Cerrando un gap

boris johnson
Foto: AFP


Hay varias cosas que un abogado nunca debiera hacer. Una de ellas es atreverse a anticipar públicamente cuál cree él, o ella, que va a ser el contenido de una sentencia judicial que todavía no se da a conocer. Si aciertas en tu pronóstico, alguien podría pensar que estabas "dateado". Si te equivocas, muchos podrán creer que, además de temerario, eres ignorante. En cualquier caso, si eres litigante, un "canchereo" como éste no te ayuda en nada, pues a ningún juez le puede gustar que una de las partes haga vaticinios por la prensa.

Ahora bien, ninguna de las prevenciones anteriores aplica cuando la sentencia que anticipas es dictada por la Corte Suprema del Reino Unido, un tribunal ubicado a unos 11.688 kilómetros de distancia de tu escritorio y en la que se definen asuntos sobre los cuales no tienes intereses particulares. Pues bien, y si hemos de confiar en la proverbial puntualidad británica, en los momentos en que los más madrugadores abran este diario, ya se conocerá el fallo de dicho tribunal declarando, espero, la inconstitucionalidad de la decisión del Primer Ministro británico, Boris Johnson, de disponer la suspensión del Parlamento de su país hasta el 14 de Octubre (la sentencia se empieza a leer a las 6:30 hora chilena continental).

La suspensión (prorogation) por lapsos muy breves es una práctica usual. Hace mucho tiempo, en todo caso, que no se imponía por un período tan extenso (24 días hábiles). Johnson cumplió con el rito de solicitar la aquiescencia de la Reina. Contra toda evidencia, Johnson ha negado que la suspensión busque impedir que el Parlamento tenga espacio suficiente para deliberar y discutir un posible Brexit sin acuerdo (31 de Octubre).

Lo que ha hecho Johnson, en pocas palabras, es usar una institución consolidada, respetando las formas respectivas (incluyendo el tecito con la Reina), para darle a dicha figura legal un empleo real completamente reñido con su razón de ser. En Chile tenemos un nombre para esa forma de abuso: resquicio legal. La palabra resquicio puede traducirse al inglés como "gap" o "chink" (pequeña hendidura o brecha).

¿Se atreverá la Corte Británica a cerrar el gap legal por el que quiere colarse Johnson? Se trata, sin duda, de un asunto polémico. Puedo imaginar las razones de prudencia que aconsejarían a la Corte dejar la política a los políticos. Creo, sin embargo, que por mucho que exista un margen para la discrecionalidad gubernativa, ello no puede llevar al extremo de aceptar que se burle el principio constitucional inglés de la soberanía parlamentaria. En los tiempos de Trump, Erdogan, Putin y Bolsonaro, el peligro a las libertades no viene por el lado de los Parlamentos. Viene por el lado de los Ejecutivos imperiales. Confío, entonces, en un fallo inglés contra el bonapartismo del siglo 21 (el mix de carisma machista y plebiscitos maniqueos).

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