El viaje de Chítaro: El último León de circo

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Después que el salto de Franco Ferrada provocara la muerte de dos leones en la jaula del zoológico Metropolitano, la mirada se volvió de nuevo hacia las viejas y nobles bestias. Todavía queda un león africano viajando en los circos chilenos. Se trata de Chítaro, un viejo león de 11 años que vive en su carromato y ya ni siquiera salta por el aro en llamas. Solo lo tienen de mascota. Esta es su enjaulada biografía.




Paula 1203. Sábado 1 de julio de 2016.

–¿Ha visto este león?– le pregunto al funcionario de la oficina de patentes municipales en Hijuelas, mostrándole la foto del animal en una jaula de circo.

Los 120 circos chilenos llegaron a tener un centenar de animales en los años de gloria: leones, monos, osos, elefantes y hasta cocodrilos, entre los 80 y 2005. Hoy solo queda este último león africano viajando enjaulado solo en un espacio de 8 x 2 metros. Se llama Chítaro, tiene 11 años y una mirada triste en sus ojos color miel. Está en El circo de las Montini desde mayo de 2010.

El funcionario municipal mira la foto y no cree haberlo visto. Encontrar un circo pobre en los puebluchos de Chile es como encontrar una aguja en un pajar. No todos piden patente y mucha veces se instalan donde los pilla la noche. Finalmente, después de mucho recorrer, doy con el circo en un descampado de Ocoa, cerca de la línea del tren.

Ahí estaba Chítaro, en su carromato maltrecho de 8 x 2 m, sobre cuatro ruedas de camión y listo para viajar a Batuco, en la Región Metropolitana. Esa noche cayó un diluvio y el viaje se postergó.

Chítaro nació en la Cuarta Región en 2005, en el circo Royal, hijo del león Pardo y la leona Tiara, propiedad de Elías González Palma. Cuando tuvo un año, lo llevaron junto a su probable hermano Gaucho a Santiago, donde en una fecha imprecisa de 2006, González los "transfirió" al circo Triany, propiedad de Andrés Pairoa.

–Siempre los circos se donan o traspasan los animales a título gratuito entre sí–, dice la abogada Florencia Trujillo, miembro y fundadora de la organización animalista Ecópolis, quien desde 2005 hasta hoy, persigue incansablemente el maltrato de los animales en los circos y aboga por su prohibición total. Son pillos; saben que al venderlos violan las leyes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres Cites, así hacen la pillería de "donárselos".

En 2006 Chítaro estaba en el circo Triany listo para ser entrenado. Era cachorro, macho, sano e inteligente. Es la edad ideal para domarlos Porque están en pleno destete y recibiendo las primeras comidas independientes. Sin embargo, todo indica que el circo nunca lo adquirió para el espectáculo, sino solo para revenderlo.

Los leones africanos están en la categoría II del convenio Cites, considerado Fauna Exótica Amenazada. Este convenio, firmado por Chile en 1974, impide todo comercio de especies amenazadas provenientes de la naturaleza y solo permite el comercio de crías "provenientes de criaderos autorizados y certificados". Solo los zoológicos cumplen esa certificación en Chile.

–Ningún animal de los circos chilenos –precisa Florencia– jamás tuvo un certificado Cites.

Un cirquero que pide resguardo de su nombre me contó que en esa época, 2005, cuando nació Chítaro, un cachorro de un año costaba alrededor de 500 mil pesos. Y, si se trataba de papeles, tenían algunos certificados de vacunas, una que otra revisión del SAG, algún papel notarial de "donación". Nada más. Como los papeles de un auto viejo.

–¿Tenían algún certificado Cites?– le pregunto.

–¿Qué es esa cuestión?

En 2006 Chítaro estaba en el circo Triany listo para ser entrenado. Era cachorro, macho, sano e inteligente. Es la edad ideal para domarlos, porque están en pleno destete y recibiendo las primeras comidas independientes. Sin embargo, todo indica que en el circo Triany, Andrés Pairoa nunca adquirió los dos leones para el espectáculo, sino solo para revenderlos. Era un capital de inversión.

En 2007 el Triany vendió al hermano de Chítaro, Gaucho, al circo Mangun.

