Cómo ser una donante de óvulos y qué antecedentes hay que manejar

Mientras la edad en la que las mujeres son madres aumenta, la necesidad de ovodonantes también lo hace. ¿Cuáles son los requisitos para entregar los óvulos a otras parejas? ¿Cómo funciona el proceso? Dos especialistas en reproducción asistida explican los detalles y desafíos.




Hace cinco años, Rocío —una mujer joven, recién egresada— pensaba en los próximos pasos de su vida. Ya había terminado parte de su etapa como universitaria, se encontraba en su primer trabajo pero su cuerpo transitaba por un peak de fertilidad. No tenía intenciones de ser madre, ni en ese momento ni tampoco en un futuro cercano, por lo que pensó en entregar sus óvulos a alguien que realmente los necesitase.

“Fui a una charla, después me preguntaron si estaba realmente interesada en postular al proceso y luego circulé por un desfile de entrevistas y exámenes médicos”, recuerda Rocío, que en ese momento estaba determinada a entregar al menos una parte de sus óvulos. “No me parecía justo que mi cuerpo, completamente sano, produjera esta cantidad de óvulos todos los meses y que de cierta forma estuviesen siendo desaprovechados mientras hay tantas mujeres que los necesitan”.

El problema es que en Chile la ovodonación aún es un proceso incipiente, aunque va en rápido crecimiento. Un reciente reporte de la Red Latinoamericana de Medicina Reproductiva explica que en los últimos años pasamos de los 1000 ciclosanuales a los 4500 ciclos, siendo este un notorio incremento. “Hoy en día, el 3% de las personas nacen por esta técnica en los países desarrollados”, asegura Aníbal Scarella, director del Centro de Reproducción Humana de la Universidad de Valparaíso y académico de la misma institución.

A través de la ovodonación, una pareja con problemas para concebir podría conseguir la paternidad y/o maternidad anhelada. ¿Cómo funciona? Una mujer dona sus óvulos, estos se almacenan en un laboratorio y más tarde son inseminados por espermatozoides. De esta unión se busca obtener embriones que luego son transferidos al útero materno de la receptora, la que será la futura madre.

Todo este tratamiento es ejecutado en un centro de medicina reproductiva por un o una médico especialista. La donante de óvulos recibe una remuneración acordada con el mismo centro, pero sin embargo no es llegar y donar; antes se debe pasar por una serie de pruebas y requisitos.

“En Chile, actualmente, se están efectuando casi todas las técnicas de reproducción asistida”, apunta la Dra. Lorena Pardo, ginecóloga obstetra, subespecialista en medicina reproductiva y magíster en reproducción. “Lo único que no se está haciendo es la subrogación uterina, el llamado vientre de alquiler, porque hasta el momento no es legal en el país”.

“Las donantes que nosotros estudiamos tienen que seguir un proceso muy estricto de evaluación antes de entregar sus óvulos”, detalla Pardo, que trabaja en el centro de medicina reproductiva SGFertility, clínica que cuenta con su propio banco de óvulos. Según sus datos, de cien mujeres que llegan a las primeras evaluaciones solo seis terminan todo el ciclo del tratamiento para convertirse en donantes.

Requisitos

Por un asunto biológico, a las mujeres se les agota la producción de óvulos a medida que avanza la edad, y como las personas están teniendo hijos cada vez más tarde en su vida, se presentan más dificultades para concebir y “la ovodonación está en aumento progresivo”, dice Pardo.

A grandes rasgos, para ser donante se debe tener entre 20 y 30 años, un índice de masa corporal normal, no ingerir medicamentos de la esfera psiquiátrica ni ser fumadora. En paralelo, están los antecedentes familiares. “Tienes que saber de qué se murieron sus padres o sus abuelos; ninguno de ellos pudo haber tenido cáncer antes de los 50 años”, detalla. Además se hace una exhaustiva evaluación psicológica, principalmente para confirmar de que es capaz de atravesar el proceso.

Luego, empiezan los diversos estudios clínicos y genéticos, la detección de enfermedades infectocontagiosas y los exámenes ginecológicos. “Así es como se va filtrando, y de esas cien personas iniciales, usualmente quedan muy pocas que cumplan con todos estos requisitos”.

“Dentro del proceso, lo más engorroso fue pincharse durante diez días seguidos con unos lápices que contenían hormonas”, recuerda Rocío, que le teme mucho a las agujas. Si bien estos pens son de fácil aplicación, ella le pedía ayuda a su pareja de ese entonces o a alguna de las amigas con las que vivía. “El último día estaba muy hinchada y tuve que ir a trabajar a un evento de música. Fue incómodo, pero lo logré”.

La rigurosidad de la selección se da en prácticamente todos los centros de reproducción asistida. En la clínica de reproducción de la Universidad de Valparaíso pasan por un proceso similar a SGFertility. Scarella comenta que estas intensas evaluaciones permiten tener certeza de que el resultado sea el que están buscando.

