Debut con aroma a gladiolos

Morrissey llega a Chile (11 y 14 de noviembre) intentando olvidar arriba del escenario la ferocidad de las críticas que ha recibido su INICIO como novelista con "List of the Lost".




Ni en los momentos más bajos de su carrera solista, como con el olvidable Kill Uncle (1991) después del genial Viva Hate (1988) o cuando el juez del juicio por regalías que le interpuso Mike Joyce, el baterista de The Smiths, lo describió como una persona retorcida, la prensa había masacrado a Morrissey como lo hace ahora.

Ni siquiera esa vez que los medios interpretaron lo que quisieron y lo acusaron de racista por calificar a los chinos de "subespecie" por el tratamiento que les daban a los animales. O cuando en Coachella 2009 se quejó en el escenario por la venta de hamburguesas en el festival con la frase "puedo oler carne quemándose, espero que sea humana". O cuando sus constantes cancelaciones colmaron la paciencia de muchos de sus fanáticos.

No, nunca antes fue de esta manera. Y esta vez no tiene nada que ver con la música.

Entusiasmado por los buenos comentarios y excelentes ventas que tuvo hace dos años su Autobiography, Moz decidió que quería probar suerte como escritor de ficción. Pero ser uno de los mejores letristas vivos —aunque con un presente por debajo de sus estándares—, no necesariamente parece convertirlo en un autor que valga la pena leer. Todo lo contrario, más bien.

Así se desprende de las despiadadas notas que han acompañado el lanzamiento de List of the Lost, a fines de septiembre, su novela destruida de forma unánime por la crítica.

A grandes rasgos, la obra trata de la experiencia de un equipo de relevos de atletismo —deporte que Morrissey practicó con éxito en su época escolar—, que en el Boston de mediados de los 70 encubre el asesinato accidental de un vagabundo/encarnación del demonio y luego sufre las mortales consecuencias por su acto. "El tema es la demonología", fue la descripción del mancuniano.

Hay varias opiniones que se repiten entre los especialistas. Y ninguna fomenta la lectura. Que es ilegible, que tiene faltas de ortografía y sintaxis, que da demasiadas vueltas sin llegar a destino. Y hay una que es particularmente dura: que con apenas 128 páginas es un libro largo, agotador, cuya trama —en el mejor de los casos— daba para un cuento.

"Un mojón sin pulir. El excremento rancio de la imaginación de Morrissey", escribió The Guardian, el medio que más duro le ha dado, confirmado con el título de una de sus reseñas: "Los editores deberían estar avergonzados de sí mismos". En esa misma línea fue la revista New Statesman, que escribió que "pedirle a un editor decente que salvara este libro era como pedirle a un doctor que ayudara a un cadáver que ha caído desde lo más alto del Empire State". El País, de España, agregó: "Una tortura sólo apta para los seguidores más fieles".

Para justificar semejante nivel de diatriba, se le ha acusado de misógino, por su breve y despectiva descripción de sus personajes femeninos, de que sus relatos en las escenas sexuales son para la risa y de que no es capaz de armar diálogos creíbles.

Quizás si lo más positivo —por llamarlo de alguna manera— que se ha leído sobre List of the Lost lo publicó The Times: "La novela es ilegible por momentos, pero los críticos pierden el foco al descartarla por pretenciosa. Todo está en la lírica", escribieron, destacando que varios párrafos encajarían mucho mejor en una canción.

El London Evening Standard le vaticinó un futuro kitsch: "Esta gran ficción basura es tan imposiblemente desagradable que se convertirá en un objeto de culto en semanas". Algunos pueden leerlo como una sentencia positiva.

Cada una de estas notas debe ser un filosa cuchilla directo al ego de Morrissey, pese a que públicamente ha dicho que las considera ataques hacia su persona y no a la obra en sí. Está tan satisfecho con su trabajo que incluso, después de varias negativas, se muestra dispuesto a que sus escritos se publiquen en otros idiomas. En su brazo armado en la web, true-to-you.net, apareció el nombre y la dirección del contacto, aunque parece no ser el momento para que Mozzer consiga el mejor acuerdo.

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