Gaucho, dentro de su desgracia, había vivido toda su vida en una jaula de tres metros cuando llegó a Magnum. Pero no fue para mejor. El circo estaba en quiebra y el animal, por su aspecto desnutrido y sus cicatrices, en vez de atraer público parece que lo alejaba. En 2008, tras la denuncia de Ecópolis y Canal 13, descubrieron a Gaucho en Concón, mal alimentado, con las costillas a la vista, en una jaula donde apenas cabía.

Nadie sabe por qué Chítaro fue dejado con El Circo de Las Montini. Desde entonces está solo. Salvo el medio año que vivió en el zoológico de La Serena, nunca más pisó, siquiera, el pasto y de eso hace ya seis años.

Ecópolis logró que el SAG fiscalizara al circo y certificara el maltrato animal y su origen ilegal. Decomisaron a Gaucho y fue llevado al Buin Zoo por un año para recuperarse.

–En esa época –dice Florencia– habíamos denunciado que el director del SAG, Víctor Venegas, decomisaba los animales pero, curiosamente, después se los devolvía para su custodia a los mismos dueños.

Así lo había hecho con varios leones y con la famosa elefanta Ramba, que decomisó al circo Los Tachuelas en 1997: al final del decreto de decomiso el director nacional ponía la siguiente línea: "y se resuelve dejar al animal en custodia a su mismo propietario".

Una Comisión Investigadora en la Cámara de Diputados y un posterior dictamen de la Contraloría determinaron que tales resoluciones eran ilegales y contravenían lo dispuesto en el Convenio Cites. Venegas fue sacado de su cargo a fines de 2010.

El verano de 2009 el SAG y las ONG animalistas enviaron a Gaucho al Santuario de Leones Drakenstein, de Sudáfrica, y en junio decomisaron los dos últimos animales que aún le quedaban al circo Triany: el león Chítaro y el mono papión Lancelot.

Lancelot fue enviado al Centro de Rescate de Primates de Peñaflor de Elba Muñoz, donde vive actualmente, y Chítaro al zoológico de La Serena, SerenaZoo, donde estuvo un año.

Según cifras de los animalistas, en Chile desde 1997 hasta hoy se han rescatado de los circos chilenos a 34 leones africanos, 12 monos papiones, 6 monos capuchinos, 6 tigres, 4 cocodrilos, 2 elefantes, 2 osos, un chimpancé y hasta un cóndor. Muchos de esos animales han muerto.

–¿Y qué pasó con Chítaro? –pregunta Florencia–. Después de un año, en mayo de 2010, el director del SAG, el señor Venegas, sin agregar ningún documento, ni verificar ningún cambio en las condiciones, ni ofrecer ni siquiera un candy, luego de recuperado le devolvió a Chítaro "en custodia" –porque desde el decomiso de 2009 es del fisco– al mismo señor Pairoa.

Pairoa ni siquiera tenía ya el circo. Lo había vendido a Andrés Reveco. Cómo llega Chítaro a Las Montini, es otro circo, digo cuento.

Las Montini tienen un historial con la fauna exótica. Este circo lo fundó el equilibrista Fernando Monsalve en 1971, cuando dejó el circo Frankfurt. En 1993, siendo un circo pobre y maltrecho, compró su primer par de leones, Tuco y Susy, a otros circos. Atraían público con sus rugidos y comenzaron a crecer.

Para el año 2000 Las Montini tenían 18 leones y dos tigres. Un verdadero criadero ambulante. Monsalve vendía cachorros e intercambiaba animales.

–Incluso varios de los zoológicos privados son de mi tata– dice Scarlet Gálvez, una de Las Montini más jóvenes, de 25 años y la actual encargada del león.

Las Montini alcanzaron la gloria en 2002 cuando TVN hizo con ellos la teleserie El Circo de las Montini. El actor Erto Pantoja hizo de domador, que en la práctica era Fernando Monsalve hijo.

A los 18 años, Fernando comenzó a dormir con los cachorros, vivía con los leones para que se acostumbraran a su presencia. Estaba las 24 horas con los animales.

Sobre él, dice su hermano Ever Monsalve:

–¡Era el rey de la noche! El hijo de puta se tiraba a todas las minas. El circo estaba lleno todos los días para verlo entrar a la jaula.

