Francia: la explosión de la clase política




FRANCIA TERMINÓ su intenso proceso electoral. En el campo de batalla han quedado muchos muertos y heridos. La République en Marche, el partido del Presidente, inexistente hasta hace un año atrás ha obtenido una holgada mayoría de 308 diputados sobre un total de 577. Dos tercios de la Asamblea Nacional estarán compuestos por diputados y diputadas que comienzan recién su primer mandato y por primera vez las mujeres representarán más del 40%.

La Presidencia, el gabinete ministerial y la Asamblea Nacional serán ocupados, salvo contadas excepciones, por ilustres desconocidos. El resultado de las legislativas muestra que la elección de Macron no fue simplemente el recurso de última hora, el "mal menor", frente a Le Pen. El movimiento es mucho más de fondo. Agotada por años de estancamiento, la sociedad busca nuevas opciones fuera de los partidos tradicionales.

Así lo entendió Macron. Todo lo que se ha venido sabiendo de su trayectoria muestra a un joven inteligente y ambicioso, que rodeado de un pequeño grupo de incondicionales planificó un verdadero asalto al poder. Lo logró haciendo gala de una tremenda eficacia y a un mes de instalado en el Eliseo ha traído de vuelta la Presidencia monárquica. Macron no deja detalle suelto. Su control del gobierno y del Parlamento será total. Los gabinetes ministeriales, en donde reside el verdadero poder, están ampliamente constituidos por jóvenes en torno a los 40, casi todos hombres, conservadores y egresados de las Grandes Escuelas a imagen del Presidente. En el caso del Parlamento, una gran mayoría de los nuevos diputados simplemente le debe su elección.

El epicentro del terremoto se situó en el Partido Socialista. Sus principales figuras sufrieron humillantes derrotas. La mayoría electoral de 289 diputados de la que disponía se redujo a solo 30. Aquí no se trata simplemente de enfrentar un accidente electoral grave si no que de ajustar cuentas con un fracaso histórico. "El Partido Socialista está muerto" afirmó Ségolène Royal, ex ministra y excandidata a la Presidencia de la República.

La izquierda radical representada por J. L. Mélenchon cayó de cerca del 20% al 10%. No se le perdona y con razón no haber tomado posición entre Le Pen y Macron de cara a la segunda vuelta. Es cierto, logró igualar el resultado del Partido Socialista, pero no le servirá de mucho: con escasa representación parlamentaria, se ha también condenado a una cierta marginalidad.

El recorrido de Macron ha sido hasta ahora impecable. Consiguió dinamitar el antiguo sistema político abriendo paso a una renovación profunda de los elencos de primera línea. Han cambiado las personas, ¿cambiarán también las políticas? Está por verse. En las próximas semanas el gobierno enfrentará una prueba que puede ser decisiva: la reforma del código del trabajo. Aquí se pondrá a prueba la consistencia del proyecto de superación de las derechas y las izquierdas. No es fácil: hay que eliminar las rigideces propias de los modelos socialdemócratas sin caer en la flexibilidad neoliberal.

Este es el terreno en el cual se situará la disputa política en los próximos meses. Son muchas las interrogantes planteadas. Por de pronto, un Parlamento tan monocolor puede llevar a que la oposición se exprese esencialmente por la vía de la calle fuera de la institucionalidad. En ese cuadro, la actitud que adopte más de la mitad de los franceses que se abstuvo en las legislativas y que observa este proceso con indiferencia o escepticismo, puede llegar a ser muy determinante.

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