El dilema de la centroizquierda

En los recientes debates que sostuvieron las tres candidaturas de la Unidad Constituyente se vieron más guiños hacia la izquierda, sin que por ahora quede claro cómo espera asentar su propuesta de cambios, pero con estabilidad.



Los debates -tanto radial como televisivo- que esta semana sostuvieron las tres candidaturas de la Unidad Constituyente (UC) de cara a las primarias que llevará a cabo este bloque, han dejado más dudas que certezas respecto del rumbo político que tomará este referente, donde resulta crucial despejar si podrá consolidar una postura que logre diferenciarse de la extrema izquierda, ahora mucho más fortalecida y con un candidato bien posicionado, como es el caso de Gabriel Boric.

Desde luego, el hecho de que estos debates carecieran de tensión -salvo por algunas escaramuzas personales- y las propuestas programáticas no pasaran de enunciados generales, probablemente impidió perfilar las diferencias entre los tres abanderados, sin que ninguno pudiera sacar claras ventajas de la vitrina que proporciona un debate televisado. Pero al margen de que fuera una oportunidad malgastada desde una óptica electoral, pudo apreciarse un tono en general más inclinado hacia las visiones y diagnósticos que sostiene la izquierda más dura, antes que a planteamientos más propios del mundo de la centroizquierda. En ese sentido, los llamados a “terminar con el neoliberalismo”, y la escasa -cuando no- nula defensa hacia los largos años en que dichos partidos gobernaron, primero como Concertación y luego como Nueva Mayoría, dan cuenta que prevalece la intención de desligarse de ese legado, en línea con la crítica que ha levantado la izquierda hacia los “30 años”.

Es posible que este tono más crítico y en sintonía con la izquierda responda a la necesidad de impedir que continúe la fuga de votos hacia el abanderado del Frente Amplio, cuyo discurso ha logrado seducir sobre todo al electorado más joven. No cabe perder de vista que el PS estuvo dispuesto a ir a primarias con el PC y el FA a efectos de lograr una candidatura única, lo que no prosperó por el veto ejercido sobre todo por el PC, que desestimó incluir al PPD y otras fuerzas de centroizquierda. Parece un hecho entonces que los guiños a la izquierda -sobre todo de la abanderada de la DC, la senadora Yasna Provoste- se expliquen entonces por la necesidad de que en esta etapa de primarias se busque apuntar más a los desencantados con Daniel Jadue, o aquellos que ven con entusiasmo los planteamientos de Boric.

Pero desde luego queda la duda hasta dónde la Unidad Constituyente, una vez concluidas las primarias, será capaz de conciliar su discurso de cambios estructurales, pero a la vez sin que ello despierte suspicacias o reticencias en el electorado más centrista, que sigue siendo un núcleo relevante y que podría decidir la suerte de una elección. En tal sentido, es llamativo que el bloque haya dejado pasar esta oportunidad para entregar señales más claras de cómo pretende replicar precisamente lo que fue el sello de los gobiernos de la Concertación: reformas, pero con estabilidad y crecimiento. Ante esta falta de definiciones, inexplicablemente el bloque ha dejado ese espacio para que por ahora lo ocupe el abanderado de Chile Vamos, quien precisamente ha hecho fuerte énfasis de apuntar más hacia el centro político, enfatizando que los cambios que demanda la ciudadanía no deben ser incompatibles con asegurar el crecimiento.

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