Fundación Regalo: Entregar esperanza a los niños y niñas en Navidad




“El más terrible de los sentimientos es el de tener la esperanza perdida”.

(Federico García Lorca)

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Cuando piensan en lo que significa la Navidad, tanto Carolina Cortez (32) como Camilo Burich (32) y Jorge González (38) comentan que se trata de un momento importante de sus vidas.

Para Carolina, abogada, es sinónimo de infancia. Primero de compartir con sus primos, luego con sus sobrinos. De juntarse, comer rico, estar en familia.

Jorge, artista visual, piensa en esa fecha como una etapa formativa fundamental para las infancias, en la que se está conectado con un tercero y en la que se puede aminorar los problemas gracias a una gran cena y disfrute.

En el caso de Camilo, economista, más allá de tener una herencia judía, la Navidad es una fecha que obliga a los seres humanos a volver a la tribu, a fomentar el gregarismo.

Hace poco más de un año, ninguno de los tres tenía cómo saber que la Navidad se convirtiría en mucho, mucho más. Que se transformaría en la entrega de esperanza a los niños y niñas de Chile.

Los inicios

Es probable que muchos lo hayan leído. El clásico mensaje de Correos de Chile en diciembre. “Apadrina un sueño de Navidad”. O “¡Hay miles de sueños para cumplir!”. Una campaña que busca que los niños y niñas que enviaron una carta al Viejito Pascuero, puedan tener sus regalos el 25 de diciembre.

Camilo y Carolina también la habían visto y decidieron, en 2022, ir hasta la sede de correos en Plaza de Armas y elegir una carta. En su mente, sería fácil: llegarían, leerían las cartas, escogerían su favorita y que fuera posible de cumplir y saldrían de las oficinas comprometidos a cumplir el sueño de ese niño o niña. En la práctica, lo que pasó ese 20 de diciembre de 2022 fue muy distinto.

“Fuimos en búsqueda de apadrinar una carta. Luego pensamos en apadrinar dos cartas. Luego seguimos leyendo y nos dimos cuenta que las necesidades eran múltiples y que había un sinnúmero de ilusiones de niños y niñas que se estaban quedando relegadas”, recuerda Camilo.

Carolina estaba preparada para que las cartas que quedaran, a esas alturas -cinco días antes de Navidad-, fueran aquellas que pedían computadores, televisores, playstation, cosas caras. Su sorpresa fue enorme al darse cuenta de que había muchos niños y niñas que lo único que pedían eran cenas de Navidad, o útiles escolares, o un regalito para sus hermanos, o un detallito para sus papás que no lo estaban pasando bien.

Esa tarde salieron de ahí no con una, sino con 10 cartas para apadrinar junto con Jorge. Además de una carpeta con otras 60 con la esperanza de poder gestionar, pasar la gorra, pedir colaboración a sus amigos, familias y redes, para cumplir esos sueños.

Lo lograron.

El saber que era posible gatilló un pensamiento en Camilo, una idea que le daría vuelta durante meses: “Si nosotros tres pudimos hacer esto, ¿por qué no pensamos un poquito más en grande?”.

Resignificar realidades

Para poder apadrinar una carta, es necesario poner datos de contacto. Y las familias que recibieron los regalos pueden agradecer.

Ese quizás fue el último empujón que necesitaban Carolina, Camilo y Jorge para seguir pensando en las infancias en Navidad.

Dicen que nunca se olvidarán: les llegaron dos videos. “Uno de ellos era de una niña que había enviado una carta porque su mamá se ganaba la vida haciendo jugos naturales y a la mamá se le había echado a perder la juguera. Nosotros les regalamos una juguera de muy buena calidad con garantía extendida de tres años. Y recibimos un video largo de esa familia haciendo panqueques con la juguera, ocupándola, sacando la masa de ella, poniéndola en el sartén… Eran dos niñas y una mamá joven. Eso fue súper fuerte”, recuerda Jorge.

El segundo fue de un niño con autismo. “La mamá nos había pedido una pelota especial para él. Ella sabía que esa pelota le haría bien, había ido a ferias tratado de encontrar una pelota similar a la que él necesitaba en algún comercio que estuviera a su alcance, pero no pudo encontrar ninguna que le produjera a su hijo una conexión tan especial como la que sentía con esa”, detalla. En el video, se le veía jugando con un tablero grande de muchos juguetes de Fisher-Price para niños con necesidades especiales. “Él estaba muy contento, estaba jugando alucinado”, añade.

