Es tiempo de mirar al futuro




La elección terminó, los resultados son claros y contundentes. Es tiempo de recapitular, tratar de leer con sabiduría lo que ocurrió y proyectarnos finalmente al desarrollo.

Notablemente, fue la población quien mostró la madurez que nuestra clase política no tuvo. Aun después de la elección hubo algunos políticos irreflexivos que dijeron, por ejemplo, que el 55% de la población era idiota: la política adolescente. U otros dinosaurios que se negaron inicialmente a saludar al presidente electo, en fin. Más paradójica aún fue la reacción del gobierno, que después de una descarada intervención en la elección, se atrevió a decir que había sido una derrota electoral pero no política, que sus ideas habían triunfado. Nuevamente la política adolescente, la pequeñez.

No cabe duda que Bachelet y su gobierno son los grandes perdedores de esta elección. Bachelet declaró en su gobierno que era la continuadora de Allende y gobernó siempre mirando al pasado. Los resultados de su gobierno fueron lamentables y esa es la primera lectura de la elección. El país como un todo retrocedió y quiere volver a avanzar. Si algo de Allende logró Bachelet fue nuevamente la polarización del país. No es un tema fácil de arreglar.

Pero hoy es tiempo de mirar al futuro, dejar el pasado a la sabiduría de la historia y construir un país para todos en base a grandes acuerdos nacionales. El pasado nos divide una y otra vez; solo en el futuro podemos encontrar un país mejor para todos. Basta de retroexcavadoras o de sectores tratando de imponer sus ideas a cualquier precio. Avanzar sin transar no es y nunca ha sido el camino de una sociedad. El lema es justo al revés, transar para avanzar lejos. Nuestra sociedad es hoy muy distinta, pero claramente no la entendemos. La izquierda dura sigue pensando en la lucha de clases y el gran Estado, pero hoy hay quizás decenas de clases sociales en Chile, lo que no admite caricaturas ni eslóganes. No basta la popularidad o las buenas intenciones; se necesita conocimiento, experiencia, capacidad de gestión y, por cierto, una política madura.

Como resultado de décadas de progreso, iniciado en el gobierno militar y continuado por la Concertación, hoy ya somos un país de clase media. Pero eso no es solo un tema económico de ingresos; es un tema cultural y muy diverso que nuestras universidades no han investigado seriamente.

La mirada al futuro no es un "modelo" o una maqueta de sociedad, es más bien un conjunto de sólidos principios que hace que haya progreso para todos. Cada individuo es único en el planeta, y queremos un sistema colectivo que respete esa condición, y que permita que cada cual sea lo máximo de lo que es en esencia. Al gobierno le cabe administrar esas reglas, al Congreso le corresponde adecuarlas cada vez que es necesario, y a la justicia que se cumplan.

Sin crecimiento económico, efectivamente no hay posibilidad alguna de desarrollo social. Sin justicia justa e independiente no hay sociedad. Sin gobierno eficiente y transparente solo hay retroceso. El Estado debe ser un facilitador, no una carga difícil de llevar para la sociedad como lo es hoy en Chile. Con delincuencia y corrupción se pudre todo. Sin libertad no hay felicidad. Sin respeto y tolerancia la política se vuelve adolescente. Sin grandes acuerdos no hay progreso real.

No existe ni una sociedad ni una persona sin problemas. Este no es el paraíso, es la tierra, la imperfección esencial. Pero se puede progresar y mejorar. Por eso, es tiempo de unidad nacional en base a grandes principios de convivencia para mirar al futuro. No es la "lucha", es la colaboración.

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