Ampuero y Varela fuera del gabinete: El fin de las apuestas personales del Presidente

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La salida del canciller marca el fin de las designaciones más sorprendentes del gabinete original, el que se presentó en enero de 2018.


152 y 459 días.

Eso fue exactamente lo que duraron en el gabinete las dos apuestas más personales que el Presidente Sebastián Piñera realizó cuando conformó su primer equipo ministerial en enero de 2018.

El abogado Gerardo Varela y el escritor Roberto Ampuero fueron las dos nominaciones que el entonces mandatario electo se guardó hasta el final, sorprendiendo a los dirigentes de Chile Vamos y a la opinión pública. Al frente de Educación y Cancillería, respectivamente, ambos llegaron con escasa experiencia en esas carteras, a lo que en el caso de Varela se agregaba que no había sido parte del gabinete durante el primer mandato de Piñera.

Se trató de dos nombramientos que -además de compartir su vinculación con la Fundación Para el Progreso- se debieron puramente a la voluntad del Mandatario. Varela -el más desconocido de los 23 ministros iniciales del gobierno- habría llegado, aseguraban entonces en el círculo de Piñera, debido a sus habilidades negociadoras y su estilo directo... el mismo que le terminó pasando la cuenta y dejándolo fuera del gabinete. Su cercanía con Piñera era más bien personal, de partidos de tenis en Cachagua -donde ambos tienen casa- e intercambio de opiniones cuando, en su calidad de columnista de El Mercurio, asistía a reuniones periódicas con el entonces candidato en las que realizaban análisis de la actualidad.

Varela terminó saliendo en agosto de 2018, precedido de una serie de desafortunadas intervenciones -como cuando dijo que su hijos eran un "campeones" porque "necesitan más de tres" condones- que provocaron que el propio Presidente y varios de sus "colegas" ministros dieran explicaciones.

El 19 de agosto de 2018, Piñera mismo se refirió al tema. "Las declaraciones del ministro estaban impidiendo u obstaculizando que la agenda de educación pudiera avanzar. Pusimos a una persona de mucha experiencia política como Marcela Cubillos en Educación", dijo en T13.

La caída de Ampuero

300 días después, fue el turno de Ampuero, la otra apuesta personal del Mandatario. Con una carrera como escritor y "converso", su fuerte hasta antes de entrar al gabinete era la cultura, cuya cartera dirigió en el primer mandato de Piñera.

La amistad entre ambos, como han recogido diversos artículos periodísticos, se remonta a 2008, cuando un amigo en común los puso en contacto vía email, tras lo cual pasaron unos días junto a sus respectivas esposas en Miami. De ahí en adelante, Ampuero fue pieza segura, primero, en materia de política cultural. Luego fue nombrado embajador en México en 2011 y, dos años después, ministro de Cultura.

Una vez terminado el gobierno, Ampuero volvió a la escritura pero también formó parte del directorio de la Fundación Avanza Chile, desde donde operó el piñerismo durante los 4 años del segundo gobierno de Michelle Bachelet.

Al momento de su nombramiento como canciller, en enero de 2018, sus críticas hacia el régimen venezolano eran, quizás, su mayor acercamiento a temas internacionales. Por ello es que la sorpresa fue mayúscula para distintos sectores políticos, los que esperaban a alguien con mayor experiencia: su debut serían los alegatos orales por la demanda marítima boliviana en La Haya.

Pero la apuesta de Piñera fue otra, y si en 2010 se le dio a la cancillería un tinte empresarial -con Alfredo Moreno a la cabeza-, esta vez fue política e ideológica. Muchos leyeron, con su designación, que el Presidente pretendía ejercer un liderazgo continental a favor de la democracia y frontal en contra de Cuba y Venezuela.

En su casi año y medio a la cabeza de RR.EE., Ampuero fue blanco de diversas críticas opositoras pero también internas por su falta de influencia en los grandes temas de política exterior y su incapacidad de impedir errores que terminaron costando caros. Entre ellos, el nombramiento del hermano del Presidente, Pablo Piñera, como embajador en Argentina, y la presencia de los hijos del Mandatario, Sebastián y Cristóbal, en la gira a Asia. Además, su gestión no logró superar la influencia que el asesor en temas internacionales de la Presidencia, Benjamín Salas Kantor, tenía en la materia.

Así fue como el modelo, que en el papel podía funcionar, no anduvo. Con el transcurso de los meses, ambas figuras terminaron desgastándose y el Mandatario terminó optando por personas con "carrete" político y comunicacional. Piñera, a la fuerza de los hechos, terminó resignando sus apuestas más personales.

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