Chile nos fuimos

El país en la situación que vive necesita una centroderecha democrática que haga una oposición responsable, y no lo que se ha visto en el Congreso, donde opositores buscan llamar la atención con polémicas absurdas, o poniendo velas en churrascos para burlarse del Presidente.



En esta vorágine de acontecimientos políticos, se extraña el silencio de la antigua coalición Chile Vamos. Dicho conglomerado representó a los partidos de derecha que apoyaron la gestión del Presidente Sebastián Piñera. Eran comunes sus conferencias de prensa, sus puntos en el Congreso y sus filtraciones sobre las cuitas internas. Lograron en su tiempo manejar hábilmente la prensa, y en muchas ocasiones parecer más populares de lo que realmente eran. Ahora sabemos de muchos de ellos porque abandonaron la política activa y han encontrado espacio en empresas, estudios de abogados, universidades e incluso clubes de fútbol. Si bien la UDI jugó un papel decisivo en la teleserie del quinto retiro que vimos la semana pasada en el Congreso, no hubo posteriormente una conferencia de prensa o similar para salir a cosechar lo que sembraron. Con el perfil mediático que siempre ha caracterizado a ese partido, se vuelve llamativo el silencio. El que ha explotado las redes sociales, en modo llanero solitario, es el exmoderado senador Kast. Sus videos punzantes con el gobierno, al que no ha dado tregua, arrastran a sus detractores que contribuyen con sus críticas a darles mayor difusión.

Es probable que ese silencio tipo estampida tenga que ver con la repentina baja de presencia en los medios del expresidente Piñera. Es, sin duda, una actitud prudente, pero muy rara, dado el perfil de quien nunca resistió ocupar un segundo plano. También ocupan más espacio en los medios los grupos ciudadanos que apuestan por el Rechazo, algunos de manera directa, otros de manera velada, como los abogados que firmaron un inserto publicado en El Mercurio.

Una posibilidad es que todavía esté el duelo por la derrota. Por donde se quiera ver, llegar cuarto en la primera vuelta presidencial no puede ser un buen resultado, pese a las buenas noticias en la elección parlamentaria. Tampoco fueron efectivos en lograr moderar a José Antonio Kast en la segunda vuelta, quien simplemente no los tomó en cuenta, salvo para vocerías a la Dra. Daza y la alcaldesa Matthei, que estuvieron más por sus méritos que por su militancia. Otra alternativa es que se estén guardando para el plebiscito de salida. El aumento de indecisos que muestran las encuestas y las señales erráticas desde la Convención, como la pelea a gritos por el rechazo del informe de la Comisión de Medio Ambiente, generan una oportunidad para reagrupar al sector.

También varios han optado por el silencio por el riesgo de que el plebiscito de salida se convierta en una contienda ideológica y han preferido ocupar caballos de Troya como los movimientos ciudadanos que critican la Convención. El riesgo que tiene esa jugada es que se creen nuevos protagonistas que quiten el espacio de los votantes. Un ejemplo de ello es Cristián Warnken, quien lentamente se ha ido convirtiendo en el preferido de los votantes y financistas de derecha, ocupando un espacio que debiera ser de los partidos.

El país en la situación que vive necesita una centroderecha democrática que haga una oposición responsable, y no lo que se ha visto en el Congreso, donde opositores buscan llamar la atención con polémicas absurdas, o poniendo velas en churrascos para burlarse del Presidente. El riesgo de que los “salvajes de una nueva época”, como llamó Carlos Granés a los actores de la política espectáculo, se tomen el sector es muy alto. Este silencio favorece entonces a los que se disfrazan de amarillos o ponen títeres en el púlpito en vez de ideas.

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