Helenia Melán, modelo transgénero: "Para mí el vestuario es imponerse mediante la expresión"

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Helenia Melán es colombiana, tiene veintidós años y llegó a Chile hace cuatro, justo después de salir del colegio. En nuestro país entró a estudiar Diseño de Vestuario, donde no solo descubrió que podía dedicarse al modelaje, sino que también se decidió a iniciar su cambio de género.




No es una idea nueva: la ropa tiene el poder de transformarnos. Lo sabe cualquiera que haya tenido una polera de la suerte o se haya sentido una versión mejorada de sí mismo al llevar algo nuevo o distinto. Helenia Melán (modelo, colombiana residiendo en Chile, 22 años) también lo sabe: la primera vez que se sintió como quería sentirse siempre, fue gracias a un disfraz. Tenía cinco años, aún vivía en Cali, Colombia, y no se llamaba Helenia: por esos años tenía el cuerpo de un hombre, y en su jardín infantil había un acto para el que no estaba preparado: no tenía el vestuario. Entre las cosas que tenían en casa, su mamá encontró algo: "Era un petito, amarrado con un nudo, y un pantalón blanco. Y el petito era de mi color favorito, morado. Mi mamá me dijo '¿te lo quieres colocar?' y yo pensaba '¿en serio me lo va a dar?', porque era un disfraz muy femenino y mi mamá no me dejaba ser tan femenina, porque yo ya lo expresaba y ella intentaba que no se me criticara. Pero igual me dejó utilizarlo y yo me acuerdo que ese día se me quedó marcado en la cabeza porque fue uno de los días que más femenina me sentí, que más me sentí como 'yo'".

Hoy Helenia vive en Chile y, además de trabajar como modelo, estudia Diseño de Vestuario en la Universidad del Pacífico. Ha modelado en pasarelas de firmas nacionales como Roberta e internacionales como H&M, y en octubre protagonizó una sesión para Vogue Latinoamérica, siendo la primera modelo transgénero en aparecer en esa revista.

—Y después de ese acto del jardín, ¿seguiste usando alguna prenda femenina?

No, no, eso fue lo más femenino que pude llegar a haber utilizado en toda mi vida en Colombia. Públicamente, porque igual utilizaba ropa de mujer a escondidas, por así decirlo, en casas de amigas.

—¿Qué intereses de la infancia conservas?

Siempre me gustó el color. Para mí el color fue algo muy relevante, siento que de alguna manera lograba expresarme cosas y llamarme la atención en muchos sentidos, entonces siempre me gustó mucho, pero ahora, con los años, el color dejó de ser tan importante en mi vida.

—¿Y qué te importa más ahora?

La forma de las cosas. Me he vuelto un poco sobria en el color, pero en la forma me gusta exagerar un poco más.

—¿Cómo es tu ciudad, Cali?

Como Santiago, es un valle entre montañas, súper caluroso. Es bonito, pero no es nada tranquilo. Cali se caracteriza por dos cosas: la salsa y el pan. Tiene panes típicos del lugar, como el buñuelo.

—¿Y cómo se viste la gente allá?

En los noventa, cuando yo estaba creciendo, eran mucho más jugados, en el sentido de que utilizaban más flores, más estampados lindos, ropa más entretenida, pero ahora último está pasando en Cali que, como el machismo está tan presente en la sociedad, la gente se viste toda igual. Aquí hay mucha más diversidad. En Cali todos los hombres visten igual: una camisa tipo polo, un jean y unos zapatos simples. Las mujeres un jean, una polera como mostrando el abdomen y el pelo larguísimo. Todas quieren ser iguales. La moda se ha perdido mucho en Cali.

Helenia nació en Chile

Vivió hasta los dieciocho años en Cali con el aspecto de un hombre y así llegó a Chile a los dieciocho años, cuando entró a estudiar diseño de vestuario. El empujón para iniciar la transición de género también se lo dio la ropa: en uno de los desfiles de fin de año de su carrera, Helenia modeló un vestido que había diseñado ella misma, junto con otras compañeras, frente a toda la universidad y, más importante, frente a su madre. "Ese día del desfile fue uno de los que más marcó mi vida, yo creo, porque ese día logré expresar muchas cosas que tenía guardadas por muchos años. Ahí fue donde empezó mi transición, prácticamente. Ese día me permitió validarme como persona, como mujer, porque pude mostrarme públicamente como yo era, y mi mamá pudo verlo, y al verlo me dijo 'ya, no tengo nada más que hacer'. Se convenció".

—¿Cuál fue el impacto que tuvo esa pasarela en tu vida?

