Conflicto en Oriente Medio y supervivencia cristiana

RAFAEL ROSELL

Por Rafael Rosell Aiquel. La situación libanesa era previsible; en cuanto terminara la guerra contra el Estado Islámico, se exaltaría la guerra entre chiítas y sunitas, que se sustenta en la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán por la hegemonía de la región.




La semana pasada el primer ministro sunita del Líbano, Saad al Hariri, anunció desde el Hotel Ritz de Riad que renunciaba a su cargo, alegando que Irán y Hezbolá tenían un plan para asesinarlo. Las circunstancias y la forma en que dio a conocer su dimisión indicaron al Gobierno libanés que habría sido forzado por la monarquía saudita.

Esta situación era previsible; en cuanto terminara la guerra contra el autodenominado Estado Islámico, se exaltaría la guerra entre chiítas y sunitas, que se sustenta en la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán por la hegemonía de la región. La ventaja estratégica iraní se hace evidente con la inminente continuidad territorial hasta Líbano y el acceso a Tartus, el puerto de salida al Mediterráneo.

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De esta manera Irán ha logrado su objetivo al establecer una poderosa influencia política y comercial asociado al Gobierno iraquí, a los kurdos y al régimen sirio, ahondando su predominio político al sur de Líbano. Ello sin olvidar que Hezbolá tiene en la actualidad más de 7000 hombres en armas combatiendo en Siria, terminado el conflicto deberán volver al Líbano con un conocimiento militar y estratégico que no tiene el ejército libanés.

Si no consiguen frenar la escalada, sería el inicio de una "guerra proxy" -un tipo de conflicto que se produce cuando dos o más potencias utilizan a terceros como sustitutos, en vez de

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enfrentarse directamente- que comenzaría en Líbano, pero de imprevisibles consecuencias en la región.

A su vez, el Presidente cristiano, Michel Aoun, admitió que Líbano atraviesa "una línea roja": si el país es atacado será una guerra prolongada y dura, que puede terminar en guerra civil, como en Yemen, entre shiítas y sunitas, destruyendo el delicado equilibrio político tan necesario en un país donde el enfrentamiento sectario siempre está latente. Cualquier conflicto entre musulmanes pone en peligro este sutil equilibrio y dejaría a los cristianos libaneses, y en especial a los maronitas, en una situación de extremo cuidado para su supervivencia.

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*El autor es decano Facultad de Derecho y Ciencias Sociales U. San Sebastián.

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