Huele a espíritu adolescente




Se pueden hacer chistes, trazar distancias y ariscar la nariz como lo hizo la generación del tango y el bolero cuando irrumpió el rock hace 60 años, creyendo que la verdadera música era fulminada por esos salvajes de gomina y cuero que superaban a las añosas orquestas. También recelar y apuntar el contenido lírico, menospreciar el envoltorio musical por concentrarse casi en exclusiva en un latido tribal, relegando al mínimo la melodía. Pero la verdad también es esta: Maluma, el colombiano súper estrella del reggaetón, la figura musical del momento por lo demás, trajo de vuelta a la juventud a esta tibia versión del Festival de Viña y cuanto implica aquello: fervor, histeria, y un griterío ensordecedor de miles de chicas y chicos felices por ver a su ídolo en vivo y en directo, tal como sucedió con Ricky Martin en 1993 y hace casi tres décadas con Chayanne en este mismo escenario.

¿Canta Maluma? Si, lo hace, mucho más que Nicky Jam por ejemplo, en la anterior edición del certamen. Su despliegue vocal es a lo sumo correcto, sin embargo no nos engañemos, esas son las reglas de este género que domina los gustos latinoamericanos en lo que va del siglo. A cambio, derrocha espectáculo permanente, con un guión que se concentra en su atractivo físico y la condición de seductor. Así, su número jamás bajó la guardia y fue un torbellino imparable, a pesar de que antes de la hora de concierto los animadores intervinieron para colaborar en algo que también resultó evidente: el colombiano, con apenas dos álbumes, tenía que alargar su set de 13 canciones. Y si para eso era necesario que un éxito como La Temperatura se extendiera como pieza progresiva, bueno, no hubo empacho, como tampoco se notó mayormente gracias al apoyo constante de un cuerpo de baile y un sinnúmero de imágenes caleidoscópicas en las distintas pantallas gigantes. O recurrir a trucos de la venerable escuela del rock, como el solo suicida del guitarrista y el intenso azote de la batería en una breve y solitaria pasada.

Si cabían dudas sobre la interpretación de 4 babys -que no es más cachonda que un blues de Led Zeppelin-, pues fue el propio público mayoritariamente femenino quien la exigió derribando moralinas y poniendo todo en su sitio. Esto se trata solo de fiesta efervescente y pasajera, y Maluma la ofreció de principio a fin.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.