Por qué sentimos tan cerca la muerte de un famoso

Por qué sentimos tan cerca la muerte de un famoso.

Según una doctora en psicología, la línea de tiempo de nuestra vida puede estar marcada por lo que hizo una celebridad que admirábamos.


Cuando se supo que el actor estadounidense Matthew Perry había fallecido a sus 54 años de edad, al mundo le costó creerlo.

La noticia fue particularmente difícil de digerir para quienes consideran fanáticos de la legendaria serie Friends, donde Perry dio vida a Chandler Bing. Pese a que el programa terminó hace casi dos décadas, el intérprete logró dejar una huella imborrable en los espectadores que lo vieron a él y sus compañeros de elenco. Su personaje sigue recordado hasta hoy.

En redes sociales, cuando los medios de comunicación publicaban una fotografía de Perry por su repentina partida, abundaban los comentarios de personas que aseguraban sentirse como si hubieran perdido a un amigo muy íntimo.

“Gracias por todo Perry, fuiste un gran amigo durante mis depresiones”, “han pasado tres días y todavía no puedo superar esto” y “nunca te conocí pero he llorado por tu muerte, ¿por qué estoy tan herido?”, son solo algunos de los comentarios que los cibernautas plasmaron en la cuenta de Instagram del actor.

El caso de Perry no es el único, sino que se ha visto anteriormente con otros famosos han fallecido y que han causado gran conmoción, como Michael Jackson, Robin Williams, Juan Gabriel, Olivia Newton-John y Sinead O’Connor.

Si reflexionas sobre el tema, es probable que recuerdes a alguna figura pública del cine, la música o el deporte tuvo mucha influencia en algún momento de tu vida y que su partida te dolió en lo más profundo, tal como si la hubieras conocido de toda la vida.

Cómo la muerte de un famoso se siente cerca

Mónica Pachón-Basallo, doctora en educación y psicología, plantea en un artículo del sitio The Conversation que desde el ámbito psicológico hay varias hipótesis que permiten explicar el por qué las personas sienten tan cerca a un famoso que jamás han conocido.

La partida de Matthew Perry causó gran dolor en sus seguidores. Foto: Reuters/Mike Segar.

Una de ellas tiene que ver con “la conexión y la parasocialidad”. El segundo concepto se puede interpretar como una relación imaginaria o unilateral que un individuo establece con celebridades o personajes ficticios, mediante los medios de comunicación. Pese a que no hay interacción directa, se experimenta de forma tan intensa como si fuera una relación real.

Antes de explosión de las redes sociales, la vida de las celebridades era prácticamente un agujero negro. Si bien se infiltraban experiencias o detalles importantes con frecuencia, no es lo mismo que se ve ahora, donde las plataformas digitales entregan un retrato un poco más directo de lo que hacen los famosos.

Para Pachón-Basallo, ese acceso instantáneo a sus redes sociales ha hecho que nos sintamos mucho más cerca de ellos. Al mismo tiempo “nos lleva aterrizar la idea de que estas celebridades son seres humanos como nosotros”, recalca.

La doctora en psicología añade que, si una persona ya experimenta esa proximidad con un famoso y este fallece, se produce un “efecto de contagio emocional, en el que las emociones y estados emocionales de otras personas influyen en los nuestros”.

Eso también conduce a que también nos sintamos cerca de otros que también se sienten adoloridos por esa muerte, pues están pasando por un estado similar al nuestro.

Santuario creado cerca de la casa de Amy Winehouse, en Londres, para conmemorar el aniversario número 10 de su muerte. Foto: Tolga Akmen/AFP.

Hay algo más. La conexión emocional con las celebridades también tiene una estrecha relación con las “conexiones culturales compartidas”, destaca Pachón-Basallo. En muchas ocasiones, las figuras públicas -de cualquier ámbito- se distinguen por simbolizar identidades o experiencias que tienen una importancia cultural.

Por lo anterior, la experta asegura que el impacto de un famoso va más allá que solo ser persona, pues finalmente “se convierte en parte de la cultura colectiva”. Y como es un símbolo cultural e influyente, se crea un sentimiento de pérdida en toda una comunidad, como si fuera un integrante más.

Otra situación que puede ocurrir es que hayamos admirado mucho a una celebridad durante una parte significativa de nuestra vida, como en la adolescencia. Sobre eso, Pachón-Basallo dice “nuestra propia línea de tiempo” está profundamente marcada por lo que hizo esa celebridad en cierto momento.

Eso da la sensación de que de alguna manera nos acompañó fielmente, quizás en momentos complicados, y por lo mismo su muerte puede llegar a ser tan dolorosa.

“Su vida se convierte en un espejo de nuestro propio crecimiento, nuestras experiencias, las alegrías y las dificultades que hemos enfrentado. La muerte de alguien a quien consideramos cercano y un modelo a seguir nos confronta con nuestra propia mortalidad y nos hace reflexionar sobre la fragilidad de la vida”, argumenta la experta.

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