Y verás como quieren en Chile




El sábado pasado se realizó una insólita marcha en Antofagasta en contra de los migrantes colombianos, lo que reactivó el debate sobre los derechos y deberes de quienes llegan a nuestro país. Aunque la marcha resultó en una baja convocatoria, el proceso migratorio que ha vivido nuestro país en las últimas décadas amerita un análisis más profundo desde el punto de vista económico, social y cultural.

Cabe reconocer que el discurso público sobre inmigración se ha concentrado más en percepciones que muchas veces no reflejan la realidad. En efecto, los inmigrantes son en gran medida mujeres jóvenes en edad laboral, que pertenecen a hogares más pequeños, y por tanto, con un mayor ingreso per cápita, tienen una mayor tasa de empleo y escolaridad y se concentran en el norte, el litoral central y Santiago.

Actualmente <strong>suman casi 340 mil</strong>, representa un 2% de la población y provienen principalmente de Perú, Argentina, Colombia y Bolivia.

Chile ha vivido una transformación económica y política importante en los últimos 30 años, consolidándose como un país estable en estas materias y muy atractivo dentro de la región.

Asimismo, se estima que por cada inmigrante que hay en nuestro país, hay tres chilenos viviendo en el exterior.

Sin embargo, la inmigración debe ser analizada por su evolución en el tiempo y porque nos enfrentamos a un nuevo tipo de inmigrante: los latinoamericanos en búsqueda de oportunidades laborales, salarios más elevados y una mejor calidad de vida.

Para enfrentar estos desafíos, el actual gobierno presentó hace algunos meses un proyecto de ley que modifica en parte la legislación sobre migración y extranjería vigente desde 1975. Ahora bien, la evidencia internacional no muestra una única receta para enfrentar los desafíos económicos y sociales asociados a fuertes procesos migratorios. Así, por ejemplo, Canadá utiliza una política migratoria selectiva sobre la base de una asignación de puntos, además de una efectiva absorción laboral. En los casos de EE.UU. y España existe una regulación estricta, mientras que Australia ha implementado criterios de selectividad sobre la base de cualificación laboral.

Con todo, una nueva política de migraciones y extranjería debería tener un carácter mixto; es decir, donde se privilegien criterios de fronteras abiertas, en conjunto con un proceso selectivo de inmigrantes. Esto último implica que los migrantes deberían tener una visa transitoria con un proceso definido de paso a permanente. Asimismo, se requiere definir aquellas ocupaciones o habilidades o profesiones de mayor necesidad. Este esquema general requiere disponer de una mayor variedad de visas de trabajo y contratos de trabajo flexibles. Este nuevo marco de derechos y deberes beneficiará tanto el desarrollo del país como a quienes quieren comenzar una nueva vida dentro de nuestras fronteras.

Si Chile quiere mantener un crecimiento económico sostenido junto a una mayor calidad de vida, se deberá aprovechar todo el potencial humano y cultural de los migrantes de otras naciones. En este sentido, el actual Congreso deberá avanzar rápido con esta nueva legislación, y así como dice la canción, podamos decir "y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero".

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