Tierra derecha




Luego de 25 años de esfuerzos, promesas, bloqueos de la derecha y fracasos, la reforma a la ley electoral que sustituye el sistema binominal por un sistema proporcional moderado ha entrado en lo que los hípicos llaman "tierra derecha". Como se recordará, el presentado por la Presidenta Bachelet en abril de este año ya fue votado favorablemente, con amplísima mayoría, por la Cámara de Diputados. El Senado, por su parte, ya le dio su aprobación general. ¿Qué es lo que falta?

Veamos. El Senado debe proceder a la aprobación en particular, luego sólo restaría que la Cámara, en tercer trámite, le diera su asentimiento al texto que salga del Senado. Si todo sale de acuerdo a lo planificado, el proyecto debiera estar despachado a fines de enero. Se cumpliría de esta manera, y finalmente, el anhelo de lograr que nuestros diputados y senadores sean elegidos con un método que, junto con dar oportunidades reales a las minorías significativas, propenda a lograr más competencia y permita una expresión efectiva de las mayorías ciudadanas.

Durante los meses que ha durado la discusión de este proyecto nadie ha defendido el binominal. El problema se ha planteado, sin embargo, cuando llega la hora de aterrizar la voluntad reformista, ahí es cuando aparecen las "cortinas de humo" ¿Por qué no aprobar un sistema uninominal como en EE.UU.? ¿Por qué no buscar un proporcional con 120 o 130 diputados? Saben, por supuesto, que ninguna de esas, u otras opciones "imaginativas", son viables. No importa. Lo que interesa es poner piedras en el camino, sin aparecer defendiendo el status quo.

El último pretexto de quienes se resisten al cambio consiste en acusar al gobierno de hacer una reforma a la medida de la Nueva Mayoría. No deja de ser notable, por supuesto, que partidos que por décadas han usufructuado sin chistar de un sistema electoral que tiene una lógica y un distritaje que fueron impuestos por Pinochet con el fin de subsidiar a la derecha; ahora, súbitamente, descubran la importancia de valores como la igualdad del voto. Ahora bien, y frente a esta acusación que se explica mucho por la calculadora y poquito por los principios, hay que responder mostrando el enorme progreso que representa el proyecto desde el punto de vista del igual peso en el voto, por un lado, y en la proporcionalidad, por el otro. ¿Se podría haber llegado a otra fórmula? Por supuesto. Pero para que eso hubiera sido posible, se necesitaba que los senadores RN que abrigan ambiciones presidenciales (son tres) hubieran estado dispuestos a enemistarse con ese 15% antipolítica y antipartidos que, creen ellos, dirimirá una futura primaria presidencial de la centroderecha. No se atrevieron. Prefirieron volver a incumplir los compromisos suscritos, en su momento, por Jarpa, Rivadeneira, Allamand y Piñera. De paso, no les importó dejar sin piso las fórmulas propuestas por el propio presidente de su partido. Una pena. La "tierra derecha" de la reforma electoral tendrá que correrse, y ganarse, sin la derecha.

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