Poder Legislativo: ¿Está perdiendo poder?

07 DE MAYO DE 2020/VALPARAISO Caravana de taxis colectivos llega hasta el frontis del Congreso Nacional, en donde protestan solicitando un bono de ayuda al gobierno por la pandemia del Coronavirus. FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO

En el Congreso hay preocupación sobre los alcances que puedan tener proyectos como la rebaja de la dieta parlamentaria y el límite en la reelección para el futuro de su labor. Algunos plantean que esto puede desalentar la llegada de personas idóneas a los escaños parlamentarios o terminar incluso aumentando niveles de corrupción.


Los proyectos sobre rebaja de dieta, límite a la reelección y reducción del número de parlamentarios volvieron a estar sobre la mesa tras el estallido social y acrecentaron su debate con la llegada de la crisis sanitaria desatada por el Covid-19. Según se ha planteado desde el Ejecutivo y en el propio Congreso, estas iniciativas son respuestas a las “demandas ciudadanas”, no obstante, sus efectos -una vez que se despachen- aún no se dimensionan. Muchos de los senadores y de los diputados alertan desde ya que esto puede ser inconveniente para su trabajo y que el Poder Legislativo podría perder poder.

Entre los argumentos que plantean los legisladores -más en privado que públicamente- está el hecho de que se bajarían los estándares de quienes aspiren a conseguir un escaño en el Congreso. También, que aquellos parlamentarios que estén próximos a dejar sus cargos podrían verse más permeados ante la influencia del mundo privado, por ejemplo. Todo esto en desmedro de lo que podría pasar frente al poder del Ejecutivo o el Judicial.

Aunque, asimismo, la mayoría reconoce que estos proyectos -que avanzan con distinta rapidez en el Congreso- son consecuencia del desprestigio en el que ha caído su institucionalidad. De hecho, varios admiten que, por ejemplo, la vorágine por presentar proyectos inconstitucionales no ayuda en nada a defender la labor parlamentaria.

Para el expresidente de la Cámara Alta, senador Jaime Quintana (PPD), existen factores múltiples que desencadenan en el descrédito de la institución. “Hay una responsabilidad primero del propio Congreso, del mundo político, desde donde se ha caído en el populismo, en el camino fácil, en corrupción, que también contribuyen a eso. También influye el presidencialismo exacerbado que tenemos en Chile que contribuye a que el rol del Parlamento quede un tanto disminuido en determinados momentos”.

Además, Quintana señala que “las respuestas populistas también son una causa del aumento de las desconfianzas. O sea, en el fondo es esta lógica del quién da más, por ejemplo, cuando se propone que un órgano externo rebaje en un 50% la dieta. Eso no es serio. Eso es popular, sin duda, pero no contribuye a resolver el tema”.

Otro legislador reconoce en privado que “ningún profesional exitoso va a querer ser parlamentario. Cuando tengamos a los seremis ganando más que los diputados, vamos a estar mal”. Y agrega que “con una disminución demasiado alta de las dietas puede aumentar la corrupción”.

En esa misma dirección, el expresidente de la Cámara de Diputados Osvaldo Andrade (PS) sostiene que el impulso a este tipo de iniciativas legales para “modernizar” el trabajo legislativo, no será una solución real a los cuestionamientos que la ciudadanía le hace al Parlamento. “Este tipo de proyectos, rebaja de dietas, límite a la reelección, no son sino una expresión de esta búsqueda de encontrar mecanismos de represtigio ante un sistema que ya está muy desprestigiado y, para ser franco, en mi opinión, es completamente inútil. Yo garantizo que con la rebaja de dieta, si se aprueba la no reelección y un montón de otras cosas más, son elementos que han ayudado, pero el problema es otro: es la incapacidad de representar intereses reales de la ciudadanía”.

Y hay varios que en el Legislativo sostienen una posición similar: estas agendas, pese a que son populares, más que a devolverle prestigio a la actividad parlamentaria terminan contribuyendo a concentrar el descrédito generalizado de las instituciones en el Congreso.

Un legislador de oposición plantea que en el Parlamento también se ha debatido respecto de los alcances del proyecto que se votará la próxima semana en el Senado -en su segundo trámite- sobre límite a la reelección. Varios señalan en privado que, de aprobarse, esto podría ser un estímulo para que aquellos legisladores que dejen sus cargos comiencen a hacerle “guiños” al mundo privado, antes incluso de terminar su gestión.

Mientras un representante oficialista sostiene que “un parlamentario que sabe que no va a ir a la reelección pierde el incentivo de hacer una buena labor legislativa y territorial. Vamos a perder buenos parlamentarios porque no se podrán reelegir”.

El actual presidente de la Cámara de Diputados, Diego Paulsen (RN), pone ciertos matices a las visiones más catastrofistas sobre el futuro del Poder Legislativo. “Los efectos de estas medidas que son a largo plazo también están acompañadas de un momento político-social en Chile que es bien particular. En ese sentido, espero que la rebaja de dietas y el límite a la reelección no sean un desincentivo para que ingresen buenos servidores públicos, sino que todo lo contrario, que se den cuenta de que el país -más que nunca- necesita personas con vocación pública y que aporte miradas distintas para enfrentar estos desafíos”, manifiesta.

Y agrega: “Creo que dependerá mucho del trabajo del Congreso estos dos años; si somos parte de las soluciones y seguimos manteniendo la seriedad institucional, deberíamos lograr seguir convocando buenas personas”.

Pero también muchos coinciden en que el Congreso ha sido el propio responsable de su pérdida de poder. Así lo plantea, por ejemplo, el expresidente del Senado Patricio Walker (DC).

“La práctica, que se ha ido extendiendo por parte de algunos parlamentarios durante estos dos últimos años, de presentar mociones referidas a materias que son de iniciativa exclusiva del Presidente de la República, termina afectando gravemente la seriedad y el prestigio de la labor parlamentaria. La situación es más dramática cuando algunos presidentes de comisiones no tienen el coraje de declarar inadmisible las indicaciones o mociones que tienen un vicio manifiesto, desnaturalizando la labor parlamentaria”, señala.

Y añade: “Esto es muy lamentable porque históricamente había una mayor conciencia que los presidentes de las comisiones debían velar por el respeto de las reglas del juego en la tramitación legislativa, con total imparcialidad y con estricto apego a la Constitución política. Espero que exista una reflexión profunda sobre esta situación. Si hay algo que deberíamos haber aprendido es que cuando no se respetan las instituciones democráticas, se termina pavimentando el camino a liderazgos populistas”, sentencia Walker.

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