Piedad Aguilar, directora de la Bienal de Arte Textil: “Queremos reivindicar el arte textil como uno de los pilares del arte contemporáneo”

Piedad Aguilar, directora de la Bienal de Arte Textil

Actualmente, Piedad está detrás de A Whole New World (@a.w.n.a), una marca de alfombras y tapices que diseña y fabrica personalmente utilizando sólo materiales naturales de Chile, y que busca nuevas formas de ver, entender y hacer textiles a través del estudio del color y las formas orgánicas de la naturaleza




Piedad Aguilar (37) no tiene recuerdos de cuándo empezó su fascinación por el textil. “Siempre ha sido parte de mí”, dice. De chica ella misma se hacía la ropa que necesitaba y a los 18 años ya estaba vendiendo lo que producía. Estudió Artes Visuales en la Universidad Católica e hizo un Máster en Moda en Goldsmith University of London, y durante 8 años se dedicó a la moda, donde destaca su rol como directora creativa de Hall Central y como socia fundadora de MODA Chile. “En Londres entendí que el mundo textil abarca todos los espacios, desde lo que tenemos puesto hasta los textiles altiplánicos o las alfombras del Medio Oriente que cuentan una historia. Hay mucha información en torno al textil, y eso es fascinante”, cuenta Piedad.

Actualmente, Piedad está detrás de A Whole New World (@a.w.n.a), una marca de alfombras y tapices que diseña y fabrica personalmente utilizando sólo materiales naturales de Chile, y que busca nuevas formas de ver, entender y hacer textiles a través del estudio del color y las formas orgánicas de la naturaleza. Además, comparte sus conocimientos como docente de la Escuela de Oficios Creativos de la Universidad Católica de Temuco y es directora de la primera Bienal del Arte Textil del país (@bat.chile), un proyecto que busca celebrar y visibilizar la expresión contemporánea de la tradición textil. “Queremos reivindicar el arte textil como uno de los pilares del arte contemporáneo y ser su mayor exponente en Chile y Latinoamérica”, dice.

A través del trabajo de 25 artistas nacionales e internacionales, la sección principal, titulada Fiesta de la primavera -a cargo del curador Matías Allende-, muestra una amplia diversidad en estilos y técnicas. Están la serie Espías de Catalina Bauer, los bordados sobre tela de jeans de Ettore Favini, la obra de Constanza Urrutia, en donde se busca poner en diálogo el rol de las desaparecidas fábricas textiles en Chile en los años sesenta y setenta y los telares de Paulina Brugnoli, una de las artistas, académicas e investigadoras más relevantes de nuestro país, quien por más de 50 años ha desarrollado una investigación sobre textiles precolombinos andinos. La muestra se presentará entre el 30 de septiembre y el 19 de noviembre en MAVI UC y el Centro Cultural CEINA.

Además, hasta el 12 de noviembre BAT presenta la muestra Hay olvidos que queman y memorias que engrandecen en la Galería de Diseño del Centro Cultural La Moneda. Compuesta de 27 arpilleras -18 de ellas son parte de la colección del Museo de la Solidaridad Salvador Allende y nueve obras contemporáneas realizadas entre 1997 y 2023 en los talleres artísticos de la Casa de la Mujer Huamachuco II de Renca-, la selección da cuenta de esta poderosa técnica que durante años han utilizado las mujeres para reflejar sus experiencias domésticas y de género.

La idea de organizar la primera Bienal de Arte Textil en Chile viene dando vueltas por tu cabeza desde 2018. ¿De dónde nació la motivación por hacer este proyecto?

La idea se me ocurrió junto a unas amigas vinculadas al mundo del textil, el arte y la cultura, porque no habíamos visto mucho sobre este tema en Chile y sentíamos que existía una deuda expositiva muy grande. En 2019 hicimos una prueba con la exhibición Lenguas Vivas, a la que llamamos la “Bienal Cero”, que para nuestra sorpresa tuvo muy buena recepción entre las y los artistas y el público general; en un mes asistieron más de 2.500 personas. Esa experiencia nos brindó la determinación necesaria para empezar a pensar y trabajar en la Bienal, pero después llegó la pandemia y el equipo se disolvió. En 2022, volví a insistir: armé un equipo de nuevo y diseñamos este proyecto que tiene como objetivo visibilizar el arte textil desde el ámbito del arte contemporáneo y elevarlo al lugar que se merece.

