El mercado de Houellebecq

En el ensayo "Houellebecq economista", Bernard Maris se empeña en demostrar que el novelista hace literatura tomando como punto de referencia las grandes teorías económicas que han marcado al mundo, y que sus personajes están determinados por ellas en sus atributos y vicios.




El economista Bernard Maris (1946-2015) fue de esa clase de intelectuales que mientras más profundizó sus conocimientos en determinada área del saber, más razones tuvo para aborrecerla. En su caso, la relación de amor-odio que padeció con la economía dejó varios libros calificados como "iconoclastas". Maris era profesor universitario, fue miembro del consejo del Banco de Francia y parte del comité editorial de la revista Charlie Hebdo. De hecho, la mañana del atentado estaba allí y se contó entre las víctimas.

Maris fue uno de los artífices para que la edición previa al ataque llevase en portada a Michel Houellebecq. No lo conocía en persona, pero había leído todos sus libros con la detención suficiente para que el resultado de ese proceso fuese un ensayo titulado Houellebecq economista, el cual apareció el año pasado en Francia y acaba de publicarse en español.

Las intensas 130 páginas que lo componen se empeñan por demostrar que Michel Houellebecq hace literatura tomando como punto de referencia las grandes teorías económicas que han marcado al mundo, y que sus personajes están determinados en sus atributos y vicios por estas mismas teorías y visiones de mundo. Bernard Maris, desde luego, es tan descreído como el propio novelista. Se cuestiona que la economía sea una ciencia y desprecia profundamente a quienes la planifican.

"Dentro de unos decenios, de un siglo, antes quizá, parecerá inverosímil que una civilización haya podido conceder tanta importancia a una disciplina no sólo vacía, sino también absolutamente aburrida, así como sus celadores, expertos y periodistas, graficómanos, pregoneros, barones y polemistas", anuncia antes de la andanada de argumentaciones y ejemplos.

No sé si Houellebecq economista sea un libro completamente revelador. No sé si dice cosas que el lector medianamente atento no haya advertido. Lo que sí es evidente es que se trata de un buen ejemplo de lectura sistematizada, pues su profundidad no está en el número de citas ni en las referencias eruditas, sino en el tiempo que se toma para cada idea. Maris no necesita de las llamadas "saludables distancias", pues mucho de lo que les ocurre a los personajes de Houellebecq también les ocurre hoy a sus lectores.

"Los ejecutivos son lastimosos como los niños; al igual que ellos se manifiestan como pequeños crápulas viciosos, caprichosos, pedigüeños, gritones, y Houellebecq nos recuerda el carácter infantil de la sociedad de mercado, basada en la insaciabilidad. Infantil es el deseo incesante y por siempre insatisfecho de los consumidores. Jamás nos sentiremos hartos del dinero".

Así avanza Maris y de pronto el lector entiende, sin que haya una referencia explícita, por qué Houellebecq admira tanto la novela American Psycho, de Bret Easton Ellis: es una suerte de espejo temático en el que lo menos importante son los crímenes del sicópata, sino el mundo donde éstos son posibles, ese paraíso mercantil nacido en los 80 e incapaz de ver la clase de monstruo que lo habita hasta nuestros días. En American Psycho es clave la negación del horror y del hastío; en las novelas de Houellebecq es clave la certeza de que ese horror y ese hastío son irreversibles.

Houellebecq economista invita a la relectura de un puñado de novelas fundamentales, y con eso cumple su objetivo. Además, está escrito con el ímpetu de quien está seguro de tener la razón, y que es el mismo ímpetu, por cierto, de los que pueden estar rotundamente equivocados.

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