Deutsche Bank: “La incertidumbre no se va a disipar hasta que termine todo el proceso constitucional”

Para el economista jefe de América Latina en la entidad, resulta crucial que se logre descomprimir la violencia en las calles, algo que preocupa al inversionista a corto plazo.




Hay que ser “muy patriota” para hacer una evaluación positiva de contexto que propicia el proceso constitucional que enfrenta Chile. Así lo afirma Sebastián Brown, economista jefe para América Latina en Deutsche Bank, quien sostiene que la incertidumbre a nivel nacional se extenderá tanto como dure el proceso de reescritura de la nueva Carta Magna.

En entrevista con PULSO, el economista chileno residente en Estados Unidos destaca que particularmente para el inversionista extranjero de corto plazo, resulta fundamental que disminuya la violencia en las calles, más allá de quiénes la perpetren y con qué motivo. Asegura que esa fotografía en particular, no invita a aportar por Chile.

¿Qué evaluación haces de la incertidumbre que abre el proceso constitucional?

-La verdad es que la incertidumbre no se va a disipar hasta que termine todo el proceso constitucional. Cualquier inversionista que piensa a mediano plazo enfrenta una gran incertidumbre por las características del proceso. Se va a discutir absolutamente todo partiendo por el régimen político.

¿Qué aspectos son relevantes en ese marco de incertidumbres?

-Lo primero es que la violencia en las calles sigue. Más allá de que sean hechos aislados o que sean infiltrados, es decir, independiente de quiénes la están perpetrando y si hay o no razones políticas, el inversionista más especulador que mira a mercados emergentes y se queda con los titulares y la fotografía. Con esa violencia el país pierde atractivo para capital a corto plazo.

Los que están pensando a largo plazo podrían tener una disposición a informarse más y tener una opinión más elaborada acerca de lo que realmente está pasando, pero claramente no es un cuadro que invite a nadie apostar por Chile. Entonces lo primero es ver si este proceso descomprime la violencia en la calle.

Tampoco sabemos quiénes van a ser los constitucionalistas y si bien la incertidumbre al respecto se va a ir disipando, no es que en abril cambie radicalmente el cuadro. No es claro qué significan los dos tercios; si es que cada párrafo, artículo o capítulo se vota, por ejemplo.

Además, no tenemos certezas de la paciencia que puede tener la ciudadanía para sobrellevar un proceso de 2 años, sin que necesariamente las demandas que tengan sean atendidas por la nueva constitución. Eso va a ser mucho más importante que el resultado de la elección de abril.

Algunos han destacado la conducción institucional al descontento social a través de este proceso en relación a episodios similares en la región. ¿Comparte ese análisis?

-Primero hay que decir que lo que tenemos es resultado de un mal manejo político del gobierno de una crisis que se gatilló con la subida de precios del transporte público. Las molestias de la ciudadanía con respecto funcionamiento del sistema es algo que viene arrastrándose desde hace tiempo.

Mi percepción es que más allá de los datos de pobreza o desigualdad, que han mejorado, son cuestiones como la corrupción de los pollos o el confort lo que dio la sensación de que hay quienes nunca pagan y que la ley no es igual para todos. Eso ha generado mucha rabia y frustración, y si a eso uno le suma que le suben los precios del transporte público y la respuesta del ministro es que la gente puede levantarse más temprano, la verdad es que la indignación es entendible.

Hay quienes destacan la salida chilena frente a renuncias o el adelanto de elecciones que se han visto en otros países de la región...

En muchos de los países de la región la salida del presidente es parte de los mecanismos constitucionales que existen para aliviar la presión, es decir, son parte de las reglas del juego. En cambio el proceso que se dio al Chile no era parte de las reglas del juego. En un momento se pedía la salida del presidente, la presión en la calle era tremenda, había toque de queda y murió gente.

En ese contexto, la única salida que la clase política vio fue el plebiscito sobre una nueva constitución. Encuestas en octubre mostraban que las razones por las cuales la gente protestaba eran muchas, no había una sola razón que fuese mayoritaria y la necesidad de una nueva constitución renqueaba sexta o séptima.

Llegar a ese nivel de inestabilidad y tener años de liderazgos medios miopes respecto a lo que la ciudadanía necesita, me parece que no es una cuestión en la que particularmente prometedora o respecto a la cual uno se debería sacar el sombrero en lo que a manejo político se refiere. Me alegro que no hubiese un quiebre institucional total, pero la promesa de tener un proceso constituyente no se dio en el contexto de un acuerdo pacífico en un ambiente normal. Fue una reacción desesperada, no una evidencia de fortaleza.

Es bueno sin duda que se haya elegido un mecanismo y ciertas fechas, pero hay que ser muy patriota para tratar de hacer una contextualización positiva de todo esto.

¿La percepción de los inversionistas sobre la estabilidad sobresaliente de Chile se ha perdido?

-Para el inversionista extranjero el bienestar del ciudadano promedio no le importa mucho, mientras no sea un elemento relevante para sus inversiones. Por lo tanto, si se sigue viendo o no a Chile como un oasis en la región, dependerá absolutamente del proceso constituyente.

Primero si va a hacer o no un proceso que se desarrolla en paz, si se va a tratar una constitución larga como la de Brasil donde hay amarres de gasto, si se va a mantener o no la independencia del Banco Central... Hay un montón de elementos que están por verse.

¿Cómo ves la posibilidad de que se concrete un segundo retiro de 10% de las AFP?

-La relación entre el gobierno y la oposición puede que sea tan importante como los resultados de las elecciones de abril, para saber cómo se va a dar el proceso. Al respecto me refiero, por ejemplo, a la colaboración que se pueda dar en torno a la reforma de pensiones.

Con respecto al retiro en particular yo no estoy de acuerdo. Entiendo que las AFP y el sistema de capitalización individual es un símbolo en el debate político en Chile. Pero lo cierto es que las pensiones son bajas en chileno por las AFP si no porque los ahorros son bajos, porque periodos de desempleo importantes...

Me da la impresión de que todo esto se da en un contexto de oposición al gobierno y a las AFP, obviamente mediado por un shock económico brutal. Pero la respuesta de política que yo hubiese preferido era que el gobierno fuera más generoso o más efectivo en suplementar los ingresos de la gente que perdió su trabajo y que vio reducidos sus ingresos por el shock del Covid-19.

Es un contrasentido que la gente que ya está con problemas económicos reciba como respuesta de los políticos que vaya y se gaste sus fondos previsionales. Lo que había que hacer era negociar para que el gobierno abriera la billetera.

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