Esteros del Iberá, el nuevo parque nacional argentino

Esteros del Iberá
(Crédito: Guido Piotrkowski)

Es tierra de naturaleza desmesurada, mitos y leyendas. Es uno de los sitios preferidos por los avistadores de aves, fotógrafos de flora y fauna, y científicos de todo el mundo. Es, además, la sede de un proyecto de reinserción de especies en extinción. Aquí, un viaje a esta joya del conservacionismo.


"Un Parque Nacional es la máxima categoría de protección ambiental que puede tener un espacio geográfico. Es un lugar de desarrollo social, de investigación científica, de generación de empleo, de inspiración para entender lo espectacular que es la naturaleza. Es la inmensidad, es la ciencia, es la belleza, es la pureza bien mantenida a lo largo del tiempo, porque los parques son lugares de protección perpetua". Quien lo dice es Emiliano Ezcurra, vicepresidente de Parques Nacionales de Argentina, donde en diciembre del año pasado se creó el más nuevo de ellos: el Parque Nacional Iberá.

Los Esteros del Iberá abarcan 1.300.000 hectáreas, que forman el segundo humedal más grande de Latinoamérica, después del Pantanal, en Brasil. El Iberá es, también, uno de los reservorios de agua dulce más grandes del planeta y ocupa el 14 por ciento de la provincia de Corrientes.

Para entender el Iberá, que en lengua guaraní significa "aguas que brillan" y donde el turismo comenzó hacia fines de la década de los 90, hay que tener un buen mapa a mano y una guía de aves y mamíferos. Hay que saber que antes fue una Reserva Provincial creada en 1983, que tiene varios portales de acceso desparramados del sur a norte y de este a oeste de este terreno fangoso.

El más conocido es el Portal Laguna Iberá, en el pueblo de Colonia Carlos Pellegrini. Hay que darse tiempo para conversar con sus pobladores, escuchar a sus guardaparques y guías, conocer a los científicos que llegan de todo el mundo atraídos por una biodiversidad apabullante. Un bocado exquisito para los fotógrafos de naturaleza. Un festín para los avistadores de aves.

Para viajar por el Iberá se necesita tiempo y paciencia: su geografía húmeda está surcada por caminos de ripio que suelen anegarse cuando llueve. Por eso, y para no atropellar a los cientos de miles de carpinchos que se recuestan en el camino, hay que andar lento. Armadillos o corzuelas pueden aparecerse en el momento menos esperado a la vera del camino.

Para comprender el Iberá hay que recordar a Douglas Tompkins, el magnate conservacionista que dejó sus empresas y puso su fortuna al servicio de la causa. Un filántropo que fue muy resistido cuando llegó al gran pantanal argentino, pero que hoy, a más de una década de su desembarco y a tres años de su muerte, es venerado por buena parte de la población local. Le agradecen por generar fuentes de trabajo y por su inagotable labor al frente de la ONG Conservation Land Trust Fund, que fue, es y será fundamental para el desarrollo sustentable del Iberá, la última joya de los conservacionistas.

La gran laguna

En Colonia Carlos Pellegrini los jóvenes ya no se marchan a las ciudades y eligen quedarse a prestar servicios para el viajero. Para llegar a este lugar hay que tomar un bus en Buenos Aires y viajar 12 horas hasta la localidad de Mercedes, y desde ahí recorrer 120 kilómetros por la Ruta Provincial 40, asfaltada hasta la entrada a la Reserva Provincial Iberá. El resto es puro ripio.

La laguna Iberá es el imán de esta localidad. Con 14 kilómetros de largo, es uno de los mejores lugares para avistar fauna. Reptiles milenarios y longevos como el yacaré; anfibios gigantes como el cururú o "sapo rey", el más grande del territorio argentino; roedores de gran porte, como los carpinchos; preciosos herbívoros como el ciervo de los pantanos y las corzuelas; monos bulliciosos como los carayá, que por algo les dicen aulladores; víboras venenosas como la yarará, las culebras y la temible boa curiyú, que mata a sus presas por estrangulamiento. El cánido más grande de América del Sur también se encuentra por aquí, se llama aguara guazú y es como una mezcla de zorro y perro con patas largas. El ecosistema del Iberá es atractivo para aves de toda clase y tamaño, las hay señoriales, como la garza y la cigüeña americana; guardianas, como el chajá, y majestuosas, como el jabirú. También hay cientos de pajaritos menos vistosos pero emblemáticos, como el Martín pescador, el ipacaá o el yetapá.

Sesenta especies de mamíferos y 40 de anfibios, 25 clases de mariposas y 1.250 de peces, 350 variedades de aves y 60 de reptiles, además de las 1.400 plantas diferentes. En definitiva, un descomunal reservorio de vida silvestre.

Para navegar hay que contratar la excursión, que en general viene con el paquete de la posada incluida. Sólo se permiten seis lanchas navegando a la vez, en cada uno de los turnos de dos horas, por cada uno de los tres circuitos que existen. Los mejores horarios son al alba y al atardecer.