¿Cuáles han sido los desafíos de montar un evento de esta magnitud?

Lo más complicado es levantar fondos. En este país es difícil encontrar financiamiento para proyectos culturales, sobre todo cuando son nuevos. Pero junto al equipo -todos destacados profesionales en sus especialidades- decidimos que esa dificultad no nos impediría llevar a cabo nuestra idea, así que después de estudiar nuevos modelos de financiamiento, lanzamos un crowdfunding -que sigue abierto-, en el que personas naturales han contribuido para la realización de la bienal. Me parece interesante cómo la financiación puede también tener una dimensión colectiva, en la que las audiencias y la comunidad se hacen parte activa los eventos que se realizan. Esperamos que las próximas ediciones fortalezcan esta idea, y que cuenten también con apoyo público y privado de marcas.

El textil es parte de la conciencia humana y permite, a modo de sobrevivencia, el desarrollo en la sociedad. Su significado social implica observar y observarnos, situando su función como una herramienta de medida.

Tienes tu propia marca de alfombras. Por lo que cuentas, me imagino que el camino de emprender dentro de la industria textil es muy difícil.

Exactamente. En los años setentas y ochentas Chile tenía mucha materia prima; habían fábricas textiles, se producían zapatos, ropa y telas para exportar. Pero durante la dictadura fueron desapareciendo esos negocios, y esas empresas quebraron, las expropiaron o cerraron. Ahora es cada vez más difícil encontrar materia prima de calidad. Cuando yo hacía ropa, por ejemplo, tenía que traer textiles de Perú. Chile tiene una cultura de mall muy potente, entonces es difícil que las personas vayan a comprar donde están los productos nacionales. Hay mucho talento, hay muy buena calidad de diseño, pero cuesta, aunque creo que lentamente se va avanzando.

¿Qué avances percibes?

Me atrevería a decir que desde la pandemia el emprendimiento en torno al textil ha avanzado. De alguna manera, la gente se dio cuenta de la importancia de lo hecho a mano, de lo local, del tiempo que requiere hacer las cosas. El textil tiene esa característica: que se demora. Es un oficio que no es automático, ya que tiene muchos procesos y exige tiempo y dedicación de los diseñadores o artistas que desarrollan este lenguaje.

¿Has sentido que por ser mujer se ha dificultado aún más el camino de emprender?

No, no creo que el emprendimiento en el mundo del textil se vea influenciado por tu género, aunque claramente por el hecho de ser mujer te ves perjudicada en general. Una de las características del mundo del textil es que es bastante femenino y eso, en un sistema machista, ha hecho que se le encasille como algo que no tiene importancia y que se suele entender desde una lógica de hobbie, cuando puede ser eso, pero también es mucho más. Las capas que podemos encontrar en los distintos usos que tiene este lenguaje se pueden entender de manera personal y, al mismo tiempo, colectiva. El textil es parte de la conciencia humana y permite, a modo de sobrevivencia, el desarrollo en la sociedad. Su significado social implica observar y observarnos, situando su función como una herramienta de medida. El textil es poder, es discurso. Es un lenguaje complejo y rico que a lo largo de la historia ha mostrado su capacidad de evolución y cambio. Es un código común de representación y un medio de comunicación universal. El textil es simbólico. El textil es belleza.

Volviendo a la Bienal, ¿por qué es tan importante este proyecto?

Porque nos hacemos cargo de la gran deuda expositiva que existe en torno al arte textil contemporáneo, pero además porque decidimos que la Bienal fuera para todos, que todo el mundo entendiera nuestra propuesta curatorial. Por siglos, el arte textil ha sido una de las herramientas más poderosas para contar historias y habita diversos espacios de nuestra vida. En lo cotidiano, está presente en nuestra memoria y recuerdos, que es lo que nos permite relacionarnos; en el hacer, es parte fundamental del ritual y del oficio, que es lo que nos permite expresar nuestra creatividad, sensibilidad y visión. Parte de la belleza de este lenguaje es que el textil es algo que todo el mundo entiende, una técnica con la que todo el mundo puede relacionarse. Todas nuestras abuelas han hecho algo textil y en nuestras casas está presente. Hay mucha gente que no se atreve a entrar a los museos porque cree que que no va a entender nada. En la Bienal, lo vas a entender todo.

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