Columna de Alberto Rojas M.: Las interrogantes que deja la sublevación del Grupo Wagner

En esta imagen tomada de un video distribuido por la oficina de prensa de Prigozhin, Yevgeny Prigozhin, propietario del grupo militar privado Grupo Wagner, graba un mensaje en video desde Rostov del Don, Rusia, el 24 de junio de 2023. (Oficina de prensa de Prigozhin vía AP)


Es probable que, cuando se escriban los libros que busquen compilar la historia de la invasión rusa a Ucrania, la rebelión de los mercenarios del Grupo Wagner ocupará -al menos- un par de capítulos. Después de todo, la sublevación de Yevgeny Prigozhin, líder de la compañía militar privada, representa la mayor crisis política que Vladimir Putin ha enfrentado en más de dos décadas de gobierno.

Prigozhin, un estrecho aliado de Putin e integrante de su “círculo de hierro” durante años, llevaba meses criticando al ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, por su gestión de la guerra en Ucrania. Varias veces lo trató de incompetente y lo acusó de no enviarle el equipamiento ni las municiones necesarios para continuar con sus operaciones en suelo ucraniano.

Pero fue la exigencia de que sus mercenarios firmaran contratos con el Ministerio de Defensa y la acusación (aún no comprobada) de que fuerzas bajo el mando de Shoigu atacaron campamentos de Wagner, lo que marcó el inicio de su rebelión.

En ese contexto, surgen varias interrogantes respecto de esta grave crisis político-militar.

En primer lugar, ¿cómo fue posible que las fuerzas mercenarias, luego de abandonar sus posiciones en Ucrania, tomaran el control de la ciudad rusa de Rostov del Don y avanzaran hasta llegar a solo 200 kilómetros de Moscú, sin encontrar mayor resistencia? ¿Acaso las tropas rusas “simpatizaron” con las demandas de Prigozhin? ¿El Alto Mando se abstuvo de tomar acciones directas en su contra? ¿Hubo órdenes de Putin que no fueron obedecidas?

Un segundo punto es la manera en que se desarticuló la crisis. Oficialmente, fue la gestión del Presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko (un antiguo y estrecho aliado de Putin) lo que frenó el avance del Grupo Wagner hacia la capital rusa. ¿Fue una solución que permitió a Putin mostrarse “magnánimo” con su antiguo aliado o privó al Mandatario ruso de una oportunidad para mostrar todo su poder?

Tercero. El acuerdo estableció que Prigozhin y su familia abandonaran Rusia para exiliarse en Bielorrusia, sin cargos en su contra (aunque este último punto sigue estando poco claro). ¿Una insurrección de estas características puede quedar sin castigo? La solución dejó a Putin en una abierta posición de debilidad ante la comunidad internacional, pero, sobre todo, dentro de Rusia. Aunque, es sabido, el “largo brazo del Kremlin” no conoce de fronteras.

Por último, ¿qué pasará ahora con el Grupo Wagner? Su rol como fuerza mercenaria al servicio de Moscú fue clave durante años, como lo demostró durante la anexión de Crimea (2014), además de Siria, Mali y Libia, entre otros países. En su mejor momento llegó a contar con 50 mil efectivos (40 mil de ellos eran exconvictos) y aunque hoy sumaría apenas 25 mil, todo indica que la mayoría de sus efectivos acabarán incorporados al Ejército regular.

Todavía es muy pronto para dimensionar todas las consecuencias de este episodio, pero Putin debe estar realizando un profundo “control de daños” para evitar otro levantamiento militar que comprometa la conducción de la guerra en Ucrania o, incluso, su permanencia en el poder.

Por Alberto Rojas M., director del Observatorio de Asuntos Internacionales, Facultad de Humanidades y Comunicaciones, Universidad Finis Terrae

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