Formas del lenguaje solidario

oveja

Hasta hace algunos años, la forma en la que nos referíamos a nuestros pares no era una gran preocupación para la sociedad. Es gracias a la nueva oleada del movimiento feminista, que ha puesto el tema de los usos de nuestro lenguaje sobre la mesa, que hoy hablamos de esto. Y es que la pregunta fundante de esta revisión a nuestra manera de hablar nos toca a todos: ¿Se siente usted representado por el principal sistema de comunicación de nuestra sociedad?, ¿tiene un espacio en él?




Es con la lengua que articulamos nuestros pensamientos, recibimos y entregamos información y, además, es el sistema de comunicación con mayor prestigio en nuestra sociedad, con el que se ha fijado la constitución de nuestro país en el papel, se fija nuestra identidad en un registro nacional y una cédula que debemos cargar a todas partes y se promulgan las leyes.

Si queremos hacer un contrato no tenemos que ir a estrecharnos la mano frente a un notario, sino a firmar un documento escrito con palabras; y, cuando hablamos con alguien, tomamos como concreto lo que nos dice con palabras y no lo que intuimos mediante sus gestos. Visto así, la manera en la que nos referimos a otros grupos de personas de nuestra sociedad es algo de una importancia innegable.

Si bien es cierto la raza, la edad, la ocupación y/o la condición física o mental de una persona no tendrían por qué ser las primeras características con las que nos referimos a ella, a veces, según el contexto, se hace necesario señalar una de estas cosas y no sabemos cómo. Sea porque nos estamos enfrentando a una persona con características que no habíamos conocido anteriormente o porque nunca antes nos habíamos planteado que nuestra lengua fuese excluyente, todos hemos tenido dudas respecto de la designación de enfermedades, labores y grupos de personas: ¿Cómo tengo que referirme a las personas que hacen el aseo en casas particulares? ¿Puedo llamar "cojo" a alguien? ¿Está bien decir "lisiada"? ¿Se dice "afrodescendiente"? ¿Está bien decir algo como "personas con capacidades diferentes"?

El caso de las capacidades físicas ha sido quizá el debate con más larga data cuando se trata de inclusión, escalando a medidas estatales que a lo largo de los años han podido establecer cómo deberían nombrarse algunos padecimientos y cuál es la manera incorrecta o discriminatoria para referirnos a ellos. A continuación, una tabla con estos términos. A la izquierda se encuentran los términos inapropiados y a la derecha aquellos que han sido establecidos como los de uso correcto y a la derecha aquellos que son inapropiados por imprecisos u ofensivos. Ojo con la palabra "persona", que siempre ocupa el primer lugar: con ella reconocemos, como primera cosa, a un igual.

(Fuente: Ministerio de Desarrollo Social; ONUSIDA)

Cuando hablamos de etnias, trabajos u otras situaciones que no tienen que ver con el físico, el asunto es un poco más complicado: ¿Quién dice qué es lo correcto y no? Consultado respecto de la manera "correcta" de referirnos a distintos grupos de nuestra sociedad, Ricardo Martínez, Doctor en Lingüística por la PUCV y escritor, explica: "Los lingüistas no tenemos mucho que decir en esto: la forma 'correcta' es la forma que cada grupo elige y esas formas varían con el tiempo. Sin embargo, en ocasiones un grupo humano se refiere a sí mismo con términos que no se pueden usar correctamente fuera de ese grupo. Por ejemplo, los afrodescendientes en los Estados Unidos usan la "N Word" (nigga), que, si es usada por una persona que no pertenece a dicho grupo, es considerada ofensiva". Así, no es lo mismo que un grupo de personas que transitan entre el género masculino y el femenino se refieran a sí mismas como "las travas" a que lo haga una persona heterosexual.

Hay que buscar la precisión en nuestras definiciones. Uno de nuestros errores más comunes es ser demasiado generales, por ejemplo, cuando llamamos "abuelos" a un grupo de adultos mayores, implicando con esa palabra que todos ellos han tenido descendencia y, más aún, que su descendencia también la tuvo, aunque no tenemos idea de los casos particulares de cada una de esas personas.

(Fuentes: Ministerio Nacional de las Culturas; Ministerio del Desarrollo Social; ONUSIDA; EAPN; Ruth Orellana, presidenta del Sindicato de Trabajadoras de casas particulares)

Sobre la autora:

Escritora. Autora de la novela Incompetentes (2014, La Pollera) y el volumen de cuentos Terriers (2017, Hueders).

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