La columna de Arturo Cifuentes: “Coincidencias y tendencias: socavones y olimpiadas”

"Hace 16 años que Chile no gana una medalla olímpica y solo faltan cuatro meses para París 2024. Todavía hay tiempo para preparar bien a nuestros representantes. No me tomaría mucho tiempo actualizar los apuntes de mi curso de métodos numéricos".


El verano es un tiempo propicio para reflexionar sobre temas fundamentales. Por ejemplo, la premisa básica que guía a todos los periodistas astutos: uno, hecho aislado; dos, coincidencia; tres, tendencia.

El 11 de septiembre de 1973, el día del golpe, era uno de los tres millones de personas que vivía en Santiago. Y que nunca imaginó ver un avión de la fuerza aérea chilena bombardear La Moneda. El 11 de septiembre de 2001, era uno de los ocho millones de personas que vivía en Nueva York, y que tampoco nunca imaginó ver no uno, sino dos, aviones atacar las torres gemelas. ¿Cuántas personas habrán vivido ambos acontecimientos? Probablemente pocos.

Y llegamos al 11 de septiembre de 2023. (De antemano me disculpo por lo autorreferente). Mi tercer “11 de septiembre” no fue muy grato. Gracias al Ministerio de Obras Públicas, mi departamento en Reñaca amaneció frente a un socavón descomunal. Parece que existe una tendencia a que sucedan cosas en los lugares donde estoy los 11 de septiembre.

Pasemos a las olimpiadas. En el año 1984 (Los Ángeles), Sherri Howard fue parte del equipo de la posta de 4x400 que le dio a EE. UU. una medalla de oro. En el año 1988 (Seúl), Howard obtuvo una segunda medalla, plata en este caso, en la misma prueba. En esa misma olimpiada, el chileno Alfonso de Iruarrizaga logró una medalla de plata para Chile en el tiro skeet.

¿Qué hay detrás de estas tres medallas, más allá de que fueron logradas por ingenieros? El chileno se tituló de ingeniero mecánico en la Universidad de Chile; la norteamericana de ingeniero eléctrico en la Universidad del Estado de California.

Curiosamente, ambos tomaron conmigo el mismo curso: métodos numéricos para la ingeniería. Esta situación se podría interpretar como una coincidencia, ya que si bien son tres medallas se trata de solo dos deportistas. Sin embargo, el hecho que Sherri y Alfonso no solo sean de nacionalidad, sexo y raza distinta, pero que hayan tomado mi curso en lugares distintos (California y Chile) y en un idioma diferente (inglés y castellano) debilita la tesis de la coincidencia. En el fondo, la tesis de la tendencia se ve reforzada ya que los factores mencionados operan—para usar un término técnico estadístico—como controles.

Hace 16 años que Chile no gana una medalla olímpica y solo faltan cuatro meses para París 2024. Todavía hay tiempo para preparar bien a nuestros representantes. No me tomaría mucho tiempo actualizar los apuntes de mi curso de métodos numéricos.

Finalmente, volvamos al 11 de septiembre. Me da miedo pasar el próximo 11 de septiembre en un lugar donde tenga vínculos emocionales o económicos. Creo que viajaré a Miami, una ciudad que realmente me carga y con la cual no tengo lazo ninguno. Aunque Curacaví es otra opción. Ya veré.

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