La opción de Goic




LA DECISIÓN de la DC de reivindicar su independencia y competir con Carolina Goic en la primera vuelta presidencial dejó a la vista la precaria tarima desde la que hablaba Alejandro Guillier. Los partidos que lo proclamaron sin pedirle ni un programita a cambio tuvieron que disimular su desazón y ponerse a juntar firmas de electores no afiliados para que él pueda inscribirse… ¡como candidato independiente! Guillier creció como la espuma en las encuestas de comienzos de año, y en realidad era espuma. Por si fuera poco, Beatriz Sánchez amenaza su espacio lanzando eslóganes parecidos a los suyos, esas frases sonoras que sugieren que la economía funciona por obra de la Divina Providencia y que el Estado puede financiar cualquier cosa.

Quedó demostrado que la DC adoptó la única decisión compatible con su sobrevivencia. Corre riesgos por supuesto, pero hoy tiene la posibilidad de articular un mensaje que exprese sus convicciones. Es la opción de la autenticidad y la autoestima, e implica no temer a las inclemencias que puedan venir. ¿Se trata del camino propio? ¿Y qué otra cosa puede hacer un partido que se respete a sí mismo? ¿Aceptar acaso el camino ajeno? Es obvio que la DC no necesita pedirle permiso a nadie para apelar directamente a los ciudadanos, y que tampoco nadie puede obligarla a permanecer en una coalición que se volvió tóxica y dejará de existir en marzo próximo.

Lo primero que requiere la candidata democratacristiana es la colaboración leal de todos los militantes de su partido, los que deberían convencerse de que lo que está en juego es la vigencia y la autoridad de la DC en el futuro, lo que supone que no hay vuelta atrás. Para ello, será clave un discurso diferenciador y capacidad de diálogo con la sociedad.

La candidatura de Goic puede convertirse en el cauce de expresión de muchos ciudadanos que quieren que el país progrese sobre bases sólidas, con reformas bien pensadas y una visión integradora. Por lo tanto, debe formular propuestas para estimular el crecimiento económico, crear empleos, despejar el enredo tributario y fortalecer la inclusión social. Tiene que hacerse cargo de prioridades como las carencias de la salud y la educación públicas, las bajas pensiones, los problemas de la seguridad ciudadana, etc., todo lo cual requiere un reformismo sensato, que no haga promesas fáciles que a poco andar se convierten en frustraciones.

Goic necesita hablarle al país en su conjunto, no a las minorías intensas. El pleito de las izquierdas no es el suyo. Tiene que disputar la colina del centro, ese espacio en el que se ubican miles de chilenos que están cansados de la fraseología populista y quieren un mejoramiento real de las condiciones de vida. Allí están quienes anhelan vivir con menos incertidumbre y asegurar mejores oportunidades a sus hijos. Goic debe aportar aire fresco en medio de la polución demagógica de izquierda y de derecha, defender el diálogo democrático, promover los grandes acuerdos para que Chile progrese de verdad. Veremos si la DC aprovecha esta oportunidad.

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