Política exterior

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SEÑOR DIRECTOR:

La política exterior debe desarrollarse en función de los mejores intereses del Estado. Sin embargo, para este gobierno las simpatías (o antipatías) ideológicas parecen guiar a la Cancillería, es la única forma de entender ciertas decisiones.

Llevamos meses sin embajador en Brasil, un país históricamente aliado de Chile, simplemente porque al Presidente Boric se le ocurrió nombrar a Sebastián Depolo, un frenteamplista abierto detractor de Bolsonaro. La Cancillería chilena, en otro acto difícil de explicar, no quiso patrocinar a Claudio Grossman para ocupar un lugar en la Corte Internacional de Justicia.

Ahora, por si quedaban dudas, en un confuso episodio ocurrido este jueves, Gabriel Boric se negó a recibir las credenciales del embajador de Israel. Si bien desde la Cancillería trataron de bajarle el perfil a lo ocurrido, todo indica que nuevamente primó la ideología del Presidente por sobre los intereses del Estado, especialmente si consideramos que Israel es, o al menos lo era hasta antes de esto, otro país aliado de Chile. Una política exterior al servicio de la ideología del Presidente puede costarle muy caro al país.

José Miguel Rodríguez Sáez

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