El yaguareté

La Estancia Rincón del Socorro es propiedad de la Fundación CLT, una ONG que trabaja en tres ejes: parques, turismo y conservación. Es una hostería coqueta y exclusiva por donde deambulan en libertad ñandués, carpinchos, zorros y ciervos de los pantanos. Ofrece alojamiento con pensión completa y actividades en la naturaleza. Salidas a caballo, a pie o en bicicleta que atraviesan pastizales, arroyos, lagos y montes; paseos en lancha por la laguna Iberá, y safaris diurnos y nocturnos para avistaje de fauna.

El principal foco de la ONG es la reinserción de especies nativas extintas o en vía de extinción. La primera especie reintroducida por CLT fue el oso hormiguero; luego le seguirían el venado de las pampas, el pecarí, el tapir, y ahora es el turno del yaguareté, el gran predador del Iberá, el gran felino. La ilusión es que vuelva a su hábitat. Que en un plazo de 50 años sean liberados completamente, y así restaurar el equilibrio natural perdido desde que la cabeza de la cadena trófica desapareció.

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Los esteros de Iberá. (Crédito: Guido Piotrkowski)[/caption]

Beneficio local

Concepción es una ciudad-pueblo de cuatro mil habitantes. Es profundamente devota: muchas de las casas tienen capillas dedicadas a los numerosos santos y vírgenes de la región. Es la cabecera del portal Carambola y tiene cuatro museos, dos posadas y un hotel con tres pisos y terraza, que contrasta con la edificación baja de este poblado de más de 200 años de historia.

"Concepción tiene un potencial y un recurso turístico increíbles, tanto natural como histórico", afirma Javier Kuttel, presidente de la Fundación Yetapa y propietario de la posada Nido de Pájaros. Agrega que por aquí nadie sabía lo que era el turismo: "Para la mayoría, ver un yacaré no tiene valor, no entienden que hay gente que atraviesa el mundo para sacarles una foto". Desde la fundación desean que los pobladores sean protagonistas del plan turístico. De hecho, los visitantes ya pueden hospedarse en casas de familia. "El ecoturismo es la conservación de patrimonio con beneficios a la comunidad local, no es una concesión a una empresa que se llena de dinero".

Canoas y caballos

"Hasta hace unos años, nunca habíamos visto un extranjero en el pueblo. No entendíamos por qué le querían sacar fotos a un carpincho", confiesa José Sosa, joven guía local que acompaña la excursión más buscada por aquí. Una actividad que emula una tradición local: navegar en una canoa cinchada a caballo, que es el medio de transporte de los isleños estero adentro.

La excursión parte desde Puerto Felipe, ubicado a una hora de Concepción, un bello páramo a la vera del arroyo Carambolita, que solía ser el punto de encuentro entre los cazadores que llegaban con sus cueros y los mercaderes que venían de Buenos Aires a intercambiárselos por víveres, yerba, harina. Treinta años atrás, unas 50 familias vivían esteros adentro, en las islas. Hoy solo quedan cinco grupos familiares que se dedican a la ganadería y al turismo, como Mingo, quien junto a tres de sus hijos guían la excursión a una de las islas, donde CLT construyó un refugio con chozas en las que se puede pernoctar.

Hasta hace un año, Nico -el hijo de Mingo- se ocultaba cuando los forasteros se acercaban a la isla. Hoy, quiere capitanear la canoa, hacer fotos, hablar con los turistas. Nacido y criado en lo profundo del estero, tiene ahora la posibilidad de codearse con ciudadanos del mundo entero.

Dormir

*Hostería Rincón del Socorro Reservas: (+54 11) 5272 0343 / Teléfono de la Hostería: 03782 497172 / ibera@rincondelsocorro.com.ar / www.rincondelsocorro.com.ar

* Casa Santa Ana del Iberá

Colonia Carlos Pellegrini, Corrientes / (03773) 15 47 5114 / santaana@casasdelibera.com / www.casasdelibera.com

* Posada Nido de Pájaros

Concepción del Yaguareté Corá, Corrientes / +54 (9) (3756) 614370 / reservas@nidodepajarosposada.com.ar / www.nidodepajarosposada.com.ar

Excursiones

Todas las posadas organizan sus propias actividades y excursiones. Casa Santa Ana del Iberá cuenta con muelle propio, desde donde parten las navegaciones por la laguna Iberá. Rincón del Socorro ofrece la navegación a la laguna con traslado hasta Carlos Pellegrini. También cabalgatas, caminatas, paseos en bicicleta, safaris. En Concepción se puede contactar a guías (en Facebook: Guías De Sitio Iberá Porá).

Más información

* Sitio oficial de la Reserva Iberá: www.parqueibera.com.ar

* CLT: www.theconservationlandtrust.org

* Ministerio de Turismo de Corrientes: www.corrientesintensa.com

* www.parquesnacionales.gob.ar

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