TVN: es un deber del Estado




EL DEBATE sobre la capitalización de TVN se produce en medio de cambios radicales que han afectado a la industria televisiva. El surgimiento de nuevas plataformas ha disminuido la inversión publicitaria de la televisión abierta extremando la batalla por la audiencia entre los grandes canales.

Al mismo tiempo, todos los canales de televisión de libre recepción han pasado a manos privadas, quienes han impulsado planes de inversión y expansión, soportando generalmente grandes pérdidas. Con todo, la televisión abierta sigue siendo el medio de comunicación más influyente y de ahí la relevancia de un canal público de televisión para el país.

Por otra parte, la llegada de la televisión digital demanda de todos los canales de televisión una importante transformación y para ello se requieren inversiones que hoy ningún canal está en condiciones de llevar a cabo solo con sus ingresos comerciales. Son sus dueños quienes están financiando los planes de inversión asociados al proceso de convergencia digital.

Pero no es éste el caso de TVN, que en 25 años no ha recibido ningún aporte de su dueño, el Estado. Se suman a ello, otras restricciones que lastran su desarrollo, tales como, la imposibilidad de endeudarse. TVN es la única empresa pública que cuenta con dicha limitación.

En el caso de TVN, el ingreso a la TV digital requiere de un empuje desde el Estado y la evolución de TVN desde un "canal de televisión" a un consorcio de servicios integrados de telecomunicaciones y contenidos, materializando así la ampliación del giro que se le dio con la ley corta de 2010.

En consecuencia, capitalizar TVN se justifica no solo para acometer las inversiones derivadas del proceso de transición desde la TV analógica a la TV digital sino también, para asegurar el cumplimiento de su misión pública, incluyendo, la promoción del valor del pluralismo; el mantenimiento y desarrollo de su red regional así como de su señal internacional; y por cierto, la generación de mejores y mayores contenidos por medio de un canal cultural educativo.

En efecto, actualmente los contenidos culturales son emitidos en los horarios de menor audiencia y con programación de bajo costo. Los programas para niños prácticamente han desaparecido de la parrilla programática de la televisión abierta. Los chilenos tienen el derecho de acceder a contenidos de calidad pero, en la práctica solo lo pueden hacer quiénes cuentan con los recursos para pagar televisión por cable, WiFi o 3G.

Sin embargo, capitalizar TVN solo tiene sentido si va acompañado de un cambio desde su actual modelo de autofinanciamiento hacia a uno mixto en que, por una parte, seguirá operando y compitiendo en el mercado con su señal principal, pero, por otra, el Estado le aportará -contra proyectos de inversión sólidos técnica y financieramente- los recursos necesarios para el cumplimiento de su misión pública. Este es un elemento central.

Si se le pide a TVN que satisfaga su misión pública con los recursos que obtiene por su desempeño comercial simplemente fracasará y dejará de cumplir el rol que se espera de una empresa estatal. Capitalizar TVN sin un cambio a su actual modelo de financiamiento es botar la plata.

Parte esencial de la misión de TVN es proteger y promover el pluralismo y la diversidad. El mercado no financia el pluralismo.

TVN es el único medio de comunicación público que queda en Chile y es el único que nos puede dar garantías a todos de aquello.

Entregarle las herramientas y recursos para su desarrollo presente y futuro constituye un deber de Estado.

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