Bachelet 2.0: de vuelta a la ideología




Cuando un país se va desarrollando, los nuevos problemas que tiene que enfrentar son más complejos que los antiguos. Estas dificultades también se manifiestan en la educación. En los países subdesarrollados, el problema es la cobertura; en los desarrollados es la calidad, que es mucho más difícil de resolver.

<em>Así, el actual descontento social<strong> por la mala calidad de la educación es una manifestación de que Chile está avanzando,</strong> no de que estamos estancados. Por esa razón, resulta alarmante que la solución que algunos proponen sea borrar lo que hemos hecho y que nos ha permitido llegar hasta donde estamos.</em>

La calidad de la educación tiene una infinidad de variables que deben ser consideradas: la calidad de los profesores, el financiamiento a nivel escolar, la infraestructura, la intervención temprana, la cobertura preescolar, la fiscalización, la libertad, la integración, la disciplina, entre otras, son todas cuestiones que deben ser abordadas. Por eso, no se entiende que desde el comando de Bachelet se esgrima, como único argumento para proponer el cierre de los Liceos de Excelencia, que estos producen segregación.

En primer lugar, sorprende porque la afirmación es falsa: estos liceos no han producido segregación. Y no la han producido porque no han tenido oportunidad de seleccionar a sus alumnos. Por ejemplo, el Liceo Bicentenario de Colina sólo ha tenido que seleccionar una vez porque los cupos no se llenan, y el criterio de selección no fue ni el dinero ni las notas en el anterior establecimiento, sino la motivación del alumno y su familia. Este año hubo 100 postulantes para 120 cupos, así que todos fueron admitidos. Por su parte, el Liceo Bicentenario de Cerro Navia, lejos de seleccionar, se ha visto obligado a promocionar el establecimiento para, al menos, llenar los cupos.

En segundo lugar, la propuesta de Bachelet ignora la evidencia. Sin selección, estos establecimientos han entregado educación gratuita y de calidad. En el Liceo Bicentenario de Puente Alto, por ejemplo, recibieron alumnos de bajo rendimiento y mala conducta. El rector explica que el entorno de excelencia y un cambio de mirada sobre la importancia de su educación han permitido que estos alumnos logren avances relevantes en el Simce.

En tercer lugar, parece increíble que Bachelet prefiera que todos se hundan a que algunos puedan arrimarse a algún bote salvavidas. Para que todos nuestros estudiantes reciban educación de calidad hay que mejorar lo malo y no destruir lo bueno. Esa mirada de emparejar hacia abajo parecía desterrada de la centroizquierda chilena, y por eso sorprende esta postura tan ideológica.

La segregación es un problema, sí. Pero mejorar la calidad de la educación requiere una mirada más amplia. Para analizar el mérito o demérito de los Liceos Bicentenario es necesario meter en la ecuación no sólo la (falsa) variable segregación, sino que también la motivación y capacidad de los alumnos, familias y profesores de estos liceos.

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