Después de esa pasarela, a los dos meses exactamente, estaba tomando mi primera dosis de hormonas. Ese fue el impacto que tuvo esa pasarela. La moda siempre me ha permitido expresarme como persona y y definirme. Más allá de la superficialidad que tiene la moda, yo creo que a mí me gusta ser modelo y diseñadora porque me permite expresarme. Cuando trabajo como modelo me gusta expresar todo lo que llevo adentro y eso me hace feliz. Me gusta ser profesional con el diseño de vestuario, me ha permitido expresar facetas de mí que yo no conocía.

—¿Como cuáles?

Me gusta el vanguardismo, y me gusta de alguna manera enorgullecerme de mi generación, que es la millennial. Eso es lo que más me gusta representar en moda.

—¿Qué te enorgullece de los millennial? En general la gente dice que somos flojos

Sí, tienen muchas cosas negativas, yo sé que es así, pero a mi me gusta que son muy arriesgados, en todo sentido, y que son una generación que ha permitido muchos cambios. Yo creo que también tiene que ver con la tecnología, que ha hecho que avancen las cosas mucho más rápido. Las culturas se han masificado, de alguna manera, y eso te permite ver las diferencias entre unas y otras y ver que esas culturas se pueden adaptar a muchas cosas. Eso es muy bonito de la socialización mundial.

—¿Cómo era el vestido que llevaste en esa pasarela? ¿Lo habías diseñado tú?

Era un diseño hecho en grupo. Era, literal, una planta carnívora en inversa. Se abría el vestido y por dentro era una planta que te tragaba, por así decirlo.

—¿Y por qué una planta carnívora?

A mí se me ocurrió porque era una de mis plantas favoritas y ese semestre nos tocaba inspirarnos en algún referente orgánico. La mayoría de mis compañeras eligió flores, pero yo pensé: ¿qué puede ser orgánico que me guste y tenga mi personalidad? Una planta carnívora.

—¿Siempre quisiste estudiar diseño de vestuario?

Antes quería ser chef o algo así, pero en verdad lo quería hacer porque era, dentro de lo heteronormado, lo que más me podía gustar. Yo no sabía si existía diseño de vestuario, pero cuando estaba en segundo o tercero medio me di cuenta de que existía diseño de vestuario, que era una carrera, y apenas lo supe, pensé "eso es lo mío".

—¿Cuáles son tus diseñadores favoritos?

De Chile, mi diseñador favorito es Matías Hernán. Por eso quise hacer la práctica con él. Y del mundo, Alexander McQueen, aunque ya murió, y Donatella Versace.

—¿En qué piensas cuando te vistes todos los días?

Para mí lo más importante siempre es sentirme cómoda. Yo siento que a mí lo que me hace sentir empoderada es la comodidad, y lo que me haga ver y sentir estilizada. Creo que es lo más importante. Y, en general, me gusta ser muy versátil. Siento que tampoco me gusta ser tan fashionable, me gustan las cosas casuales. Me gustan los jeans, el cuero. Igual, siempre hay un contexto para todo: uno para ser muy 'show' y otro para ser más casual. La moda me permite mostrar muchas facetas de mí misma.

—¿Tienes alguna prenda que sea como un amuleto?

Las faldas, todas las faldas. Siempre me hacen sentir bien conmigo misma. Son simples y siempre te hacen ver bonita.

—¿Crees que la moda es una forma de arte?

Totalmente, hasta vestirse casual es un arte. Yo creo que uno puede hacer arte de todo, porque el arte es expresión, total expresión. Yo no siento que el arte sea inservible, porque si no, ¿para qué está? Para mí el arte es algo súper útil.

—Leí que tu plan es hacer una firma de ropa, un sello sin género. ¿Cómo pretendes hacerlo? En general, se dice que la ropa es femenina o masculina según su forma, y se cree que la ropa sin género es ropa sin forma, como un saco de papas.

Creo que hay que alejarse de todo eso que se ha construido culturalmente, eso que te han dicho: esto es de mujer y esto es de hombre. Algo sin género tiene que ser algo que sea cómodo, que sirva para cualquier silueta, pero igual no sea un saco de papas, sino una propuesta de diseño. Creo que el vestuario sin género tiene que tener ciertas acentuaciones en el cuerpo, pero sin exagerar. Lo que me pasa con la ropa de mujer es que es demasiado acentuada porque de alguna manera tiene que satisfacer esa necesidad del machismo de mostrar curvas. Y la ropa de hombres es demasiado desapegada al cuerpo porque el hombre de alguna manera tiene que esconder su cuerpo. La ropa sin género tiene que ser un balance entre las dos cosas: entre saber qué y saber no mostrar qué cosas. Yo creo que en la moda las reglas no existen, hay que romperlas: eso que te dicen de que un tipo de cuerpo no puede colocarse esto o aquello, creo que no debería ser así. La moda tiene que ser libre. Tienes que ponerte algo que te haga sentir linda o lindo.

—¿Qué es la belleza para ti?

La confianza de cada quién. Más allá del físico, la actitud.

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