Miedos y reflexiones después del cáncer




Enterarse del diagnóstico de un cáncer cervicouterino, iniciar el tratamiento, padecer los dolores físicos y emocionales, ansiar que todo termine, recuperarse. Y ¿luego qué? Aunque la fantasía al terminar la enfermedad es el alivio y la recuperación de la vida normal, muchas mujeres experimentan lo contrario; ansiedad e incertidumbre, incluso estrés postraumático. No saben por dónde retomar sus vidas, las inseguriza dejar de estar cerca del equipo médico, no se reconocen a sí mismas emocional y físicamente y sobre todo, les da pánico volver a caer en la enfermedad.

Para la psicooncóloga de la Universidad Católica, Amparo González, todas estas razones relevan y justifican el acompañamiento psicológico en este tipo de tratamientos. “Afortunadamente la presencia de psicooncólogos en los equipos médicos cada vez va en aumento y se va legitimando. Es entender que esto es darle a la persona un espacio donde lo que está viviendo y sintiendo es importante, y que tiene derecho a que le afecte”, dice.

El tratamiento apunta a validar todos los sentimientos que aparecen a propósito del diagnóstico. “Validar que pueden sentir miedo por tener un cáncer que socialmente se asocia a la muerte; ayudarles a expresar la pena, la rabia y la culpa por no haber detectado esto a tiempo; y acoger el temor que muchas sienten porque dejan de ser las mujeres que fueron”, agrega.

La psicooncóloga Daniela Rojas, Presidenta de la Asociación de Psicooncología de Chile reflexiona sobre esto en una enrtrevista para Paula. “El término del tratamiento es una etapa que se anhela mucho, pero presenta muchos desafíos que no se abordan integralmente como quisiéramos, y que pueden transformarse en problemáticas que son importantes de intervenir. Hay efectos que tienen que ver con fatiga, dificultad en la esfera de la sexualidad, el miedo al abandono de la pareja, al rechazo por los cambios del cuerpo, desórdenes cognitivos como dificultades en la concentración y memoria, entre otros. Retomar la vida laboral, por ejemplo, está acompañado del miedo a ser lo eficiente que eras antes, sobre todo si no estoy al 100% de mi capacidad, también saber cómo te va a recibir la gente, por la licencia muy extendida, lo cual genera mucha culpa en las mujeres. Pero el gran temor es a que el cáncer regrese. Es de hecho una de las consecuencias más prevalente y menos abordadas”, dice.

En el cáncer cervicouterino además –agrega Amparo– hay una serie de características particulares que hacen que sea muy importante tener un apoyo psicológico. Primero porque es un cáncer que tiene muchas connotaciones sociales; al estar asociado al contagio del virus Papiloma –una infección de transmisión sexual– a algunas mujeres les da vergüenza, se sienten enjuiciadas. “Pero también, como ocurre en el aparato reproductivo y sexual de las mujeres, las evaluaciones y los tratamientos son muy íntimos, de hecho lo que vemos en consulta es que a muchas mujeres lo que más les impacta emocionalmente es tener que exponerse constantemente en su privacidad corporal pero también exponer su historia personal. Esto les genera ansiedad, pudor y no se sienten tan libres de expresarse emocionalmente porque no siempre encuentran la contención”.

Por eso es importante el acompañamiento psicológico, incluso una vez que el tratmiento termine. “Eso puede cambiar la evolución emocional, la vivencia de ese duelo que esta persona puede estar teniendo por dejar de ser quien era, o dejar de tener la vida que tenía; lo que permite que después de los tratamientos esa mujer pueda recuperar su vida y volver a sentirse bien con su cuerpo”, dice.

¿Cómo podemos apoyar esa etapa?

Daniela Rojas recomienda que como familiares y cercanos abramos los canales de comunicación para favorecer la expresión emocional con las mujeres que acaban de finalizar sus tratamientos. “Esto es contrario a lo que hace nuestra sociedad, que es acallar el sufrimiento, tratar de subir el ánimo, evitar las conversaciones dolorosas que tienen que ver con el sufrimiento, enfermedad, miedo a la muerte. Hablar de los temores, no presionar a las pacientes a que sean las mismas de antes tan rápidamente, poder conversar nuestros miedos y aprensiones comunes, compartirlas en el fondo y también motivar la petición de ayuda porque puede ser muy incapacitante el tema”.

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