El gasto fiscal en la era Bachelet, donde se podría apretar el cinturón el gobierno

Felipe Larrain con Joaquin Cortez

Dos instructivos de austeridad, y planes de nuevos anuncios en esa línea, dan cuenta del complejo escenario fiscal que enfrenta el Ministerio de Hacienda. Panorama que se ve aún más acotado, tras el anuncio de gastos comprometidos que no tendrían financiamiento. Dado lo anterior, el ajuste fiscal tendrá que ser mayor al estimado, apareciendo los gastos corrientes como primera opción, y donde en el último gobierno tuvo egresos no menores.




Tras el ajuste fiscal anunciado por el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, a los gastos corrientes del gobierno central y a las empresas públicas del país, considerando unos US$500 millones, este ítem (viáticos, publicidad, arriendo de terrenos, adquisición de autos, entre muchos más) ha ido tomando fuerza y relevancia, por su importancia y porque es el primer lugar donde se ajustan los presupuestos.

Más aún, con el anuncio realizado el viernes pasado por el jefe de las finanzas públicas quien explicó que hay un total de gastos comprometidos sin financiamiento entre 2018 y 2021 que llega a US$5.567 millones, los gastos corrientes del Estado vuelven a estar en la mira.

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Según el detalle entregado los proyectos que no tienen financiamiento entre este y los próximos años ascienden a: US$1.571 millones en 2018, US$1.561 millones en 2019, US$1.228 en 2020 y US$1.207 en 2021.

Ante este escenario, Larraín afirmó que "vamos a tener que profundizar la austeridad fiscal, hoy más que nunca se hace necesario continuar por el camino de austeridad".

En este contexto, parece de suma importancia repasar los gastos corrientes del gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet para comprender los ajustes fiscales que realizará la actual administración.

Durante la administración anterior, los expertos recomendaban aumentar los gastos de capital (o no recortar ese item) y disminuir los gastos corrientes.

Sin embargo, según datos abiertos de la Dipres durante la administración de Michelle Bachelet (entre marzo 2014 y febrero 2018), los mayores gastos corrientes se explican por los sueldos, donde se desembolsaron más de $23 billones.

Por concepto de arriendo y adquisición de terrenos y edificios, en tanto, la administración gastó más de un billón de pesos. Aquí se encuentran por ejemplo, los nuevos edificios de los Ministerios de Desarrollo Social y el de la Mujer y Equidad de Género.

En cuanto al servicio de publicidad, donde se encuentran, por ejemplo, las campañas comunicacionales del Proceso Constituyente u otras específicas de los ministerios, el gasto fue de $105 mil millones, disminuyendo respecto al primer gobierno del Presidente Sebastián Piñera, que entre 2010 y 2013 desembolsó $221 mil millones. Comparando ambas gestiones, durante la gestión anterior se redujo en más de 50% estos gastos, los que continuarían bajando en el actual gobierno.

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De hecho, en el primer ajuste fiscal anunciado por Larraín, se solicitó a todo el gobierno central reducir gastos en publicidad y enfocándolos sólo a beneficios de las personas.

Respecto a los viajes, entre 2014 y principio de 2018, estos totalizaron más de $13 mil millones en gasto, considerando compras de pasajes tanto para el interior del país, como para el exterior. A su vez, en el ítem combustible, durante la gestión de Bachelet estos gastos superaron los $276 mil millones.

Actualmente, desde Hacienda continúan sacando cálculos para ver desde dónde realizar más recortes, ya que el propio ministro Larraín señaló que en las próximas semanas se anunciarán nuevos ajustes, que podrían afectar a los ítems del gasto corriente.

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Hay que recordar que la billetera fiscal necesita mínimo US$7.000 millones para ejecutar el programa de gobierno que tiene un costo total de US$14.000 millones.

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