Columna de Daniel Díaz: “Un gigante activo y efusivo”

Volcán Villarrica en 2018. Foto: Reuters

El volcán Villarrica no solo encabeza el ranking de riesgo volcánico de Sernageomin a nivel nacional, además, es uno de los macizos con mayor registro histórico de erupciones en Sudamérica. Estamos hablando de un volcán que lidera numerosas listas de clasificación, incluida el más investigado, monitoreado y observado. Sabemos muchísimo sobre su origen, composición, productos volcánicos y estilo eruptivo. Su actividad volcánica comenzó hace 650.000 mil años, con las primeras erupciones que dieron origen a su edificio volcánico, que a su vez originaron otros procesos eruptivos mucho más grandes o similares a los que hemos sido testigos en el siglo XX y XXI.

Convivimos en Chile y, en especial el sur del país, con un volcán en constante actividad, cuya erupción está siempre latente. El estilo de erupción volcánica del Villarrica es efusiva por la composición de la lava de tipo basáltica-andesítica. Esta genera lahares que pueden bajar muy rápido y que avanzan unos kilómetros en torno al volcán e incluso llegar a poblados cercanos. Esto ocurrió en 1964 con la antigua localidad de Coñaripe, en la Región de la Araucanía. Fue un desastre. Volcanes como el Calbuco, en cambio, con distinto tipo de erupción más explosiva, revierten otro tipo de peligros: la última erupción de 2015, generó una columna de cenizas muy alta que avanzó sobre las ciudades cercanas, que básicamente se debe a su composición más rica en sílice.

Erupción del volcán Calbuco. Foto: Cigiden

Si analizamos los forzantes o controladores de las erupciones volcánicas, se ha visto en muchas investigaciones, que la lógica química o composición del magma es uno de los principales. Lo que vemos en los volcanes chilenos, es que existen magmas que son muy ricos en sílice y, otros que tienen sílice más otros elementos como el hierro. Los magmas que son del tipo más basáltico-andesítico, en general, tiene un contenido de sílice más bajo pero más hierro, que con cierta temperatura, hace que su comportamiento sea más fluido. Cuando hay más sílice, en tanto, hay más oxígeno, por lo tanto, más gases y gatilla erupciones más explosivas.

¿Pero qué debemos esperar de un volcán activo como el Villarrica? Si nos concentramos en los últimos cientos de años y en los registros históricos de gente que vivió en las latitudes del volcán hace muchos tiempo, sabemos que se han producido (desde 1558) 49 erupciones, principalmente efusivas. Es decir, con salida de lava visible, flujos piroclásticos de cierta magnitud y generación de lahares.

Los lahares son una especie de avalancha de lava, más todo el material que arrastra al bajar por las ladera, principalmente la nieve que se acumula en el volcán Villarrica durante el invierno. Esta mezcla de agua y material volcánico se escurre naturalmente por quebradas, arrastrando todo a su paso de manera muchas veces violenta.

En efecto, los lahares del volcán Villarrica, han sido el mayor peligro de convivir con este macizo activo ya que es la principal causa de muerte. Por lo mismo, debiera ser analizado desde el punto de vista de la Gestión del Riesgo de Desastre y ser incluido en la planificación territorial como un riesgo. Deben existir, además, áreas de exclusión de viviendas o de construcción, en aquellas vías donde posiblemente puede volver a bajar un lahar.

De acuerdo a los registros históricos, la erupción más grande y que se describe como la más importante del siglo XX del volcán Villarrica, ocurrió en 1948. En ese evento, hubo algunos flujos piroclásticos de cierto volumen que afectaron el flanco occidental del macizo, mientras que su última erupción fue en 2015, que generó avalanchas.

Otros peligros del volcán Villarrica, están asociados al material que sale expulsado en las cercanías del cráter, que puede impactar principalmente al turismo, ya que se generan zonas de exclusión en las alertas emitidas por SENAPRED o ex ONEMI. Esto ocurre, principalmente, porque en los lugares de salida de material, puede haber riesgo de proyectiles balísticos (fragmentos de roca expulsados en una erupción), flujo de lavas encausados en unos valles y quebradas, y caída de tefra, que pone en riesgo a personas que se acerquen peligrosamente al cráter en actividad.

Desde la volcanología, creemos que la actividad del volcán Villarrica no debiera variar demasiado ha cómo ha sido en los últimos 100 años, hemos visto el registro eruptivo efusivo y sabemos que los lahares pueden poner en riesgo la vida de las personas. Por lo mismo, es responsabilidad de las autoridades velar para que los espacios donde existen registros de lahares, no estén habitados.

El volcán Villarrica, actualmente está monitoreado 24/7 por SERNAGEOMIN, por lo tanto, sabemos gracias a su trabajo que aumentó la actividad sísmica desde noviembre, debido a la ruptura de rocas y movimiento de fluidos bajo el edificio volcánico. La comunidad científica desde Institutos Milenio como Ckelar Volcanes y universidades, colaboramos generando conocimiento científico para entender mejor el sistema magmático de un volcán tan activo como el Villarrica. Nuestra misión es poder entregar evidencia científica robusta para que las instituciones encargadas de la emergencia puedan desarrollar de mejor manera una Gestión del Riesgo de Desastre Volcánico.

Pero sin duda, necesitamos una correcta comunicación del riesgo en las zonas afectadas por el Villarrica, para que la gente conozca a lo que se expone si decide comprar, arrendar, vivir o visitar aquellas zonas expuestas. Nuestro volcán Villarrica estará siempre en actividad, debemos aprender a vivir con él y sus manifestaciones naturales.

*Académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile e investigador del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico - Ckelar Volcanes

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