Fue encerrada por años: el dramático caso de la niña secuestrada por un admirador de Hitler y que logró escapar

Fue encerrada por años: el dramático caso de la niña secuestrada por un admirador de Hitler y que logró escapar. Fotos: Natascha Kampusch.

La austriaca tenía apenas 10 años cuando fue secuestrada por un hombre de 36, quien la encerró en un sótano. Ella consiguió huir por su propia cuenta.


Esta nota incluye partes de violencia explícita.

Natascha Kampusch caminaba en dirección a su colegio cuando una furgoneta blanca se detuvo en medio de la calle, en el distrito de Donaustadt en Viena, Austria.

El conductor era un hombre de 36 años llamado Wolfgang Priklopil, quien le ordenó que se subiera al vehículo.

Ella, una niña de tez pálida y con la inocencia de sus 10 años de vida, terminó sentada junto a él.

Fue en ese momento cuando empezó un caso policial que conmocionó al país europeo y del que no se supo del paradero de Kampusch hasta que logró escapar por su propia cuenta, cuando tenía 18.

Fue encerrada por años: el dramático caso de la niña secuestrada por un admirador de Hitler y que logró escapar. Foto: Natascha Kampusch.

El relato de la austriaca que fue secuestrada por un admirador de Hitler

Tales hechos ocurrieron el 2 de marzo de 1998. Tras el secuestro, Priklopil la llevó a un escondite subterráneo bajo la cochera de su casa, ubicado en el barrio de Strasshof, en las afueras de la capital.

Ahí la encerró con una cama, una radio, un televisor y estantes con libros infantiles y para adultos. No la dejó ver la luz del sol ni salir de ese sótano durante los primeros dos años de encierro.

Mientras tanto, los padres de la niña, Brigitte Simy y Ludwig Koch, no tenían noticias de dónde estaba ni de si seguía viva.

Según informaciones rescatadas por Infobae, los agentes de la policía interrogaron a más de 700 dueños de furgonetas similares a la que se había subido la mañana en que desapareció.

Priklopil fue una de las personas de ese grupo, pero no sospecharon de él. Tampoco tenía antecedentes penales, aunque si hubiesen revisado su casa, habrían encontrado a Kampusch.

El criminal era un hombre solitario, había sufrido bullying en su etapa escolar y sentía una fuerte admiración hacia el fallecido dictador nacionalsocialista Adolf Hitler.

En 1989 había trabajado para una empresa de telecomunicaciones instalando líneas telefónicas, pero fue despedido dos años más tarde.

Vivía de la herencia de su padre y no tenía contacto con nadie más que Kampusch. Por ocho años y medio, la recluyó para agredirla tanto física como mentalmente.

“Jamás van a atraparme vivo”, le repetía constantemente a la menor de edad, a quien le permitía leer libros escogidos por él, escuchar la radio y ver videos.

Ella misma relató —después de escapar a sus 18— cómo fue el periodo que estuvo secuestrada, en un libro que tituló con la cantidad de tiempo que duró el encierro: 3.096 días (Aguilar, 2011).

“Cuando cumplí 12 años y entré en la pubertad, su comportamiento cambió drásticamente. Comenzó a tratarme como si fuera sucia y repugnante. Me pateaba y me golpeaba; también me sometió a agresiones sexuales (...) Fue entonces cuando empezó a llevarme arriba, para hacer las tareas del hogar, como fregar los azulejos de su cocina, que nunca le parecían lo suficientemente limpios. Entonces, llenaba el fregadero, me hundía la cabeza y me apretaba la tráquea hasta que perdía el conocimiento”, contó Kampusch ya de adulta.

Incluso, el criminal le dijo un día que era “ridículo que no viniera con instrucciones de uso”.

Fue encerrada por años: el dramático caso de la niña secuestrada por un admirador de Hitler y que logró escapar. Foto: Wolfgang Priklopil.

Dos años después, a sus 14, la obligó a dormir en la superficie —fuera de la celda subterránea— en ciertas ocasiones. La austriaca contó que la encadenaba, pero que usualmente “no se trataba de sexo”.

“A los 15, yo pasaba mucho más tiempo arriba durante el día. Pero la paranoia de mi secuestrador hizo que no se relajara nunca. Me obligó a pararme y caminar a la misma distancia de él: un metro, ni más ni menos, de lo contrario dijo que explotaría. Si yo lloraba, amenazaba con dejarme en el calabozo en total oscuridad. Cada vez que mencionaba a mis padres, se enfurecía (...) quería una mujercita trabajadora que siempre tuviera la cena lista a tiempo, que no contestara y que hiciera las tareas del hogar”.

