A un mes del suicidio de alumno trans: colectivos critican circular del Mineduc que regula el tema

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La escolaridad de niños y niñas trans no está asegurada, advierten organizaciones. Acusan que normativa aún es desconocida y que respeto del nombre social también se transgrede en muchos establecimientos.


Para José Matías de la Fuente Guevara (16), su proceso de transición de género implicó rechazo y discriminación. Su salida fue terminar con su vida, el pasado 23 de mayo. El joven trans, se conoció después, vivía constantes situaciones de bullying en su colegio.

No sirvieron los protocolos escolares. Tampoco las normas del Ministerio de Educación (Mineduc). Eso advirtieron las organizaciones trans, luego de conocer la noticia. Las mismas que se reunieron con la ministra de Educación, Marcela Cubillos, la primera semana de junio, para ver cómo avanzar en políticas educativas inclusivas.

El caso de Matías será investigado para determinar las fallas y negligencias del colegio de Copiapó, al que asistía. Ese fue el compromiso de Mineduc. Un avance. Pero para evitar otros casos, indican las organizaciones trans, se deben revisar las falencias en la circula que establece el trato que deben tener los establecimientos con sus estudiantes trans. Un desafío, especialmente luego del escenario de la nueva la Ley de Identidad de Género.

Respeto nombre social

Estudiantes trans son una realidad. ¿Cómo la asumen los colegios? Actualmente existe la Circular 0768 de la Superintendencia de la Educación, que establece el respeto del nombre social de niños, niñas y estudiantes trans en el ámbito educacional, explica Constanza Valdés, licenciada en derecho y activista derechos LGBTI.

La circular establece un procedimiento para exigir el respeto del nombre social. En ella, se regula que los representantes legales o quien tenga bajo su cuidado a su estudiante, solicite al director o autoridad respectiva, que se utilice el nombre social del o la estudiante en el trato, "en el libro de clases, las pruebas y otros documentos en los cuales se permita", dice Valdés.

Además de esto, se permite que el o la estudiante utilice el uniforme que más le acomode conforme a su identidad y expresión de género. Igual norma se aplica en el caso de los baños y camarines, explica Valdés, en donde se le da la libertad al estudiante en razón de su proceso de transición. "Lamentablemente esta circular es muy poco conocida por los colegios, y además dada la diversidad de colegios que existen actualmente, hay muchos en donde la discriminación y el bullying en contra de estudiantes de la comunidad LGBTI, es algo que se da comúnmente".

"Cada colegio es un mundo", señala al respecto Franco Fuica de OTD Chile. Las normas que se indican en la circular y respeto que se indica, no se aplican en todos los casos. "Por lo general les padres de niñes trans deciden cambiarles de colegio cuando socializan su identidad, porque así se ahorran tener que dar explicaciones a toda la comunidad escolar o posibles casos de acoso. También muchas familias prefieren que no se sepa que su hije es trans por miedo a la discriminación, eso hace que la escolaridad siempre sea un proceso complejo, al que muches renuncian porque no hay seguridad de que su hije esté a salvo".

Los colegios son un caldo de cultivo para el acoso y la violencia, dice Fuica, especialmente por temas de género. "'Muches adultes trans hemos sido niñes que sufrieron por no poder expresarnos libremente, esa realidad no se ha acabado", reconoce.

El caso de Matías demuestra que el tema es complejo y profundo. "Es urgente que nos pongamos a pensar y trabajar cómo les acompañamos", subraya Fuica. Porque acá ya no es solo hablar de una buena convivencia escolar, asegura,"estamos hablando de vidas truncadas por la naturalización de violencia, la invisibilización y la discriminación en espacios que deben ser de acogida y seguridad".

Circular insuficiente

Ante esa realidad, Valdés reitera que la circular no es suficiente. Y no lo es, por muchas razones. Primero, porque es muy poco conocida por los colegios. La mayoría desconoce su contenido o cómo implementarla en materia de convivencia escolar. Además, dice, se enfoca en una mirada muy "adultocentrista", en la cual el derecho al respeto del nombre social "solo existe cuando interviene el representante legal del niño, niña o estudiante, sin preguntarle directamente a éste".

"Tampoco la circular establece medidas educativas ni tampoco preventivas en materia de discriminación y bullying que pudiera dirigirse en contra de niños, niñas y estudiantes trans", destaca Valdés.

Y si bien, la circular fue un primer paso para el reconocimiento de las infancias trans, no tuvo en su aplicabilidad el acompañamiento de un programa nacional de educación sexo-afectiva, que incluya la diversidad de seres humanos que existen en el mundo, dice Fuica. "Sin eso, un documento que obligue a los establecimientos no es más que una base para asegurar lo mínimo. Les dijeron a los colegios que la respetaran, pero no les explicaron por qué. Nosotres queremos avanzar en eso porque la infancia debe ser siempre ser prioridad en un país que quiera avanzar".

Pero más allá de las normas del ministerio, coinciden en que el respeto del nombre social también se  transgrede. Aspecto que Valdés destaca como preocupante: "Si la sociedad no respeta ni reconoce quién eres, naturalmente eso desemboca en una situación compleja y dolorosa y más aún si eres un niño, niña o adolescente", advierte.

Ante un escenario con más visibilidad hacia las personas trans y por el recogimiento que ha hecho de esto el movimiento feminista incluyente, dice Fuica, "ahora las personas que tienen información lo piensan dos veces antes de llamar por el nombre legal a una persona trans".

Del mismo modo, dice Fuica, han conocido casos de personas trans de todas las edades "maltratades en consultorios porque les funcionaries no quieren llamarle por su nombre social". Y aunque la circular del Ministerio de Salud tiene siete años de existencia y lo establece de manera obligatoria, "no la conocen o se rehusan a respetarla, y lo mismo pasa con la circular de la superintendencia de educación, que tiene varios vacíos".

No es posible decir entonces, indica Fuica, que el respeto del nombre social es algo superado. "Siempre tenemos que ir caso a caso incidiendo y agradeciendo que ciertas instituciones entiendan que es imprescindible considerar que la expresión de género no tiene porqué adecuarse a un nombre, y lo que debe hacer une funcionarie publique es respetar ese nombre y al final a esa persona", señala.

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