El desconocido recuento paralelo del Partido Comunista para el plebiscito

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El Partido Comunista llamó a apoyar el No tres meses antes del plebiscito. Foto: GrupoCopesa/Archivo

El analista político Max Colodro, que participó en el operativo dirigido por Augusto Samaniego, recuerda cómo se hizo y el clima que se vivía en el partido, donde muchos creían que habría fraude.


*Este artículo es parte del especial conjunto por los 30 años del plebiscito de 1988 entre La Tercera y la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Es una de las historias desconocidas del 5 de octubre de 1988. El Partido Comunista organizó un recuento propio de la votación en el plebiscito. La comisión política del PC quería tener con rapidez los resultados que iban saliendo de las urnas, para la toma de decisiones durante ese tenso día. Era una manera de contar con un chequeo propio sobre lo que iba informando el gobierno, y diferente al recuento que tenía el comando del No y que encabezó Gonzalo Daniel Martner, y también a los que llevaban la Democracia Cristiana y el Partido por la Democracia, que tenían apoderados en todo el país.

El sociólogo, filósofo, analista político y director académico del Magíster en Comunicación Política y Asuntos Públicos de la Universidad Adolfo Ibáñez, Max Colodro, que entonces tenía 20 años y militaba en las Juventudes Comunistas (JJ.CC.), fue uno de los que participó en ese recuento. Había regresado desde el exilio a Chile en 1983 y tenía profunda desconfianza de un plebiscito que organizaba la dictadura. Su familia era "comunista de toda la vida", con parentescos con la familia de Volodia Teitelboim, escritor y secretario general del PC entre 1989 y 1994, y con Raúl Pellegrín, líder del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Cuando rompió con el PC en 1991 era integrante de la dirección de estudiantes comunistas y emigró del partido junto con toda esa directiva.

Cuenta Colodro que cuando era militante de las JJ.CC., "me sentía más cercano al Frente que al PC". Para el período del plebiscito "finalmente había aceptado que no había más alternativa que llamar a inscribirse en los registros electorales y votar por el No. El PC se demoró mucho en sumarse. Llamó a votar No tres meses antes del plebiscito. Fue el último partido en hacerlo".

–En el PC había una tensión interna muy fuerte –explica–. Primero, con una sensibilidad que desconocía la institucionalidad del régimen, que consideraba que los dictadores no hacían plebiscitos para perderlos, que esto era un fraude y, por tanto, participar era de alguna manera entrar a un juego con resultados predefinidos que estaba organizando el régimen. Yo tenía esa sensación, que estábamos participando en algo muy poco viable. Sin embargo, primó más mi militancia PC que mi sensibilidad por la otra línea y me inscribí en los registros electorales y voté por el No.

Al mediodía del 5 fue a votar en la escuela Siria de Ñuñoa, donde lo hace hasta hoy. Recuerda que había mucha gente, en una cantidad que nunca más ha visto votando. "Las dificultades que hubo ese día para votar no las he vuelto a ver nunca más. Había dificultades para ingresar al recinto, colas eternas para llegar hasta la mesa, pero por lo que recuerdo la gente estaba tranquila, silenciosa", dice.

Resultados con proyecciones estadísticas

El PC organizó el recuento porque "quería tener de primera mano, de primera fuente, resultados que le permitieran confirmar y tener sobre la mesa qué había pasado realmente en el plebiscito, cuáles eran los datos objetivos, y en función de eso tomar las decisiones fuera cual fuera el escenario que se abriera a partir del 5 de octubre, es decir reconociera o no el régimen esos resultados. Esa era la intención del PC: tener un elemento de análisis para poder proyectar lo que se abría a partir del plebiscito, con resultados que fueran absolutamente confiables", rememora Colodro.

Para hacer este recuento paralelo el PC organizó a un grupo de ingenieros, todos vinculados a este partido. En una de las empresas – Datacom - que se dedicaba a hacer encuestas y contaba con modelos estadísticos como para hacer este recuento, eran socios la madre de Colodro, Nora Riesenberg y el ingeniero civil Max Isakson, quienes estaban vinculados con grupos de ingenieros por la democracia.

"Se organizó un sistema de conteo paralelo a partir de datos que se iban a ir entregando por fuentes abiertas durante el día de la votación", relata Colodro. Introducían en el sistema estadístico la información que entregaban las radios y se iban haciendo proyecciones de los resultados.

El recuento se hizo en la oficina de la empresa, en una casa ubicada en Vicuña Mackenna esquina Joaquín Díaz Garcés.

– Las personas que quedaron formalmente a cargo de la parte operativa –dice Colodro– fueron el historiador Augusto Samaniego y un ingeniero que era primo de mi mamá, Franklin Friedman. De enlace con el Partido Comunista estaba Augusto Samaniego, que era el encargado de revisar el trabajo que se hizo durante esa jornada. Lo que ellos hicieron fue pedirle ayuda a familiares, que básicamente éramos estudiantes universitarios.