A esos dos se les sumaron varios otros. Y mensajes de WhatsApp. “Gracias por la cena que nos brindan”, “gracias porque en este minuto estamos compartiendo un plato de comida”, “gracias a ustedes mis hijos esta Navidad van a poder tener un regalo y no se van a tener que quedar en la casa”.

“Sabemos que es común, después de recibir un regalo, salir y sociabilizar con los otros niños en la calle, compartir con los vecinos. Pero existe una realidad de que los niños que no reciben regalos se quedan en sus casas encerrados, y eso es muy fuerte”, reflexiona Camilo.

Aunque faltara meses para llevar la idea a cabo, con esos mensajes los tres ya sabían algo: que en 2023, lo que partió como una idea autogestionada se convertiría en una fundación.

Fundación Regalo

–¿Qué significa un regalo para ustedes?

–Entregar algo de ti que puede servir, aportar, colaborar al otro. Puede ser tangible o intangible –empieza Carolina.

–Para mí el regalo tiene que ver con el tiempo y el reconocimiento. Es el tiempo que invertiste en pensarlo, en elegirlo, en comprarlo, crearlo o hacerlo. Es reconocer a la persona que lo recibe como un ser merecedor o como alguien que merece ser animado, alegrado, sorprendido –sigue Jorge.

–Es un acto desinteresado de amor –remata Camilo.

Quizás fue pensando en todos esos significados que los tres pusieron a su fundación –que selecciona cartas, recolecta fondos y juguetes y se vincula con Correos de Chile para cumplir los sueños de los niños y niñas en Navidad–, el nombre Fundación Regalo.

“Nos constituimos como fundación justamente porque las cartas demuestran que existe una demanda social fuerte, que va a estar ahí presente año a año y porque creemos profundamente que dignificar la infancia es poder dignificar nuestro futuro como sociedad”, comenta Camilo. “Ese para mí marca el quehacer de esta fundación: resignificar la infancia a través de la esperanza. Porque las sociedades que no gozan de esperanza son sociedades que no avanzan”, añade.

A través de la fundación, los tres buscan que los niños, niñas y sus familias tengan fe en que les va a llegar algo, que van a recibir amor, que van a ganar un regalo.

Y no cualquier regalo: para Carolina, Jorge y Camilo es muy importante que lo que se entregue sea de buena calidad. Porque esto también es dignificar la infancia más vulnerable.

Jorge lo explica: “queremos ofrecerle a los niños el juguete que realmente desean porque vemos que hay en Chile una suerte de creencia de que por ser infancias de bajos recursos hay que regalarles herramientas, o cursos, u otro tipo de cosas. Como si fuera malo darles una Barbie, o un carrito Hot Wheels, o lo que sea que ese niño quiere. Como si demonizáramos el placer”.

La idea detrás es que son niños y niñas. Que no hay nada de malo en cumplir sus sueños. Más si consideramos que en otros estratos sociales las infancias reciben exactamente los juguetes que quieren.

Conocer realidades

Las cartas al Viejito Pascuero también permiten a todos conocer mejor las realidades de Chile. A tal punto que Camilo bromeó con una persona de Correos de Chile que su lectura era una suerte de “barómetro social” de las necesidades del país.

“Honestamente, no hay carta que no me emocione”, dice Carolina. Porque entre las cartas, encuentras a niños que cuentan que sus papás están desempleados o que hay gente en su familia enferma. También en las cartas se notan las brechas de género: las niñas escriben más, y empiezan a más temprana edad a tener consciencia de las necesidades y los cuidados que requiere su entorno.

“Creo que nos hace más humanos”, comenta Jorge.

Los tres mencionan el caso de un joven de Bajos de Mena de 18 años, con dos niños, que fue baleado en un portonazo. Estaba con depresión, en silla de ruedas, y además de lidiar con su salud mental, no tiene dinero para darle a sus hijos un regalo de Navidad. “Esa es la realidad que palpamos a diario en esta fundación”, dice Camilo.

Por eso, concluye Carolina, su slogan no podría ser otro sino este: “generando impacto en algo tan noble como un regalo”.

*Si deseas apoyar a Fundación Regalo, puedes dirigirte al botón de pago de su Instagram @fundacionregalo. La organización recibe donaciones desde 1.000 pesos. Otras formas de ayudar son compartir la iniciativa, realizar donaciones de regalos -nuevos y de buena calidad-, y acompañarlos a Correos de Chile a leer cartas, envolver regalos y enviarlos a los niños y niñas en las navidades de este y de los próximos años.

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