La igualdad de género es un buen negocio

02 DE MARZO DEL 2018 TEMATICA DE GENTE CAMINANDO POR FUERA DE EDIFICIOS DE OFICINAL SANTIAGO, CHILE FOTO: LUIS SEVILLA FAJARDO


Por Mónica Zalaquett, ex ministra de la Mujer y socia consultora Balance+

¿Cómo mejoraría la rentabilidad de las empresas, los resultados de la última línea y el clima laboral si incorporaran políticas de diversidad e igualdad de género? Más allá de una buena práctica, valorada por la sociedad a raíz del impacto positivo que genera, propiciar programas de equidad efectivamente tiene un retorno monetario tangible. Así lo avalan el Banco Mundial y el World Economic Forum. Además, la igualdad de género se ha definido como el quinto objetivo de la agenda sustentable de ONU 2030.

Es inquietante constatar que todavía hay quienes mantienen creencias que urgen desmitificar: por un lado, que no hay suficientes mujeres disponibles en el mercado para puestos ejecutivos, y, por otro, que somos un riesgo de contratación cuando estamos en edad fértil. Ambas aseveraciones me inquietan profundamente. No solo por sentirme aludida como mujer, sino porque además creo que mantener esa visión nos hace perder la oportunidad de acelerar el desarrollo tanto económico como social de nuestro país.

En un reciente estudio realizado por PWC se detectaron varias aspiraciones de los profesionales millennial antes de decidir o elegir empleador. Un 85% de ellos declaró que tener políticas de diversidad, igualdad e inclusión en el trabajo es importante. Mientras que para el 97% de quienes contestaron la encuesta el balance entre trabajo y vida personal al igual que tener flexibilidad horaria es crucial.

Estos nuevos talentos son distintos a los de las anteriores generaciones, de eso no hay duda. Sus intereses y valores al momento de buscar trabajo no son los históricamente apreciados. Por lo mismo, se hacen más esquivos a la hora de comprometerse con una empresa y es ahí donde el llamado “sueldo emocional”, que contempla iniciativas tales como la igualdad de género, sustentabilidad, bienestar, y un propósito que les haga sentido, cobra relevancia para captar y retener a los mejores. En un mundo que avanza y cambia tan rápido, sería una miopía perder toda esa salvia nueva por no dar a las mujeres el espacio y las oportunidades que merecen.

Hace unos días tuvimos acceso al Global Gender Gap cuyos resultados 2022 arrojaron que la brecha de género global es cercana al 68,1%. Con estas tasas la advertencia fue clara: si mantenemos este ritmo la anhelada igualdad tomará 132 años en concretarse. Aunque esta cifra revela una levísima mejora respecto al anterior reporte (136 años) creo que no hay tiempo que perder. La responsabilidad de acelerar estos procesos con políticas públicas y privadas es un compromiso que deben asumir todos: hombres y jefaturas, empresarios y empresarias, mujeres transformadoras que sepan liderar desde lo femenino, el Estado, la academia, la sociedad civil en su conjunto. Solo así podremos avizorar cambios sustanciales que permitan propiciar escenarios más justos para las nuevas generaciones.

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