2006 se creó el programa Youth in Europe, que ya suma 30 municipios de 15 países europeos, entre ellos, Tarragona, en España. Hoy, el modelo se conoce como Planet Youth, que ya se implementó en tres países de África y en Chile, siendo el primer país de América en sumarse al modelo.

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