Qué hacer con el sistema de Salud




LAS PRIMARIAS presidenciales no sólo sorprendieron por su resultado, sino también por la amplia gama de propuestas de política pública presentada por cada candidatura. Una de las áreas que más generó atención fue el sector salud. La mayoría propuso reforzar la fiscalización de las isapres, Fonasa y establecimientos hospitalarios, mientras que otros plantearon derechamente eliminar el actual sistema de salud privado.

En esta discusión quizás el principal ausente fue no considerar la naturaleza creciente de los costos de salud que se ha extendido en países desarrollados y de ingreso medio en los últimos 30 años. En efecto, en un informe reciente de la Ocde se proyecta que el gasto en salud -como porcentaje del PIB- subirá en los próximos años hasta alcanzar un 14%. De esta tendencia, nuestro país no ha estado exento, replicándose fenómenos de tipo económico, tecnológico, demográfico y cultural que elevan el consumo de prestaciones médicas y/o sus precios. La evidencia internacional señala que el factor tecnológico explica entre un 40% y 65% del aumento en el costo de salud, mientras que el envejecimiento y aumento del ingreso per cápita representan un 2% y 18%, respectivamente.

En el caso de Chile, una forma de aproximarse a la evidencia anterior es  usar  el  Indice  de  Gasto en Salud -calculado desde 2009 por la Universidad del Desarrollo- y que permite verificar en el sistema privado cómo evoluciona la frecuencia de uso y precios de prestaciones ambulatorias y hospitalarias, como también el costo de las licencias médicas. En efecto, entre 2011 y 2012 el gasto real en salud creció un 6,8%, explicado por la mayor frecuencia de uso, que aumenta un 6,3% en el mismo período. Este resultado se explica al menos por tres razones. En un escenario económico favorable, se elevan los ingresos de las personas y el consumo de atenciones. Lo anterior se ve reforzado por el envejecimiento de la población y un nuevo perfil epidemiológico, dando mayor peso a enfermedades crónicas o catastróficas. Asimismo, el mecanismo de compra utilizado por las isapres -pago por prestación- ha generado un crecimiento muchas veces innecesario en la cantidad de prestaciones bonificadas.

En virtud de la experiencia internacional y que la tendencia del gasto en salud depende de múltiples factores, la autoridad debería examinar otras estrategias complementarias y que tienen el potencial para contener los costos y mejorar el desempeño del sistema de salud. Primero, se debería focalizar el gasto público en salud para mejorar el estándar de la atención primaria y disminuir la mortalidad infantil hasta alcanzar el nivel de la Ocde. Segundo, implementar un plan garantizado de salud para todos los afiliados a isapres con tarifa plana. Tercero, avanzar en una real autonomía de los hospitales públicos. Por último, avanzar en la autonomía de Fonasa como seguro público, en materias tales como licitaciones para compra de servicios médicos, y grupos de población para ser atendidos en forma integral por prestadores públicos o privados, entre otras iniciativas.

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