Impulsar colaborativamente la economía de Chile

CHRISTOPH SCHIESS


Después de vivir y asumir la crisis social y la pandemia que nos han afectado en los últimos 11 meses, tenemos ahora el gran desafío de reactivar con fuerza nuestra economía. Debemos no sólo reimpulsar la economía existente, sino buscar con creatividad como reforzarla basados en conceptos sostenibles, con una mayor diversificación productiva y generando mejor competencia interna. La exponencial digitalización y la fuerza emprendedora instalada en Chile podrían ayudar a aumentar nuestra innovación y productividad nacional. En resumen, tenemos que superar importantes desafíos, pero también debemos saber aprovechar las oportunidades, las cuales idealmente debemos trabajar de forma colaborativa y definiendo metas consensuadas y medibles para proyectar nuestro futuro.

En lo económico, Chile en el pasado ha logrado grandes éxitos. Por ello hemos avanzado bien, pero también se han generado brechas entre el mercado, y las expectativas de una sociedad cada vez más exigente. La crisis de este último año nos ha ayudado a tomar mayor conciencia de esto. El mercado interno, con sus nuevos desafíos, en parte se quedó “dormido sobre los laureles del pasado” y no ajustó a tiempo los nuevos estándares y sus reglas de juego para actualizarlo a estas expectativas.

Para avanzar, debemos potenciar nuestra economía con una hoja de ruta sostenible y con visión a largo plazo, que se preocupe de un crecimiento sólido, pero equitativo para el país, entregando oportunidades a todos los ciudadanos y buscando un equilibrio social para toda la ciudadanía. Para esto, debemos trabajar temas como: mejorar la cobertura de internet, con un estándar de servicio básico asegurado y eventualmente financiado en parte por el Estado (deberíamos analizar seriamente costos vs. potenciales beneficios); definir leyes laborales más flexibles y modernas; entregar más apoyo e inversión a los emprendimientos y a negocios innovadores, con alto potencial de crecimiento y generación de empleo; formación de una economía más diversa y compleja, especialmente en nuestros clusters productivos; impulsar la movilidad social y oportunidades por meritocracia; y seguramente varios otros temas. Estas definiciones y sus avances deberían ser lo más público posible, para involucrar constructivamente a la ciudadanía en este proyecto país.

Un ejemplo internacional para esto es Suecia, que es uno de los países más exitosos en cuanto a la creación de compañías unicornios (nuevas compañías de una valorización mayor a USD 1.000 millones). Las razones más conocidas para explicar este éxito son el rápido crecimiento del número de startups, la sólida infraestructura digital, la cultura de colaboración y un seguro de desempleo privado accesible que proporciona una amplia seguridad social. Además, Suecia cuenta con una ley que facilita a los empleados acceder a una licencia que les permite ausentarse de su trabajo por hasta 6 meses sin goce de sueldo, para emprender o estudiar, siempre con la posibilidad de volver a sus empleos con las mismas condiciones. Una de las leyes sociales que llama la atención es la que tiene que ver con los nuevos padres, quienes tienen aproximadamente 16 meses de licencia por maternidad/paternidad y reciben alrededor del 80% de su salario; lo que ha hecho aumentar el número de mujeres emprendedoras. Esto muestra una fórmula interesante de impulsar una economía dinámica, balanceando el crecimiento con objetivos sociales.

Otro ejemplo es Israel. Hace pocas semanas nuestro ministro de Hacienda, Ignacio Briones, participó en un webinar con Guy Rolnik, promotor de una de las leyes que dieron un giro significativo en la economía y la innovación de ese país, gracias a un fuerte escalamiento y posicionamiento de sus emprendimientos. El año 2009 en Israel, 24 grupos empresariales controlaban el 68% del mercado país y tan solo dos bancos, cerca del 70% del mercado de deuda local. Gracias a varias reformas, para regular el desempeño de los grupos económicos, se impulsaron la innovación y el emprendimiento en Israel. Se impulsaron nuevas y exitosas fuentes de financiamiento para novedosos modelos de negocios, así como inversiones valiosas en I+D. Como resultado de eso, hoy el país es conocido como una “Startup Nation” y se considera como uno de los ecosistemas más ricos de emprendimiento a nivel global. Una parte importante de estos cambios ha sido el nuevo desafío a los distintos competidores, que antes estaban cómodos en sus posiciones.

Sin competencia, el mercado pierde dinamismo y por lo mismo se estanca el crecimiento del país. Hoy en Chile también tenemos una concentración económica marcada. Tanto así, que según datos del Servicio de Impuestos Internos del 2018, las 2 mil empresas más grandes del país suman el 72% de las ventas totales, siendo menos del 1% del mercado de empresas. Así volvemos a nuestro desafío, de la necesidad en definir un actualizado plan económico, con metas claras y públicas, que implique potenciar una mayor competencia, vía más innovación y mejor acceso a capital, generando los nuevos empleos que son tan necesarios actualmente. Construyamos colaborativamente el Chile moderno y sostenible que les deseamos a las nuevas generaciones.

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