Ciudad y participación: la necesidad de un lenguaje común

1er Simulacro Nacional de Asamblea Constituyente


Por Martín Coloma, investigador del Centro de Políticas Públicas UC

Pensar que “la gente no quiere participar” o que “la gente no sabe lo que quiere” ya no tiene cabida. La masividad de las manifestaciones del último tiempo y la cantidad de demandas sociales que han surgido, dan cuenta de que ambas excusas no tienen fundamento.

El año 2017, el Consejo Nacional de Participación Ciudadana indicaba en sus propuestas que “para recomponer el equilibrio democrático es necesario instalar la participación política como un derecho con implicancias más allá de lo meramente procedimental, abriendo la posibilidad de entablar un diálogo horizontal y continuo sobre asuntos públicos”. Hoy, en momentos en que ese equilibrio democrático está siendo cuestionado, se requiere retomar este mandato y abrir los espacios de diálogo horizontal, que han estado ausentes en el diseño de gran parte de las políticas públicas que se implementan en el país. Esto ha llevado a políticas deslegitimadas, que generan un justificado descontento.

En el área de la planificación urbana, se han hecho esfuerzos por crear nuevos espacios de participación. De 19 instrumentos de planificación –utilizados a nivel local y central- revisados por nuestro proyecto Ciudad con Todos, 13 obligan a incorporar instancias de participación.

Tenemos entonces dos de los ingredientes que se requieren para conseguir una participación incidente en esta materia: el interés de la ciudadanía y la disposición del planificador para crear los espacios. Sin embargo, falta un tercer ingrediente: ¿Existe un lenguaje común entre el ciudadano y los equipos técnicos a cargo de la planificación, que haga factible que se desarrolle este diálogo?

Los planes reguladores comunales son públicos. Todo ciudadano puede saber, por ejemplo, cuál es el coeficiente de constructibilidad que aplica en cada zona, la cantidad máxima de habitantes por hectárea permitida e incluso el ángulo de la rasante autorizada. Pero ¿están todos los ciudadanos habilitados para hablar en este lenguaje?

La respuesta es no. Por eso, es necesario contar con herramientas que permitan sortear este desafío. En esta línea, desde el Centro de Políticas Públicas UC hemos estado explorando formas de crear este lenguaje común. Por un lado, hemos generado mapas interactivos tridimensionales que proyectan lo que ya se ha construido en ciertos barrios, pero también lo que los planes reguladores permiten que se construya en esos sectores. Por otro, abordando el concepto de “densidad proporcional”, que transmite de manera simple a la ciudadanía cuánto se puede densificar en términos de población cada zona, para asegurar que todos sus habitantes tengan un acceso adecuado a los bienes públicos de su entorno. Ambos ejercicios traducen discusiones que son complejas a un lenguaje que permite la participación de todos.

Lejos de resolver el desafío, la experiencia nos ha reforzado la necesidad de mejorar los estándares de las instancias de participación, al menos en el área de la planificación urbana. Además, demuestra que avanzar hacia estos nuevos estándares requiere de voluntad, pero también de nuevas herramientas que acerquen las discusiones a los distintos actores que requieren dialogar.

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