El proceso de extracción de óvulos de Rocío fue simple y no tuvo ningún problema. Fue ingresada a pabellón y despertó en un par de horas. Fueron entre 10 y 12 días los que tuvo que inyectarse unas pequeñas dosis de medicamentos. “Recuerdo que cuando me fui de la clínica, caminé como pingüino al auto. Menos mal me fueron a buscar. Estuve en cama todo ese domingo pero el lunes volví a trabajar, como siempre”.

Donaciones abiertas y cerradas

Una de las preocupaciones de Rocío tenía relación con el futuro. ¿Existía la posibilidad de que en veinte años más llegara alguien a contactarla, buscando a su madre biológica? En la clínica donde se sometió al procedimiento le comentaron que eso no era posible, al menos si dejaba por escrito que no quería. De cierta forma, ella se desprendió de su “bandeja de óvulos” y los donó para un bien mayor.

“En general, los programas de ovodonación son anónimos, por lo que la donante nunca va a conocer a la receptora ni viceversa”, cuenta Pardo. Sin embargo, últimamente en Europa y Estados Unidos se están cursando cada vez más donaciones abiertas. En ellas, “si la persona quiere conocer a quién fue la donante del óvulo del cual nació, puede hacerlo”.

“Lo que ofrecemos en este minuto a nuestras donantes es la opción de elegir el tipo de donación: abierta o cerrada”, explica Pardo. “Es necesario que las donantes entiendan las implicancias: no hay ninguna implicancia de maternidad ni de reclamo económico: es solo ver si están dispuestas o no a ser contactadas en el futuro. Es netamente decisión de ellas”.

En el caso de que “haya alguna patología o enfermedad de la guagua producto de esta donación y se requiere tener más información, uno puede entregar ciertos datos médicos pero no se revela ninguna identidad. Se trataría solamente del screening genético”, aclara.

Recibir

“El proceso de embarazo de las pacientes que utilizan bancos de óvulos o espermios requiere de una evaluación médica concienzuda”, explica Scarella, quien además es Jefe de la Unidad de Reproducción del Hospital Van Buren de Valparaíso y director de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología.

Esto quiere decir que a la mujer que quiera atravesar este proceso de reproducción asistida se le deben antes hacer múltiples estudios, entre ellos los “de la reserva y la cavidad ovárica, además de un estudio ecográfico y otros exámenes más”.

“Todos las pacientes, además, tienen que pasar por una evaluación psicológica complementaria a la evaluación médica, para asegurarse del correcto devenir de los tratamientos de reproducción”, explica. Ahí se les explica de forma concienzuda a las dos personas de la pareja las implicancias de los tratamientos reproductivos, entre ellas “que deben desprenderse de la idea de que su hijo o hija lleve su carga genética”.

Si bien en Chile existen bancos de óvulos, no pasa lo mismo con los bancos de espermios. “No existen bancos chilenos acreditados que tengan estándares internacionales”. dice Pardo. Su centro de reproducción asistida, por ejemplo, importa muestras desde el California CryoBank, uno de los dos bancos más grandes del mundo.

Probabilidades

“La tasa de éxito de este procedimiento es de 65 a 70%”, explica Pardo. Para aumentar esa tasa es que se hace toda esta seguidilla de exámenes. “El factor más importante para un resultado positivo es la edad de la mujer: cuando nuestras donantes son mujeres jóvenes tienen un mayor porcentaje de éxito”, apunta.

“La probabilidad mensual de embarazo de una mujer bajo 32 años, y que no tenga ninguna enfermedad ni ella ni su pareja, es de aproximadamente un 25 a un 30%”, cuenta la especialista. A medida que transcurren los años, “siempre hablando sobre mujeres sanas”, esta probabilidad baja drásticamente y llega a ser de un 8 a un 10% al mes cuando se acercan a los 40 años.

Pero cuando una mujer se somete a una fertilización asistida mediante un tratamiento de ovodonación, las probabilidades de éxito bordean el 70%, “porque ese embrión es producto de la selección de uno o de varios óvulos de mujeres de menos de 30 años”, expresa.

Cobertura

Este procedimiento cuesta una suma importante de dinero, ya que se utiliza tecnología de punta —desde los medicamentos, las luminarias y el material de laboratorio— y personal altamente especializado. Hasta hace unos años, ni las isapres ni Fonasa entregaban mucha cobertura, pero con el aumento de la demanda por estos tratamientos, “se logró que las aseguradoras entreguen mayor financiamiento a los pacientes, por lo que los costos han disiminuido”, dice Squarella.

Sin embargo, “el Estado y las políticas de salud pública aún está en al debe, porque de los 4500 ciclos que se realizan en Chile, solo el 10%, aproximadamente, son entregados al sector público, mientras que un 80% por privados”, enfatiza.

“El tratamiento de fertilización invitro está codificado en Fonasa desde 2019”, complementa Pardo. “Y las isapres están obligadas por ley a reembolsar un mínimo por estos procedimientos. Hay isapre que tienen convenios o planes que reembolsan más, más o menos un 30%, mientras que por Fonasa tienes que hacerte la prestación donde se indique”.

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