Asimismo, le reiteraba incansablemente que era “una esclava” y al referirse a Hitler le decía que “tenía razón al gasear a los judíos”.

“Una vez, me dijo que era uno de esos malvados dioses egipcios de la serie de televisión de ciencia ficción Stargate (...) sospecho que realmente lo creía”.

A medida que pasaba el tiempo y Kampusch crecía, comenzó a implantarle que era “gorda y fea”, lo que desencadenó que padeciera trastornos alimentarios, además de otras consecuencias esperables de un escenario de estas características.

Más adelante, también la privó de alimentación hasta que quedara raquítica y la forzó a realizar las tareas domésticas semidesnuda.

Si no cumplía con lo que él pedía, le agredía. En más de una oportunidad pensó en suicidarse, pero él descubrió sus planes, la culpó de la situación que él mismo le impuso y la sometió a más actos de violencia.

Fue encerrada por años: el dramático caso de la niña secuestrada por un admirador de Hitler y que logró escapar. Foto: Natascha Kampusch.

Cómo logró escapar y qué pasó con el criminal

Pasaron siete años de encierro hasta que Priklopil le permitiera salir por primera vez al mundo exterior. Particularmente, para llevarla en su auto a un bosque.

Ya en ese paisaje natural, lo único que hizo fue arrodillarse sobre hojarascas de pino y poner su frente en un tronco. Luego, la llevó de vuelta a su residencia de Strasshof.

Al poco tiempo, la llevó a una pista de ski, en la que experimentó una sensación incómoda al ver a otras personas, debido a que por años no había interactuado con nadie más que el agresivo secuestrador.

Es imposible borrar de tu memoria a alguien con quien has pasado ocho años y medio de tu vida”, expresó después de escapar de Priklopil, a quien describió como “un criminal y una mala persona”.

Por ese periodo, específicamente el 23 de agosto de 2006, él le ordenó limpiar su BMW 850i de color rojo en el jardín de la casa.

Fue ahí cuando Kampusch halló la oportunidad de fugarse.

Corrió con todas sus fuerzas hasta que llegó a la vivienda de una mujer de 71 años. Como es de esperar, se encontraba en un estado de shock, pero pudo decirle que estaba en peligro. La anfitriona llamó a la policía.

Simultáneamente, Priklopil la buscaba a toda velocidad en su vehículo.

No obstante, cuando se percató de que estaba fuera de su alcance y de que probablemente ya había alertado a las autoridades, paró junto a las líneas de un ferrocarril y esperó ahí a que pasara el tren.

Murió ese mismo día.

Fue encerrada por años: el dramático caso de la niña secuestrada por un admirador de Hitler y que logró escapar. Foto: Wolfgang Priklopil.

La vida después del encierro

Adaptarse después de enfrentar tales agresiones fue complejo. Se esforzó en retomar las relaciones con su familia, hacer amistades, terminar el colegio, conocer nuevos lugares, confeccionar joyas y aprender idiomas.

“No es fácil, no tengo cimientos sobre los que construir, no he socializado con gente de mi edad”, dijo Kampusch.

Le sugirieron que cambiara su nombre, pero ella se negó.

“Me enfrenté a toda la basura psíquica y a las oscuras fantasías de Priklopil, no me dejé vencer. Pero algunos quieren ver en mí a alguien derrotado, a una persona rota que nunca más va a levantar cabeza, que siempre va a depender de la ayuda de los demás. Me niego a llevar ese estigma el resto de mi vida”.

También recibió múltiples comentarios misóginos e inapropiados en las redes sociales. Algunos de ellos la vincularon con teorías conspirativas e incluso la acusaron de lucrar con su historia.

Sin embargo, buscó apoyo emocional en sus seres queridos, terapias psicológicas y distintas actividades. Además del relato autobiográfico de 2011, posteriormente escribió otro libro llamado 10 años de libertad (Dachbuch Verlag GmbH, 2017).

De la misma manera, fundó un hospital infantil en Sri Lanka, trabajó con refugiados y ha apoyado distintas causas benéficas y de ayuda social. Hoy tiene 35 años.

“Estaba claro que solo uno de nosotros dos sobreviviría. Al final, fui yo”.

Fue encerrada por años: el dramático caso de la niña secuestrada por un admirador de Hitler y que logró escapar. Foto: Natascha Kampusch.

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