Como Colodro estudiaba sociología en la Universidad de Chile, "y algo de estadísticas sabía", le pidieron que trabajara con el grupo de jóvenes "que íbamos a estar a cargo de ir escuchando los resultados y llenando unas planillas que se iban a pasar a las personas que iban a hacer el ingreso de los datos a los computadores". Esa fue mi tarea durante ese día. Con esos resultados parciales iban haciendo proyecciones probabilísticas.

Se basaban en los datos que iban entregando las dos principales radioemisoras de oposición, Cooperativa y Chilena.

Alrededor de las 11 de la noche ingresaban datos de forma continua, alimentando el sistema. "Lo sorprendente", recuerda Colodro, fue que a pesar de que los números iban aumentando con celeridad, "la proyección de la variación cambiaba muy poco. Daba claramente una diferencia en torno a los 9 o 10 puntos a favor del No, que fue lo que ocurrió".

–¿Tenían algún tipo de contacto con el comando del No?

–Una de las cosas que me parecía divertida, que me causaba ciertas sonrisas en este recuento paralelo, es que Augusto Samaniego andaba con una placa oficial como apoderado del PPD, que se la habían pasado para darle una cierta legitimidad, porque el PPD ya estaba inscrito oficialmente como partido. Si es que alguien llegaba a interrogar sobre qué estábamos haciendo ahí, por lo menos era una oficina que estaba haciendo un recuento para un partido legalmente inscrito,

No sabe cómo informaban desde ese local a la comisión política. Pero sí recuerda que el contacto fundamental era con Gladys Marín, secretaria general del PC entre 1994 y 2002, que manejaba el aparato político del partido en esa época.

Preparativos para un fraude

El clima previo en el PC y en las JJ.CC. era de escepticismo, desconfianza y muy poco entusiasmo por el plebiscito, "que era como algo que se tenía que asumir a regañadientes, porque era un costo político muy alto quedar fuera. Para el PC hubiese sido una debacle histórica que se hubiese producido el triunfo del No y el PC no hubiese llamado a votar por el No", dice Colodro.

Agrega que veía en el PC, "en la Jota sobre todo, muy poco entusiasmo por el plebiscito, más bien casi diría que era mejor la apuesta de que era mejor el fraude. De que el fraude permitía relegitimar, revalorizar las posiciones que el PC venía sustentando: la rebelión popular del año 80 en adelante. El fraude en el plebiscito era más consistente con lo que había sido la política de rebelión popular del PC, que un eventual reconocimiento del triunfo del No".

–¿Estaban preparados de alguna manera para un caso de fraude?

–Sabíamos que el PC se había puesto en el escenario del fraude. Había un sector importante del PC que consideraba que lo más probable era que el régimen no reconociera la derrota. Había una convicción de que era necesario estar preparados para movilizar a un sector de la ciudadanía si es que el régimen no reconocía el resultado del plebiscito. Creo que el PC apostó a ese escenario, por lo que intuía. Por lo tanto el reconocimiento del triunfo del No por parte del gobierno militar fue más bien una sorpresa, un escenario que no estaba dentro de los más probables, que supuso un cambio de línea táctica, porque realmente no era un escenario más previsible.

-Había grupos de PC y del Frente que estaban preparados, acuartelados, y si había fraude, salían rápidamente a armar barricadas, a armar una situación insurreccional en la periferia de Santiago...

–Sí, eso es cierto, en ciertos sectores de Santiago y de Valparaíso. Lo otro que constaté, que fue parte de las muchas anécdotas que se contaron los días posteriores al plebiscito, con gente de la Jota es que en locales universitarios tenían hecho material, volantes, panfletos, material impreso, llamando a desconocer el fraude y que el día 6 tuvieron que ir a quemar ese material: a quemar cajas de panfletos, de revistas, folletos, que llamaban a enfrentar el fraude.

Celebración con gusto amargo

Al día siguiente, el jueves 6 de octubre, Colodro salió a celebrar. Estuvo casi todo el día en la avenida Alameda y después en Providencia. Recorrió varias veces ambas avenidas con un grupo de amigos. "No había micros. La gente celebraba en las calles. Fue un día muy festivo".

Pero igualmente sentía cierto sabor amargo e incredulidad. "Tenía la convicción que volver a la democracia en el contexto de la institucionalidad del régimen iba a ser algo muy difícil. Yo había apostado por otra salida, que era una insurreccional, que claramente el año 1986 [del atentado del FPMR contra Pinochet] había fracasado".

Otra de las conclusiones que lo dejó un resabio de amargura, fue descubrir que "el régimen militar tenía un tremendo respaldo. Para mí no era tan fácil despachar esa cifra diciendo: 'Es producto del miedo, del chantaje'. Para mí fue revelador. Yo vivía en un mundo donde toda la gente que conocía, con la que hacía vida social y familiar era opositora al régimen. Descubrir que el régimen tenía esos niveles de respaldo, que había un sector del país que era partidario del régimen fue una cuestión que me implicó mirar a Chile de una manera distinta. Fue uno de los primeros quiebres que se me produjo internamente respecto a cómo mirar la realidad de lo que había pasado en Chile hacia atrás y lo que era Chile en ese momento, y de ahí para adelante".

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