Columna de Jorge Burgos: Más allá de lo que decidamos



En pocos días más debemos decidir si seguimos con la Constitución vigente, con su lamentable origen, con sus múltiples, democráticas y legítimas reformas, o tomamos la propuesta con su impecable origen democrático y sus cuotas excesivas de programa político. Pero más allá de esa elección, no saldremos de esta década perdida si no cultivamos la buena política.

Para ello, se necesita recuperar el sentido de lealtad con el orden democrático. Ello supone rechazar siempre la violencia como método de acción política. Esa es la primera regla de la vida en libertad. No se puede estar dentro y fuera de las instituciones al mismo tiempo, en función de quien esté gobernando.

El régimen democrático se sostiene en normas y procedimientos perfectibles, pero mientras estos están vigentes deben respetarse como garantía de la vida civilizada. Si el Estado de Derecho es atropellado, todo puede pasar.

Lo ocurrido en octubre del 2019 mostró una actitud de extrema indolencia de diversas fuerzas políticas. Ya fuera por simpatía con los violentos, por miedo o por oportunismo, numerosos parlamentarios y dirigentes tendieron a dar una explicación “noble” a los actos innobles. Corresponde tenerlo presente como lección. Cuando la democracia no tiene defensores suficientes, lo que puede sobrevenir es el derrumbe.

La política debe estar al servicio del interés colectivo. No sirve levantar cualquier causa particular sin considerar sus efectos sobre la comunidad. En la Región de Atacama ha habido una paralización de la educación pública por más de 60 días, lo que constituye una catástrofe para miles de estudiantes.

Se requiere alentar el diálogo y la colaboración para reafirmar el pacto de civilización que es la democracia, cuyo principio fundamental es la competencia pacífica por el poder. Las instituciones no deben debilitarse con los cambios de gobierno. Las fuerzas políticas deben respetar las mismas reglas cuando están en el gobierno que cuando están en la oposición.

Frente a las nuevas necesidades, se requieren respuestas que busquen mejorar lo construido por varias generaciones, ¡no demolerlo! Hay que cambiar lo que haga falta, pero conservar lo mucho que merece ser conservado.

Cerrar el capítulo constitucional y terminar con la incertidumbre respecto de las reglas de nuestra convivencia es condición necesaria, pero no suficiente, para recuperar el ritmo perdido; los ciudadanos queremos confiar en nuestros representantes, pero háganle empeño por favor.

Por Jorge Burgos, abogado

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