Los leones Zuny, Sultán, Mandinga y Feo saltaban el aro, hacían piruetas en el pedestal.

–Y eran los únicos leones de circo que hacían el muertito– dice Scarlet Gálvez.

Hasta que las luces del éxito se fueron apagando. Y las campañas proanimalistas fueron arreciando.

En 2006 en la localidad de Cerro Negro, cerca de Talca, el SAG les quitó la tenencia legal de 13 leones y un tigre, porque no tenían ningún documento que acreditara su procedencia.

–A mi tata lo engañaron porque es analfabeto –dice Scarlet– le dijeron que iba a ser solo por dos cachorros que no pudo acreditar que nacieron en cautiverio. Pero firmó los papeles y perdió la propiedad de todos sus leones.

Los leones quedaron "en custodia" del propio circo, quienes tuvieron que continuar alimentándolos y cuidándolos a pesar de ser del fisco.

Sin embargo, el destino quiso que el circo llegara con sus bártulos y las fieras hasta la fatídica playa de Iloca, la noche del tsunami del 27 de febrero de 2010.

–Todavía tenemos pesadillas rodando dentro de los tráileres, viendo las jaulas que se llevaba el mar, la carpa arrasada por las olas gigantes– dice la madre de Scarlet.

Debido a la catástrofe, los leones de Las Montini fueron repartidos en diversos zoológicos: zoológico de Rancagua, Buin Zoo, Parque Metropolitano y SerenaZoo. Cuando tuvieron de nuevo carpa, que les regaló el circo mexicano Fuentes Gasca (que también trabaja con animales), les devolvieron los animales. Entre ellos, venía mezclado Chítaro.

–Nosotros no compramos a Chítaro, mi Tata ahora se confunde. El león llegó en un camión junto a Tuco, desde el SerenaZoo y el camionero no quería llevárselo de vuelta. Hablamos con Pairoa y dijo que el SAG lo había presionado para deshacerse del león porque el SerenaZoo tenía otro macho y el SAG no lo podía mantener– dice Scarlet.

Según Florencia Trujillo de Ecópolis, Pairoa lo vendió a Las Montini, con la misma figura de la "donación". El papel notarial existe. Scarlet dice que vieron el papel años después.

El asunto, según Scarlet, es que como nadie quería tener a Chítaro, lo comenzaron a alimentar y a cuidar. Además, los otros leones de Las Montini no pudieron seguir actuando después de que el tsunami arrasó el circo.

–Antes rugían cuando empezaba la música. Sabían a qué hora llegaba la gente, en cambio después ya no respondían. Estaban traumados, no obedecían– dice Scarlet.

Fernando Monsalve hijo, el domador, es un alma en pena en el circo. Durante el show recorre las galerías vendiendo algodón de azúcar. Masculla su frustración cuando en un gesto hosco me dice: "no quiero ni hablar de esa época".

El SAG, además, castró a cuatro leones machos de Las Montini para que los Monsalve no siguieran criando. Pero uno a uno fueron muriendo. Uno en manos de Las Montini y otros en el Bioparque Quillón. El SAG dice que por el maltrato prevalente. Las Montini, porque fueron castrados en forma inadecuada por un funcionario que el SAG, nunca pudo identificar en la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados.

En 2012 les quitaron los últimos cuatro leones y un tigre a Las Montini en la localidad de Cerro Negro, cerca de Talca. Según el SAG, porque estaban en condiciones deplorables. Según ellas, porque los necesitaron para inaugurar el Bioparque Quillón, en Chillán, cosa que ocurrió la semana siguiente. En todo caso, los leones ya eran propiedad del fisco desde 2006.

Nadie sabe por qué Chítaro fue dejado con Las Montini. De nuevo nadie lo quería. Desde entonces Chítaro está solo. Salvo el medio año que vivió en el zoológico de La Serena, nunca más siquiera pisó el pasto y de eso hace ya seis años.

Finalmente, encuentro a Chítaro en su carromato-jaula en Hijuelas y luego en Batuco. Tiene 11 años. Toma agua de una olla vieja. A pocos metros el mono papión Randú le hace compañía desde su otra jaula, el único mono que también va quedando en los circos.

