Roberto Ampuero

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El actual canciller, escritor, se inspiró en su padre para crear al protagonista de su saga detectivesca: Cayetano Brulé. Roberto Ampuero Brulé, el padre, porteño, masón, murió en marzo de 2012.


Querido papá:

Te gustaría saber que el nogal que plantamos hace mucho contigo y tus nietos es hoy un árbol inmenso. A su sombra tupida instalé el viejo catre que compré en un anticuario y tú pintaste de verde, y me tiendo a leer en las tardes de calor.

Me corrijo: solía tenderme. Ya no. Mi trabajo lo imposibilita: fui nombrado Canciller de Chile. Y el tiempo no me sobra. Ya sé. Dirás, emocionado, que soy el primer Ampuero en llegar a ese puesto que me honra y privilegia. Dirás que yo siga siendo el mismo, que mire a la gente a los ojos y diga mi verdad. Y me recordarás que sea tolerante, acepte la diversidad y esté siempre abierto al diálogo.

Imagino que me lo dirás. Sería el mensaje de un masón socialdemócrata que se casó para toda la vida con su mujer católica, y cultivó siempre el diálogo respetuoso con su gran amor, que pensaba distinto. Esa conducta de ustedes me inspira a diario, papá.

Me dirás también que no olvide mis orígenes: mi abuelo carpintero de alta mar, mi abuela inmigrante de Francia, el abuelo linotipista y la abuela dueña de casa. Y que no olvide tu propia historia laboral, dedicada desde los 18 años a la legendaria PSNC y, tras jubilar, a la Marval.

Raro que nunca te tuteara, y ahora que estás lejos, lo haga. Tal vez porque nos estamos acercando más y más y un día tengamos la misma edad y estaremos juntos para siempre.

Tenías razón, papá, la felicidad no la da lo que tienes sino lo que disfrutas.

Lo siento, debo correr al aeropuerto, me espera otra cumbre. Pero no te preocupes, vas siempre conmigo y no sabes cuánto agradezco tu amorosa y sabia compañía.

Buen día, papá.

Roberto

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