La columna de Arturo Cifuentes: “¿Cuándo retirarse?”

"¿Qué hacer cuando falla el plan B? ¿Cuál es el plan C? Esa es la disyuntiva que todos esperamos no tener que enfrentar nunca".


Alguien le preguntó a Keith Richards cómo decidiría cuando era oportuno retirarse. Su respuesta fue clara y concisa: “I’ll find out the hard way.” En el fondo: no tengo ninguna intención de hacerlo, y solo lo haré forzado por las circunstancias.

¿Qué significa para Richards “the hard way”? ¿Desmayarse en un concierto sin poder continuar? ¿Perder la agilidad en los dedos que requiere el riff inicial de Brown Sugar? Solo él lo sabe. Pero es una respuesta razonable de alguien a quien le fascina lo que hace, y espera poder hacerlo hasta el final.

No todo el mundo, por supuesto, tiene la buena fortuna de Richards (cumple 80 años en Diciembre), y puede llegar a esa edad haciendo lo que le gusta. Pero hay actividades en que existe un plan B natural que por lo menos a algunos les resulta factible.

Le sucedió a Manuel Pellegrini. Tenía 35 años cuando intentó despejar de cabeza una pelota que había quedado rebotando en el área y no llegó a tiempo. Un joven atacante contrario (se llamaba Iván Zamorano) se le adelantó y saltó medio metro más alto que él. Llegó el momento de transformarse en entrenador, decidió Pellegrini.

Algo similar le aconteció a un médico que conocí hace un tiempo. Tenía 45 años cuando la artritis le empezó a anunciar que a su carrera de cirujano no le quedaba mucho. Decidió entonces hacer un MBA enfocado en la administración de hospitales.

G. H. Hardy, el matemático inglés que fue el mentor de Ramanujan, pensaba que la investigación matemática era una actividad de jóvenes, y que después de los cincuenta años era difícil hacer algo original. Dicho esto, Hardy opinaba que pasado los cincuenta un matemático podía tener una vida digna revisando trabajos de investigadores más jóvenes, o haciendo clases.

Hay, sin embargo, situaciones que no admiten un plan B. El caso más trágico que conozco es el de un profesor norteamericano (llamémosle Jones) que hacía clases los lunes, miércoles y viernes. Su última clase la dictó un miércoles y fue perfecta: hizo la demostración de un teorema matemático muy difícil sin dificultad. El problema es que ya lo había hecho el lunes. El día jueves intervino el decano alertado por sus alumnos (el Alzheimer no perdona) y la clase del viernes la dictó otro profesor, el que se hizo cargo de su cátedra. Jones se quedó sin plan B.

¿Qué hacer cuando falla el plan B? ¿Cuál es el plan C? Esa es la disyuntiva que todos esperamos no tener que enfrentar nunca. Por el momento esperemos que Keith Richards pueda seguir después de los ochenta cantando Satisfaction con la misma satisfacción que experimentó en 1965, el año de la grabación original. Sin embargo, debemos reconocer que You Can’t Always Get What You Want.

* El autor es investigador principal, Clapes-UC, Santiago

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