Esto podría parecer un gesto amistoso, pero al pobre león debe ponerle los nervios de punta: el mono es genéticamente su presa, olerlo lo enerva, de ningún modo lo tranquiliza, según los etólogos, expertos en comportamiento animal salvaje.

Unos escolares llegan caminando por las vías del tren para ver al león. Me veo a mí mismo a los 7 años cuando por primera vez vi un león en una jaula de circo, en un pueblo cerca de Santiago. Reconozco en ellos mi asombro. Y mi antigua falta de conciencia. Para Fernando Monsalve, el patriarca del circo, los niños son su alegría. Se acerca a la jaula de Chítaro y lo agita un poco para mostrarles su aspecto.

Monsalve sufrió un daño vascular y se nota disperso. Los canales de televisión suelen grabarlo con cámaras ocultas para que diga que vendía leones y comerciaba con ellos como ganado. Él los quiere a su peculiar y anticuado modo.

Chítaro sale por segundos de su precario dormitorio, hace un gesto de querer comerse vivo a Monsalve y los niños aplauden.

A ratos, Chítaro duerme. Otras, le hace el amor a un tronco que tiene dentro de la jaula. El resto del tiempo, Chítaro mira desde la jaula con la tristeza de un cautivo. Para evitar protestas, casi siempre Chítaro está totalmente oculto de la vista exterior y no se entiende para qué lo tienen. No es un gancho, no atrae público y, si ruge durante el show, provoca más miedo que interés.

En el año 2000 El Circo de Las Montini tenía 18 leones y dos tigres. Hoy Chítaro, el último león de circo, vive en un carromato de 8 x 2 metros y la mayor parte del tiempo lo mantienen oculto, tapado con una lona.

Los 56 personas y 10 familias que componen este circo están divididos por el tema de los leones. Unos creen que solo atraen conflicto. Otros, como el patriarca, creen erróneamente que son una mascota y tienen la esperanza de que algún día todo vuelva a ser como antes y los animales regresen a la pista.

–En Europa todavía tienen. Un pariente actúa con elefantes en Francia– dice don Fernando Monsalve.

No le digo que googleo y googleo y no encuentro tal circo ni tales elefantes. De hecho, el último espectáculo con

paquidermos, el circo norteamericano Ringling Bros, anuncia que terminará su espectáculo este año.

Son muy pocos los países que aún permiten animales en los circos. Están prohibidos expresamente en todo Sudamérica, salvo México y Chile.

Según cifras de los animalistas, en Chile, desde 1997 hasta hoy, se han rescatado de los circos chilenos a 34 leones africanos, 12 monos papiones, 6 monos capuchinos, 6 tigres, 4 cocodrilos, 2 elefantes, 2 osos, 1 chimpancé y hasta un cóndor.

Muchos de esos animales han muerto, como Frida, la elefanta que murió en el zoológico de Quilpué, donde fue encerrada después de haber atacado y muerto a un niño en un circo en La Pincoya en 1997. Otros leones llegaron amputados, con sus dientes limados y hasta sin cola por cicatrices nunca bien curadas. Algunos leones que nacieron y vivieron siempre enjaulados nunca aprendieron a correr y solo dan saltos como conejos, con las patas traseras juntas, como dos del Bioparque Quillón.

Solo dos animales rescatados llegaron a algún santuario animal: el león Gaucho, que está hoy en el Santuario de Leones Drakenstein, en Sudáfrica, y el chimpancé Toto –que en el circo Konig vivía encadenado, fumaba y era adicto a la piscola– que fue enviado en 2003 al santuario Chimfunshi en Zambia. En 2014 murió de viejo. De sus 43 años, solo vivió 11 años en libertad y en la última foto, que publicó Elba Muñoz en el fanpage del Centro de Rescate de Primates de Peñaflor, Toto parecía sonreír.

Solo quedan en las jaulas de los circos el papión Randú y el león Chítaro. Son los últimos sobrevivientes de una tradición de entretención y esclavitud.

Al cierre de este reportaje, Scarlet, la nieta de Las Montini, se comprometió esa misma semana a llevar a Chítaro a vivir a un Centro de Rescate de Fauna en Curacaví. Pero eso todavía no sucede, son las 21:00 de un miércoles, hace un frío espantoso y comienza la función.

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