El sueño de Karin Villar de ampliar su familia después del diagnóstico de cáncer

Karin Villar (38) fue diagnosticada con cáncer hormonal en etapa dos a los 36 años.

A los 36 años, la ortodoncista recibió el diagnóstico de cáncer de mama, cuando ya tenía dos hijos, sin embargo, su deseo de ampliar la familia no se desvaneció. Gracias al proyecto de oncofertilidad de la Clínica de Reproducción Humana de la Universidad de Valparaíso, pudo preservar sus óvulos de forma gratuita, antes de comenzar el tratamiento de quimioterapia. Esto le permitió mantener vivo el sueño de tener una familia numerosa.




Karin Villar (38) fue diagnosticada con cáncer hormonal en etapa dos a los 36 años. Tenía una micro metástasis en un ganglio de la axila en la mama derecha. Cuando recibió la noticia, se vio a sí misma tiritando frente a la enfermera del Ges mientras le comentaba todo lo que tenía que hacer, aunque le costaba seguirle el ritmo porque era demasiada la conmoción y demasiada la información.

“Te dicen ‘tienes que hacer aquí y allá’. Y yo lo único que pensaba era que tenía que trabajar para mantener a mis hijos, pagar el colegio y mi crédito hipotecario. La enfermera me decía ‘No vas a poder trabajar. Debes ir a la isapre, empezar terapia con una psicóloga, etcétera’, y además de eso te dicen que tu fertilidad se puede dañar”, recuerda Karin, para quien justamente ver su maternidad comprometida fue particularmente difícil.


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Su ginecólogo le comentó de un proyecto de oncofertilidad de la Clínica de Reproducción Humana de la Universidad de Valparaíso que ofrece de forma gratuita para los habitantes de la quinta región la preservación de óvulos, en su caso, antes de empezar el tratamiento contra el cáncer. “Para mí fue una solución inmediata. Antes de tener cáncer tenía la proyección de tener más hijos. Me hubiera gustado tener una familia numerosa, con hartos hijos. Con este proyecto esta decisión puede seguir pasando por ti cuando pierdes el control de tantas cosas”, dice Karin, ortodoncista y madre de dos niños de 4 y 9 años.

Aníbal Scarella, director de la Clínica de Reproducción Humana de la UV, considera que “los pacientes que se someten a este tratamiento muchas veces tienen un doble incentivo de vida. Vemos que el preservar su fertilidad también es un estímulo de vida y de lucha, porque muchas veces la paternidad o la maternidad es un anhelo”.

El proyecto lleva construyéndose hace más de diez años y hace dos cuenta con financiamiento del gobierno regional. “Para los pacientes de la quinta región por el momento es totalmente gratuito. El resto de los pacientes de Chile puede acceder a un costo mínimo, que es básicamente el pago de los insumos que utilizamos. Desde el punto de vista médico, estas células que quedan congeladas tienen una vida ilimitada, pero desde el punto de vista bioético nosotros restringimos la fertilidad hasta los 50 años, de manera que esa persona, cuando logre un embarazo, tenga la vida suficiente para ejercer una paternidad o maternidad que se proyecte en el tiempo. Nos preocupamos de quienes consultan, pero también de quienes están por nacer”, asegura el especialista.

Claudia Palacios, embrióloga del proyecto, explica que se “realizan tres técnicas: criopreservación de ovocitos, de espermatozoides y la criopreservación de corteza ovárica. Son criopreservados de manera muy cuidadosa y con una trazabilidad que nos permite saber de quién son los ovocitos, en este caso, las condiciones en las que están almacenados y seguir todo el proceso”.

Nuevas oportunidades

“La palabra cáncer tiene un peso muy grande y que, por lo menos en mi cabeza, está relacionado con la muerte. Por eso lo afronté con mucho miedo”, dice Karin, para quien el diagnóstico fue sorpresa, ya que no tenía antecedentes familiares y estaba en una edad infrecuente de diagnóstico.

El plan de su tratamiento inicial consistía el reducir el tamaño del tumor con quimioterapia y continuar con una cirugía de resección parcial de la mama. Partió con las quimioterapias y durante ese tiempo se tomó un test genético que arrojó que es portadora de la mutación genética BRCA1, lo que terminó por cambiar el enfoque y continuar con una mastectomía bilateral. “Terminé la quimio y tuve que hacerme la idea de una cirugía más radical, pero lo hice y luego continué con radioterapia. El tratamiento duró aproximadamente un año. Ahora tengo pendiente la cirugía reconstructiva de las dos glándulas”.


Especial Paula: Después del diagnóstico

Para Karin, la mastectomía no fue un tema que le afectara tanto como la caída del pelo. “Hasta lo veo como más anecdótico. Nunca pensé en operarme, en una cirugía estética. Ahora lo siento más cómodo que antes, porque era una persona con buen volumen de busto, y con los expansores que te dejan puestos puedes trotar mejor y es súper cómodo. De lo malo, miro lo bueno”, asegura Karin, quien espera en enero la cirugía reconstructiva.

Actualmente está en un tratamiento de 7 años de tamoxifeno para evitar que se desarrolle otro cáncer hormonal y también con Olaparib, un medicamento para tratar su mutación genética que debe tomar por un año. Este le causa fatiga y anemia, por lo que tiene que monitorear todos los meses sus niveles con exámenes de sangre.

Para Karin las instancias del diagnóstico y del fin de su tratamiento no fueron determinantes como inicio y fin de una etapa. “Nunca toqué la campana de la sala de quimioterapia. Nunca sentí eso de ‘te vas a recuperar’, ‘lo vas a vencer’ o ‘ya estás de alta’, porque no fueron palabras utilizadas. Esto es una ruleta rusa, puedes tener una célula que se arranca y cambia el pronóstico de un día para otro. Yo me enfoqué en hacer todo lo que estaba a mi alcance para poder recuperarme y, por otra parte, preocuparme de cumplir mis objetivos de vida. Me propuse cumplir toda mi lista de deseos. Va a sonar súper feo, pero de una forma pensé en cómo puedo morirme tranquila, porque a todos nos va a llegar ese momento. Yo quiero estar tranquila, saber que hice lo que quería. Traté de tomar esta segunda oportunidad para disfrutar cosas simples y vivir a concho”.

¿Qué había en esa lista de deseos, Karin?

Entrené por meses para correr en la maratón de Viña. Nunca había hecho algo así y lo hice incluso con mi fatiga y mi anemia. Hace unas semanas fui a un curso de automaquillaje. También viajé un poco e hice proyectos de negocios. Hace muchos años había pedido un financiamiento al banco para levantar un centro de rayos. Me dijeron que tenía cáncer y también recibí la respuesta del financiamiento, entonces pensé que debía ser una señal. Así fue como con una socia pudimos desarrollarnos en el lado del emprendimiento.

¿Y la maternidad a futuro sigue siendo un sueño?

Afortunadamente tengo dos niños. Creo que si no hubiese tenido hijos, habría sido más difícil todavía afrontar el cáncer. Porque antes de esto yo no sabía que la quimio podía dañar tus ovarios de por vida. Es súper estresante. Imagínate que tienes que enfrentarte a una situación en la que vives o mueres. Para mí la maternidad es un proyecto muy importante. Siento que, si no hubiera cumplido, casi que mi vida no hubiera tenido sentido, entonces encuentro impagable que existe un proyecto que pueda preservar esta esperanza. Dejas esa decisión en stand by, quizá después no te haga sentido la maternidad o tal vez sí, pero tener la posibilidad de concretarlo con tus propias células y, además, gratis cuando te estás enfrentando a un montón de gastos médicos es un regalo.

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